Esta semana se conmemoró el Día de la Dislexia, un trastorno que afecta al 10% de la población según estima la Organización Mundial de Salud (OMS).
Más allá de la dificultad para leer o escribir, la dislexia es una dificultad específica del aprendizaje, de origen neurobiológico, de carácter persistente, aun cuando la persona estudiante haya recibido oportunamente diversos apoyos educativos y se hayan descartado compromisos sensoriales y cognitivos.
Los primeros síntomas del problema se notan desde la edad escolar y hay multiplicidad de síntomas según explica Gilda Aguilar, Jefa de Apoyos Educativos del MEP. Como ejemplos detacan:
- Discriminar sonidos de letras
- Confundir las relaciones grafema-fonema
- Alterar el orden de letras, sílabas o palabras
- Mostrar dificultades en la comprensión de lectura
- Confundir la lateralidad
A ello se suma el mostrar fatiga, aburrimiento, falta de atención en actividades que impliquen leer y escribir.
¿Cómo tratar la dislexia?
Aguilar destaca que el acompañamiento a las personas con dislexia debe darse desde los centros educativos y la familia.
El primer paso es el diagnóstico temprano para evitar interrupciones o más dificultades en el proceso educativo.
“Se hace llamado a las familias de niños y niñas a tomar conciencia y a poner atención cuando los niños y niñas presenten dificultades para aprender rimas simples; diferenciar la izquierda de la derecha, tomar notas y copiar palabras del pizarrón, deletrear correctamente, entre otras señales”, indicó el MEP.
Aunque no hay tratamiento específico para la dislexia, si hay multiplicidad de métodos y adaptaciones educativas para abordar mejor cada caso.