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Al pan, pan y al vino, vino: de una buena subasta y un buen diseño de contrato en la revisión técnica vehicular

Marlon Yong Chacón. Investigador Asociado del Centro de Investigación en Política Pública y Desarrollo Empresarial de LEAD University Creo que…

Por Desde la Columna

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Al pan, pan y al vino, vino: de una buena subasta y un buen diseño de contrato en la revisión técnica vehicular
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Marlon Yong Chacón. Investigador Asociado del Centro de Investigación en Política Pública y Desarrollo Empresarial de LEAD University

Creo que todos sabemos el significado de “al pan, pan, y al vino, vino”, no de la canción popular de un famoso cantautor, sino de la frase misma. Pues en este caso me voy a referir al tema de la revisión técnica vehicular, con la consiguiente convicción de referirme a otros temas relevantes de competencia y regulación, diseño de mercados, estructuraciones financieras y uno que otro relacionado con pensiones, tipo de cambio y déficit fiscal.

Circula en medios la propuesta Legislativa, porque todavía no se conoce la propuesta del Ejecutivo, sobre el tema de al apertura y asignación de las estaciones de revisión técnica vehicular que pasarán a manos del Estado en julio del 2022.

Sabemos que hay una fórmula de precios de “ajuste automático” que la Aresep tomó del Mopt para ajustar la tarifa de la revisión vehicular cada cierto período y que los “vehículos motores-habientes” deben pasar las debidas pruebas de la revisión vehicular, en la estación de su preferencia. Por cierto, hay 13 estaciones con punto fijo geográfico y 4 estaciones móviles. Sumadas serían 17, quizás 13 como réplicas en escala de producción de una empresa (en economía se diría que la función de producción tiene la característica “homotética”) y las otras 4 estaciones móviles también son parecidas en todas sus características.

Conocemos todos el fin primero de la revisión vehicular, de la mejora continua del medio ambiente. Otros fines subordinados del Estado en delegar un servicio público serían la calidad, la continuidad, la optimalidad en la prestación de este.

Pues bien, se ha mencionado en la propuesta que las estaciones (digamos las 17) deberán adjudicarse con la vigilancia de que una misma empresa (no se si habla del grupo de interés económico definido por la OCDE) no puede tener más de dos estaciones. Esto partiendo de que se asignan las mismas 17 estaciones, no se construyen más o eliminan algunas y que al parecer, se deberán hacer las reinversiones necesarias para que esas estaciones continúen operando. Si no es así, pues que alguien aclare. Sin embargo, para el tema de hoy, lo relevante es cómo se hará el concurso y cómo se diseñará el contrato y se imputarán los precios al usuario, y las ganancias a la empresa.

El concurso

En un caso extremo del posible concurso, podrían existir asignadas 17 estaciones para 17 diferentes empresas u operadores del servicio público, condición sine qua non de la existencia de oferentes en el mercado, con el diverso tamaño y característica empresarial, cooperativista o cualquier índole de tipo de figura que pueda participar en el “concurso”, que anoto, no se conoce el diseño de este concurso. En otro caso extremo, podrían ser 9 operadores diferentes los adjudicados, tomando en cuenta que un operador podría operar dos estaciones y quedaría otra por asignar. Claro está, que esto parte de que son 17 estaciones. El caso puede ser con 13 estaciones, no hay cambio en la idea.

En el concurso hay ofertas, técnicas y económicas, como cualquier concurso del Estado en que se fijen de una buena manera las condiciones del cartel de licitación. Esto con el fin de que posteriormente se diseñe un contrato lo más completo posible entre el estado y el Concesionario. Sabemos que se protege la intangibilidad patrimonial en la Constitución Política y que se respetan las ofertas del contrato y los reajustes de precios, además de las conocidas cláusulas de previsibilidad e imprevisibilidad de eventos, de penalidades, de obligaciones y deberes de las partes y de renegociación del contrato.

En fin, en el diseño de los contratos, el mantener el equilibrio económico y financiero del contrato para ambas partes lo es por la vida útil-legal del contrato. De allí que un buen diseño de contratos contenga ni más ni menos que todas las cláusulas pertinentes. Basta literatura económica, financiera y legal está a disposición de los que van a diseñar esos contratos, el señor Estado. No es un tema de “peccata minuta o de último minuto”; no sin historia se han otorgado premios nobel en economía por el tema de los contratos, basta el ejemplo de los profesores Oliver Hart y Bengt Holmström en el 2016.

Pues bien, volviendo al tema de un buen diseño de concurso, puede darse el caso de que los 9 ganadores hayan ofertado un mismo precio para ofrecer los diversos tipos de servicio de revisión técnica vehicular, quizás en el hecho de que la producción en la empresa es similar y se esperan similares ganancias. Existe esa probabilidad, y existe la colusión tácita también (el evento en que algunos oferentes se puedan poner de acuerdo). Por otra parte, pueden existir tantos precios diferentes como servicios diferentes deban ofrecerse, para cada uno de estos ganadores.

Para simplificar el argumento, digamos que hay 9 precios distintos para un mismo servicio y que estos, dado el diseño del cartel de licitación, fueron adjudicados a nueve empresas diferentes. Esto porque vale el precio de la oferta inicial en el diseño del contrato. Hasta allí, parece que todo está bien. No es así, si se quiere un precio único del servicio (que por cierto, las tarifas las fija Aresep, pero que en este caso, hay un concurso en que el Mopt -o el Estado-, en que también puede participar Aresep) para un mismo tipo de revisión vehicular, entonces cómo se soluciona el asunto de tener 9 precios diferentes. Y aún más, qué haría Aresep si en el contrato se establece la readecuación o reajuste de precios (que debería existir ese enunciado en un buen diseño de concurso), en este caso, Aresep se quedaría con otras funciones y qué pasaría cuando el reajuste de precios tenga que ir a Audiencia pública pero que no puede cambiarse el contrato en términos de su fórmula de reajuste de precios. Hay soluciones para esto.

Continuando, si para mantener un único precio en todo el país por un mismo servicio de revisión vehicular y se tienen 9 ganadores diferentes con 9 precios diferentes, pues un “vivo por allí” podría decir que se escoja el precio menor de los 9, o el “mismo vivo por allí”, podría decir que se escoja el precio mayor de los 9. En el primero de los casos, al que ofreció el precio menor pues le va bien, porque racionalmente ofreció ese precio que racionalmente de da utilidades en todo el periodo del contrato. Sin embargo, ese precio menor para los que ofrecieron mayores precios, puede que no sea su precio preferido porque no obtendrían las ganancias esperadas por ofrecer el servicio público en toda la vida del contrato, al menos que inicialmente antes de firmar, renegocien los términos del contrato. En el otro caso, en que se agine el precio mayor ofrecido, pues todos estarían de acuerdo, el que lo ofreció mayor porque racionalmente lo hizo pensando racionalmente en las utilidades esperadas por el negocio en la vida útil del contrato. Y el que ofertó el precio menor pero le dan un precio mayor, pues, racionalmente estaría feliz, porque podría obtener extra rentas esperadas. Tómese en cuenta que Aresep que fija tarifas, sería un tomador del precio del contrato.

Alguien “vivo” podría preguntar, en favor del usuario, cómo es posible que se asigne un precio mayor para un mismo servicio para todo el país, cuando existió una empresa con un precio menor. Lindo, verdad, en este breve juego de diseño y decisiones, basta el sentido común. Y hay solución también. Muchos juegos y decisiones son fácilmente resueltos, contemplando el caso del riesgo moral (tema de otro artículo).

Por eso, en este país de continuos concursos, subastas, licitaciones, en que se subasta desde el espectro radioeléctrico hasta el abastecimiento de medicamentos a la CCSS, no debemos dejar pasar por alto lo que se enseña en economía, finanzas, derecho, ingeniería, administración sobre el buen diseño de subastas. No es un tema de “peccata minuta o de último minuto”; no sin historia se han otorgado premios nobel en economía por el tema de las subastas, basta el ejemplo de los profesores Paul Milgrom y Robert Wilson en el 2020, aunque previamente ya habían otorgados premios nobel relacionados a William Vickrey y James A. Mirrlees en 1996 por el tema de incentivos.

Economista, [email protected]