Desde la Columna
Carlos Peña y Cristian Araya Robles para El Observador
Desde hace muchos años venimos discutiendo al seno de diferentes foros empresariales y emprendedores la importancia de enfocar la discusión a tratar el autoempleo.
En países europeos el autoempleo es una categoría empresarial en sí misma. Esta cuenta con normativas especiales, apoyos estatales y enfoques de política pública beneficiosa para esta forma de emprendimiento.
En Costa Rica hablar del autoempleo es algo más complicado. Lo anterior porque hay muchas personas que se dicen empresarios a pesar de ser autoempleados.
Por ello el sistema de apoyo PYME sigue equivocándose una y otra vez en la forma de apoyar al sector, porque confunde las necesidades de empresas y empresarios con los de autoempleados.
En Costa Rica ser un autoempleado, o conocidos como trabajadores independientes, es todo un reto de sobrevivencia con pocas posibilidades de escalabilidad.
Panorama gris
Para mediados de noviembre el ambiente económico del país es gris. Por ejemplo, el desempleo era del 22%, la pobreza abierta del 26% y la pobreza extrema 7%.
Devaluación del colón respecto al dólar del 7% en los últimos 5 meses, disminución en el ingreso per cápita por hogar respecto al año anterior del 13%., un déficit fiscal estimado a finales de año del 11% (titánicamente alto) y un bono de deuda CR con vencimiento a 2045 cotizado al 79.5%.
Aplicar a un crédito hipotecario
El coautor, Cristian Araya, hace unas semanas intentó aplicar a un crédito hipotecario para compra de casa con 3 diferentes bancos (públicos y privados).
Estos fueron los resultados de los “preanálisis”: tomaron la opción de casa que se les presentó a un promedio del 65% de su valor transable – sin avalúo previo. Ninguno aceptó la opción de financiamiento en dólares. Todos solicitaron codeudores. Todas las tasas eran variables con spread sobre TBP del 5% en promedio.
Continua el coautor Araya comentando que conversando con colegas, vender servicios profesionales se volvió más que complicado. Esto producto de la percepción de riesgo país y la pérdida de poder adquisitivo del mercado.
Nuestro cliente más representativo, la fauna empresarial, recortó sus presupuestos capex e investigación y desarrollo de forma muy significativa.
Lo anterior significó caída por ventas de servicios profesionales de hasta 80% y aumentos en los periodos de recuperación de cuentas por cobrar de hasta 60 días.
Además, si revisamos los aportes a la seguridad social y los pagos de impuestos estos resultan desproporcionados al de un trabajador corriente. Esto porque la exención tributaria del asalariado es mucho más alta que la del trabajador independiente, casi 5 veces una de la otra.
Riesgos de un trabajado independiente (autoempleo)
El trabajador independiente corre riesgos empresariales como cualquier empresa. Pero se encuentra sujeto a pagos tributarios y parafiscales como si fuera un trabajador asalariado sin las exenciones tributarias de aquellos.
En resumen, si queremos impulsar el país deberá ser por medio de los autoempleados brindándoles buenas exenciones tributarias, menor cobro de cargas sociales y implicación de sus trámites para endeudamiento.
El sistema político no ha comprendido que los autoempleados y el autoempleo son en muchos casos altamente rentables socialmente (un cirujano, abogados, contadores) y puede ser esta herramienta, el autoempleo, la forma de bajar las tasas de pobreza y desempleo nacional.
Esperemos que de todo el diálogo que se ha hecho en las pasadas semanas exista una amnistía para la formalidad del autoempleado, una ruta de reactivación económica país y una verdadera reforma estatal que tanto urge.
*Este artículo fue escrito junto a Cristian Araya Robles. Licenciado por la UCR en Contabilidad Pública y CPA.
Desde la Columna
