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Caen las remesas que los nicas envían a su país desde Costa Rica

Cuatro de cada diez hogares nicaragüenses reciben remesas de sus familiares en el exterior. Sin embargo, los envíos realizados desde…

Por Confidencial, Nicaragua

Tiempo de Lectura: 8 minutos
Caen las remesas que los nicas envían a su país desde Costa Rica
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Cuatro de cada diez hogares nicaragüenses reciben remesas de sus familiares en el exterior.

Sin embargo, los envíos realizados desde Costa Rica experimentaron una caída importante este año a causa de la pandemia, según datos del Banco Central de Nicaragua.

Según el director del Centro para la Migración y Estabilidad Económica, Manuel Orozco, en el 2000, el volumen de remesas era cerca de 500 millones de dólares. Para este año se calculan 1.800 millones de dólares en remesas, lo que representa alrededor del 15% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.

El Banco Central de Nicaragua registró en su informe del tercer trimestre del año que del total de remesas ingresadas, un 62.4% provino de Estados Unidos.

El restante flujo de recursos llegó de España (15.0%) Costa Rica (12.5%), y Panamá (3.6%). Otros porcentajes menores provienen de Canadá, El Salvador u otros países.

“La importancia de las remesas va más allá de un indicador macroeconómico. Está en la función que ejercen en el ingreso del hogar de muchas familias nicaragüenses.

“Estamos hablando de unos 700.000 hogares que reciben remesas en un país que está compuesto por 1.8 millones de familias”, comenta Orozco.

Remesas crecieron en medio de la pandemia

A inicios de 2020, las remesas tuvieron un comportamiento normal hasta en abril, que hubo una caída por la crisis sanitaria provocada por la pandemia de covid-19.

Pero entre mayo y agosto se registró una recuperación en las transferencias, que derivó en un crecimiento de 9% entre agosto y octubre, en comparación con el mismo período de 2019.

El crecimiento del envío de remesas hacia Nicaragua tiene que ver con el aumento de la migración nicaragüense después de la crisis sociopolítica que inició en abril de 2018.

Este aumento se registra principalmente en España, luego de que entraron más de 25.000 nicaragüenses a partir de ese año, según el Instituto Nacional de Estadística de ese país.

“Aunque el número de nicaragüenses que salió en busca de refugio se ubicó en Costa Rica, la gran mayoría ha tenido dificultad para conseguir empleo y enviar dinero. Cuando llega la recesión, el impacto de la covid, la capacidad de envíos disminuye y como resultado no se envía tanto dinero como ocurre en el caso de España y otros países”, explica Orozco.

La caída de remesas desde Costa Rica

Blanca Espinoza es originaria de La Conquista, un pequeño municipio del departamento de Carazo. Comenta que desde hace casi 20 años ella y su esposo, Gabriel Traña, envían remesas.

En 2011, ambos viajaron a Costa Rica para brindarle mejor calidad de vida a su familia. Su hijo mayor, Kevin, se quedó en Nicaragua. “Yo le enviaba 30 dólares porque solo era él y la muchacha que lo cuidaba, y con eso se la jugaban y sobraba, ya que la vida era más barata que ahora” comenta Blanca.

En 2013, ella se regresó a Nicaragua para buscar trabajo y estar más presente en el cuidado de sus hijos, mientras su esposo siguió enviando remesas desde Costa Rica para solventar los gastos.

“Estuve en Nicaragua tres años sin empleo, entonces era él que mandaba remesas y así nos estuvo manteniendo, pero para 2018 ya no alcanzaba con lo que él mandaba… entonces decidimos venirnos”, relata desde San José.

Desde que Blanca retornó a Costa Rica y encontró trabajo, comenzó a enviar remesas a su mamá, a través de su hermana Martha Lorena Peña, quien las recibe en Managua y hace llegar el dinero a La Conquista.

Blanca Espinoza es originaria del municipio de La Conquista, en Carazo, y migrante nicaragüense en Costa Rica. // Foto: Katherine Estrada | Confidencial

“Yo le mando a mi mamá 50 dólares mensuales y con esos 50 dólares ella hace mucho, puede comprar sus medicinas y comida”. A raíz de la crisis sanitaria, el esposo de Blanca quedó desempleado, y no pudo enviar remesas por dos meses.

Existen hogares que reciben, incluso, más de una remesa. “Cuando estuvo el covid, Blanca no mandó dinero, pero tengo dos hermanas que tienen hijas en España… ellas ayudan económicamente porque usted sabe cómo está la situación”, cuenta Martha Lorena, en Managua.

Situación difícil desde el sur

Según Orozco, las remesas desde Costa Rica tuvieron una caída por el desempleo que enfrentan los nicaragüenses a raíz de la pandemia.

“De Costa Rica a Nicaragua se estaban originando alrededor de unas 350.000 transacciones. Con la crisis por la covid tuvieron una caída de un 11.9% con respecto al año pasado”.

A pesar de la gradual apertura de la economía en Costa Rica, los nicaragüenses que viven en ese país no ven que su situación mejorará pronto.

“La vida aquí siempre ha sido dura, yo creo que este país es el más caro de toda Centroamérica. Antes de la crisis de covid había más oportunidades, ya no se puede decir ‘me voy  a ir a tal lado a jugármela’. Yo digo, ‘puchica, si no tengo trabajo, agarro una pana de enchiladas y me voy a venderlas, no cuesta nada’. Pero ahora no podés hacer eso”, reflexiona Blanca.

La fuerte inyección de remesas desde EE.UU.

Según el Banco Central de Nicaragua el flujo de remesas proveniente de Estados Unidos tuvo un aumento interanual de 24.4% en lo que va del año con respecto a 2019.

Orozco indica que este crecimiento en el flujo de remesas se debe a que, luego de la crisis económica que se experimentó en ese país en 2009, los migrantes ya habían desarrollado una masa crítica de ahorro que les permitió sostenerse tras la pérdida de empleo en medio de la pandemia.

Juana Moreno emigró a Estados Unidos junto con su familia hace seis años para mejorar sus condiciones de vida. Vive en Chicago, Illinois. “A mi esposo le dieron la residencia en 2014 y me vine con mis hijos para acá. La vida allá (en Nicaragua) es demasiado dura y desde acá puedo apoyar a mi mamá y mis hermanos de forma económica”.

En marzo, Moreno fue suspendida temporalmente del hotel donde trabajaba. Pero gracias a un fondo de ahorro de desempleo que ha cotizado durante estos años ha tenido ese subsidio mensual, que le cubrirá hasta que el hotel restablezca sus labores o la liquide.

“A mi me pasan casi el 90% de mi salario porque yo ni vacaciones había tenido en todo esos seis años. He trabajado duro y por eso es que puedo estar bien en medio de la pandemia… De ese dinero le envío a mi mama, ella depende de mí prácticamente”, dijo.

Juana Moreno
Juana Moreno, migrante nicaragüense en Chicago. // Foto: Cortesía

“Comencé a enviarle un mes a una hermana, otro mes a otra hermana porque sé que las cosas allá están duras. De parte del gobierno federal recibo una ayuda económica, por mi hijo menor de edad, y es por eso que puedo enviar un poco más” comenta Moreno.

Más apoyo desde EE. UU.

El desempleo impactó a varios rubros económicos, pero otros campos laborales, como el de la construcción, no se vieron afectados. Tal fue el caso de Kenneth Porras, quien llegó a Estados Unidos a inicios de 2018 y se encuentra residiendo en Fort Walton, Florida.

La crisis sociopolítica lo obligó a quedarse más tiempo del estipulado, ya que su familia se involucró de lleno en las protestas en contra del Gobierno, lo que los expuso a la persecución policial y forzó la migración de otros familiares.

“Quise comenzar un proceso de asilo político, pero por la Administración actual (del presidente Trump) no lo hice. Todos los casos de asilo que no están soportados sólidamente eran rechazados sin ninguna objeción… no quise exponerme”, cuenta.

Desde que comenzó a trabajar, envió remesas a su familia que se quedó en Nicaragua. “Tengo dos hijos, uno de once y una de cuatro años, a quienes les deposito sin fallar ningún mes y, adicional, envío para la cancelación de una deuda. Hace poco me cambié de trabajo y estoy enviando más dinero”, detalla.

“En el ámbito laboral no sentí ninguna diferencia habiendo pandemia. En la construcción nunca deja de haber trabajo… por ejemplo, aquí en Florida nunca paró” .

Kenneth Porras, migrante nicaragüense en Florida. // Foto: Cortesía

Porras comenta que su abuelita en Nicaragua tiene un negocio de zapatos desde hace más de 40 años, pero la dueña del local donde alquilaba le canceló el contrato.

Cree que se debió al temor de la arrendataria, por el asedio político que sufría su familiar. “Si yo no estuviera acá mi abuela no hubiera podido costear todo el gasto de la mudanza y fácil pierde el negocio”.

Esta situación coincide con la otra razón que Orozco menciona sobre el aumento en la cantidad de dinero que se registró este año. “Hay un factor de solidaridad por lo que está ocurriendo en Nicaragua, algunos migrantes comienzan a enviar dinero por encima del promedio”.

Remesas desde España

Mientras tanto, en España, la economía del país creó ciertas estructuras laborales en las que se insertaron los migrantes recién llegados. “Ese 20% de crecimiento que se observa en las transacciones de remesas refleja predominantemente ese aumento de nicaragüenses que entraron a España durante los últimos dos años”, explica Orozco.

Indiana Chávez es una de las nuevas emisoras de remesas que forma parte de esa cifra. Dejó Nicaragua a finales de 2018 por la crisis sociopolítica del país, en busca de oportunidades económicas para su familia, en especial sus hijas.

“Yo era gerente de una microfinanciera y tenía un salario que me daba para sobrevivir. Por los problemas económicos que hubo, la empresa decidió bajarnos el salario en un 50% y como yo tenía una deuda de una casa que había adquirido, no podía sostener la situación económica”, explica.

“Le envío a mi mamá, le ayudo a mis hijas y mando a pagar lo de mi casa… También yo tenía el gasto de estudios de mi hija, estaba sacando su licenciatura y tenía que pagar la titulación. Todo ese gasto corrió por mi cuenta, estando allá no lo hubiera podido hacer, y también yo les ayudo en un 80% en los gastos básicos de la casa”, detalla.

A pesar de que España fue uno de los países más confinados por la pandemia, muchos migrantes lograron conservar sus trabajos, tal fue el caso de Indiana, que trabaja de empleada doméstica interna y cuidando a una adulta mayor.

Algunos migrantes regulares o en trámites legales en España fueron suspendidos temporalmente por las empresas, pero lograron ser registrados bajo el “Expediente de Regulación de Empleo Temporal”, conocido como ERTE, que brinda un paquete de apoyo económico para paliar la crisis del coronavirus, mientras retomaban sus labores.

Las remesas en Nicaragua también se pueden recibir a través del sistema bancario. En la foto, la sucursal del Banpro de Bolonia. // Foto: Cortesía | Banpro

La hermana de Blanca, Martha Lorena, tampoco es muy optimista. Comenta que la situación económica es desesperante. Es costurera y no tiene trabajo fijo en Managua, por lo que asegura que, gracias a las remesas que mandan sus hermanas, su familia ha logrado subsistir.

Orozco considera que el crecimiento escalonado de las remesas continuará hasta registrar un crecimiento del 8% al terminar el 2020, gracias a la inyección económica que realizan exiliados e inmigrantes nicaragüenses, muchos de ellos, sin planes de regresar.

Nicaragua lleva tres años en recesión económica y las proyecciones del Banco Central de Nicaragua son que al finalizar el año, el PIB decrecerá -4.5%, mientras que la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) calcula un descenso de -5.0%.

“Por la situación que está actualmente en mi país, más bien tengo planes de traerme a mi hija y a mi nieta, pero no regresar”, afirma Indiana. La nicaragüense agrega que no ve mejoría en el país: “Cada día está más duro, más desempleo, más delincuencia, cada día veo peor a Nicaragua”.

Artículo reproducido con autorización de Confidencial de Nicaragua para El Observador