Elizabeth Rodríguez
La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han elegido el proceso de diagnóstico de la enfermedad SARS-Cov2, que produce COVID-19, con base en la determinación del antígeno viral y no en la del anticuerpo.
Las pruebas de anticuerpos, que se han popularizado durante la pandemia, pueden generar falsos positivos y propagar el contagio. ¿Por qué?
Angie Cervantes, microbióloga de la CCSS, explicó que para realizar un diagnóstico temprano de cualquier enfermedad en el cuerpo humano, se necesita encontrar el agente infeccioso o el antígeno, sustancia que provoca una respuesta del sistema inmunológico.
“Con una infección viral como el coronavirus, la respuesta del cuerpo no es inmediata, y en este caso en particular dura 14 días para producir anticuerpos. Justamente esos son los días de mayor transmisibilidad, y lo que queremos es detectarlo lo antes posible para que una persona no contagie a otra”, agregó la especialista.
A eso se le llama un falso negativo, porque si le realizan una prueba de anticuerpos antes de los 14 días, la persona se registra como no portador del virus, cuando realmente sí lo tiene.
“Cuando una persona ya tiene anticuerpos, ya ni siquiera transmite el virus, por eso no podemos hacer la contención del contagio mediante estas pruebas. No sirven para hacer diagnósticos”, detalló Cervantes.
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Dinámicas epidemiológicas
En conferencia de prensa este miércoles, el ministro de Salud, Daniel Salas, confirmó que en el mercado hay mucha oferta de estas pruebas, también conocidas como pruebas de serología. Pero que existe un grado de inseguridad, ya que pueden arrojar resultados incorrectos mediante los manejos inadecuados.
El jerarca explicó que parte del diseño de estudio es empezar con poblaciones con mayor exposición, como los funcionarios de salud, y así poder estudiar la respuesta inmunológica en ellas. También especificó que se analizarán comunidades con más casos registrados para evaluar el comportamiento asintomático en esas regiones.
La empresa Abbott ya produjo equipos para la cuantificación de anticuerpos. Según Cervantes, la institución gestiona la compra de estas pruebas. Con esta herramienta se logra medir la cantidad de respuestas inmunológicas y se monitorea cómo están reaccionando las personas ante el nuevo virus.
“Un número alto en esa cuantificación es una respuesta buena que nos permite tomar decisiones futuras”, agregó Cervantes.
Aplicación en Costa Rica
Así se analizan las pruebas PCR de ciclo abierto en Inciensa. (Elizabeth Rodríguez/El Observador)
Las pruebas de la reacción en cadena de la polimerasa, conocida como PCR por sus siglas en inglés, son las utilizadas por nuestro país. Los hospitales San Juan de Dios, México y de Niños (HNN), y el Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa) procesan pruebas de PCR de ciclo abierto.
Las PCR de ciclo abierto necesitan de especialistas, un laboratorio y toda la instrumentación que esto requiere. Sin embargo el país ha adquirido pruebas de PCR de ciclo cerrado. Funcionan para descentralizar la cantidad de pruebas con resultados confiables.
La microbióloga resaltó que las pruebas de PCR de ciclo cerrado son tres veces más caras que las de laboratorio, pero que nuestro territorio no tiene tanto espacio para su instalación ni el personal capacitado en las áreas alejadas al Gran Área Metropolitana (GAM). Se consideran una herramienta primordial para lograr una detección temprana del virus.
Cada prueba de PCR de ciclo abierto tiene un costo de $60, contra las pruebas inmunológicas rápidas utilizadas en otros países, que tienen un valor de $5.
“Si logramos modificar las dinámicas sociales para no colapsar el sistema de salud, sobre todo los soportes respiratorios, podríamos pasar un par de meses con un ritmo como este, soltando poquito a poco, tomando decisiones según el comportamiento epidemiológico del contagio”, concluyó la especialista.
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Elizabeth Rodríguez
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