Desde la Columna
Por Giovanni Rodríguez para El Observador
Costa Rica tiene muchas montañas, lugares mágicos que nos llevan a querer caminar; poco a poco nos vamos enamorando de este deporte y nace la inquietud de subir el Chirripó, la montaña más alta de Costa Rica.
Cuando pensamos en el cerro Chirripó nos concentramos en el ascenso, entrenamos mucho compramos equipo y vamos por esa cumbre.
La ansiedad y el deseo de ir al punto más alto de Costa Rica en ocasiones hace que nos olvidemos que el Chirripó es mucho más que una cumbre.
Unos de los aspectos que obviamos es que al visitar Chirripó estamos visitando el páramo costarricense, un ecosistema de poca extensión dentro del Sistema Nacional de Áreas de Conservación, y con un alto grado de fragilidad. Estos ecosistemas se encuentran en zonas tropicales de manera continua entre la latitud 11° norte y 8° sur, en países como: Venezuela, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Panamá y Perú. Presentan vegetación siempre verde.
Los nombres que rodean nuestra visita al punto más alto de Costa Rica son de origen cabecar en su mayoría, Talari, Ditkevi, Chirripó, todos nombres sonoros que vienen de tiempos en donde las cumbres de la Cordillera de Talamanca eran punto de encuentro entre los pueblos del pacífico y del caribe de lo que hoy conocemos como Costa Rica, Cabécares de uno y otro lado pasaban por ahí, aún hoy en la cuenca media del Chirripó viven muchas comunidades y pueblos autóctonos.
La vida animal es un rasgo característicos de Chirripó, nuestro país ha presenciado en los últimos 25.000 años dos procesos de glaciaciones que han dejado marcas en el territorio.
En la Cordillera de Talamanca sus huellas son muy claras, parte de este sello son los animales, cuando los hielos aparecieron en el planeta muchas especies de seres vivos se desplazaron a los lugares menos fríos del planeta, y lo que hoy es Costa Rica era uno de ellos.
Miles de años después cuando el frío se fue, estas especies se quedaron y desarrollaron características adaptativas propias. Hoy tenemos un gran endemismo en la cordillera y en Chirripó podemos ver al colibrí vulcanero, conejos y liebres, aves que solamente en las partes altas viven, así como una gran cantidad de insectos, reptiles y hasta anfibios.
Chirripó significa el lugar de las aguas eternas. El Caribe generoso llena de humedad las cumbres de la Cordillera de Talamanca y estas montañas albergan y cuidan esta riqueza hídrica, en sus faldas nacen varios ríos: el Chirripó Pacífico, El Chirripó Atlántico y el Río Talari entre otros.
Cuando la gente en el refugio me pregunta si el agua que toman del río es limpia pienso en el filtro por donde han pasado. El agua del Talari nace de la Laguna Ditkevi, se podría decir que es el río que nace más alto en Costa Rica, el lago drena sus aguas por debajo de las piedras que están ahí hace millones de años, esa agua subterránea forma dicho río del cual se hidratan todos los montañistas que llegamos a Chirripó.
La presencia volcánica en Chirripó, particularmente en los crestones, es algo que muchos que caminan por sus cumbres ignoran. Hace millones de años esta zona fue testigo de una actividad volcánica muy importante; flujos de lava recorrieron sus laderas. La cantidad de hierro y andesita son indicadores de dicho comportamiento, lugares geológicamente únicos en el mundo como la Laguna Seca que aún alberga “harina de glaciar” y la Sabana de los Leones son joyas únicas dentro del parque.
En las más de cien oportunidades que he tenido de ascender Chirripó siempre tengo tres objetivos, que las personas suban y bajen en buen estado físico, que logren la cumbre y que descubran que este mágico lugar es mucho más que su cumbre.
Giovanni Rodríguez es montañista con más de 100 ascensos al Chirripó y basta experiencia internacional en alta montaña. Ha liderado campañas y procesos de educación ambiental a nivel local y global.
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