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Cómo el mal uso de redes sociales digitales nos afecta la posibilidad de ser felices

Por Rodrigo Sánchez/ Profesor Lead University Nuestro cerebro es muy complejo y poderoso en cuanto a procesamiento y almacenamiento de…

Por Desde la Columna

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Cómo el mal uso de redes sociales digitales nos afecta la posibilidad de ser felices
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Por Rodrigo Sánchez/ Profesor Lead University

Nuestro cerebro es muy complejo y poderoso en cuanto a procesamiento y almacenamiento de información, pero es muy pobre cognitivamente; y eso tiene una razón de ser, su función primordial sigue siendo preservar la especie, y para ello debe tener siempre suficiente energía para cuando la necesite.

Es el 2% de la masa corporal, pero consume el 20% de la energía del cuerpo. Por eso que existen los hábitos. Más del 95% de nuestras respuestas cotidianas son automáticas y es por eso también, que todo se olvida rápidamente y no queda guardado en la memoria de largo plazo, para ahorrar energía.

La capacidad de atención es muy limitada, pero es el mecanismo cerebral que se requiere para ser consciente de algo. Solo podemos prestar atención a una cosa a la vez, pero nos hemos creído que la multitarea es posible y eso solo nos crea cansancio cognitivo, estrés y bajo rendimiento.

La tecnología es una maravilla al servicio de la humanidad, el problema es el mal uso que le damos, sobre todo a las redes sociales. Uno de los creadores de Facebook declaró que el algoritmo de su sistema está diseñado para manipular la mente de los usuarios, así de claro, y efectivamente lo han logrado, al igual que las otras redes sociales.

Nos han creado una adicción, semejante al alcoholismo, al consumo excesivo de azúcar, etc., esos “likes” activan en el cerebro el sistema de recompensa, el solo hecho de pensar en la espuria satisfacción de un “like”, nos genera dopamina, que es un neurotransmisor responsable de hacernos sentir placer, y como ese placer es tan efímero, baja rápidamente y es por eso que el cerebro pide más y ahí nace la adicción.

En promedio activamos el teléfono móvil 265 veces al día, eso es como 5 horas del tiempo en que estamos despiertos, si tan solo pudiéramos dejar de usar las redes 10 minutos al día, dispondríamos al año de 60 horas adicionales para actividades más relevantes, más en concordancia con ese camino de la felicidad, no tan instantánea ni ligera, como nos han hecho creer se logra con las redes sociales.

Las redes sociales están llenas de noticias falsas, de verdades hechas a la medida de las creencias de cada uno; nos inventamos un avatar, que en muchos casos dista mucho de lo que realmente somos, exhibimos ese avatar en las redes sociales como si así fuéramos, y eso al contrastarlo con la realidad, nos deprime.

Parte de la triada del origen de nuestros pensamientos, (genética, creencias y experiencias), pero si nuestras experiencias están tan fuertemente basadas en las redes sociales, estamos en el proceso de desperdiciar ese valioso tiempo en lugar de actividades de mejor provecho y duraderas para nuestro bienestar. Es conocido que los creadores y dueños de esas redes sociales, así como los grandes ejecutivos de Silicón Valley tienen muy controlados a sus hijos en cuanto al uso de las redes sociales, ya que son conocedores de primera mano de los efectos adversos que tienen en el desarrollo del cerebro.

Es por todo eso que estamos perdiendo capacidades cerebrales y eso sí es muy relevante por el daño que representa para una mejor vida de las personas. La corteza prefrontal es la que nos sirve para las funciones ejecutivas, la toma de decisiones, el pensamiento abstracto, la planificación, la ética, la moral, etc., y como todo nuestro cerebro, una forma de cuidarlo es generando más experiencias, más aprendizaje, eso crea nuevas redes neuronales y eso engrosa nuestra corteza, lo que en el largo plazo es salud para nuestro cerebro.

Nuestra capacidad de atención se ve más disminuida aún más por ese exceso de uso de las redes sociales. Es por medio de la atención que se aprende y se memoriza la información que procede del mundo que nos rodea; se pierden capacidades cognitivas, el pensamiento crítico tiende a desaparecer, la neuro génesis, (nuevas neuronas), se ralentiza, perdemos redes neuronales y/o dejamos de crearlas.

En los más jóvenes es más crítico aún, la corteza prefrontal se termina de formar entre los 25 y 30 años de edad, pero si en el camino no generamos nuevas redes neuronales por no usar las facultades que esa parte del cerebro nos brinda, simplemente estamos ante una generación de gente con muchísimo menos facultades de las que el cerebro nos puede brindar ante un buen desarrollo.

Seremos dependientes totalmente de una actividad tecnológica que nos aparta de una real posibilidad de usar nuestro cerebro plenamente en todas sus facultades para una mejor vida.

Un cerebro menos desarrollado da pie a gente menos intelectual, con mucho menos capacidad de una buena gestión emocional ante la vida, menos empática, más aislada y ensimismada; la búsqueda de la recompensa ligera e inmediata no fomenta el pensamiento crítico, nos lleva a la pérdida de capacidades cognitivas adicionales a las que la vida estresada en extremo de por si nos viene quitando. En los más niños, el efecto es más devastador, la capacidad de socializar tan pero tan necesaria para nuestro bienestar no se fomenta, sino todo lo contrario.

Los niños imitan un amplio rango de conducta de los padres, incluyendo lo que hacen y cómo lo hacen, cómo hablan y cómo gesticulan al hacerlo; y si lo que están imitando es estar en la tablet, en el televisor o el celular y peor aún si les damos a temprana edad el uso con poca o sin restricción alguna de estos aparatos, es altamente probable que tengamos generaciones futuras con menos habilidades cognitivas que las actuales, y conste que en las actuales ya se notan signos de esa pérdida de capacidades, de un buen desarrollo cerebral con todo lo que esto implica en la convivencia social y la individual hacia una mejor calidad de vida.

Y es que las trazas elementales, las ideas básicas de valores como puntualidad, respeto de compromisos, respeto al otro, responsabilidad, autosuficiencia, individualidad, autocontrol, impulsividad, dominio emocional, hay que comenzar a enseñarlas a edades muy tempranas, ya desde los tres años. Muchos de esos aprendizajes serán posible por el desarrollo de la corteza prefrontal.

Si por lo antes dicho en cuanto al uso excesivo de los padres de las redes sociales, se dejan pasar por ignorancia o desatención, esas ventanas de aprendizaje en las edades recomendadas, todo luego será más difícil para los niños, (futuros adultos), recordemos que estamos cada vez más, como sociedad, en la era del conocimiento, y eso incluye el autoconocimiento.

Estas nuevas generaciones serán una realidad en cuanto a sus disminuidas capacidades cognitivas y de convivencia en la sociedad; somos seres de tribus, de relaciones sociales, y si no tomamos consciencia y un control real de la gobernanza de nuestra vida, con los efectos en el largo plazo al mantener esta cultura de hiperindividualismo, hiperconsumismo y de vivencias vacías como las que brindan las redes sociales, sobre todo al amparo de la gran cantidad de mentiras que prevalecen en las redes, la manipulación de esos grandes y multimillonarios ejecutivos dueños de esas redes, cada vez tendrán más control de nuestra vida, y con el visto bueno nuestro, de manera inconsciente pero atados a lo que ellos quieren que hagamos en nuestra cultura de hiperconsumo. Epicteto decía que no hay esclavitud más vergonzosa que la que se asume voluntariamente.

Siempre es posible cambiar para mejorar, depende de nuestra consciencia, tenemos como individuos la capacidad de elegir, y si esto lo hacemos desde nuestro interior, con propósitos claros en cuanto a la conciencia real de una autoevaluación de si estamos con excesos en el uso de las redes sociales, si ya tenemos la adicción, que es posible, igual podemos ir cambiando de a poco, dejando espacios de tiempo cada vez más largos sin activar el celular, los fines de semana, un día no usarlo del todo, en fin hay opciones, hágalo por una felicidad más duradera y sobre todo por sus hijos.

¡Atrévase a ser feliz!