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¿Cómo nace la Etiqueta?

Andrea Acosta Feoli para El Observador En los últimos cinco meses hemos hablado sobre diferentes aspectos y áreas de la…

Por Desde la Columna

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¿Cómo nace la Etiqueta?
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Andrea Acosta Feoli para El Observador

En los últimos cinco meses hemos hablado sobre diferentes aspectos y áreas de la Etiqueta.

Abordamos, por ejemplo, el porqué los buenos modales son un paso necesario para que la sociedad costarricense se convierta en un modelo exitoso de comunidad.

Hemos profundizados en cómo el simple hecho de seguir sencillos consejos sobre modales a la hora de montarnos en el ascensor, de estar sentados a la mesa, de usar la tecnología o de saludar, puede abrirnos puertas a oportunidades de trabajo que antes no nos imaginábamos.

También nos hemos concentrado en la parte más social del tema, específicamente, sobre cuáles prácticas debemos tener en familia, con nuestros niños, y en situaciones más del día a día.

A todo esto, algunos se han preguntado: ¿Quién dice que debo seguir estas reglas? ¿Quién ideó todas estas normas y por qué debo apegarme a ellas? ¿Son realmente universales, sirven solo en Costa Rica? ¿No estarán pasadas de moda?

Es por esto que me parece importante enfocarme en el origen de la Etiqueta.

Por Luis XIV

El término en sí “Etiqueta” se remonta a los años 1600 en las cortes francesas. En ese entonces, Luis XIV en Versalles, se molestaba pues los demás aristócratas pisaban siempre el césped.

Es así, que sus jardineros pusieron rótulos o “etiquettes” en francés (como en la foto adjunta) señalando que por favor no caminaran por ahí. Sin embargo, nadie les hizo caso.

Entonces, Luis XIV dio la orden de que debían respetar las etiquetas y lo hizo obligatorio. Poco a poco, este concepto se fue trasladando a otras normas y prohibiciones y es aquí, que nace el término Etiqueta.

Los Jardins des Tuleries en Paris, de igual forma que en Versalles, siguen manteniendo el uso de las “etiquettes”. Foto: Andrea Acosta

Muchos otros libros y documentos oficiales sobre buenos modales han sido inspirados en comportamientos dictados por cortes francesas e inglesas.

En Estados Unidos, la primera recopilación que existe sobre buenos modales es un libro escrito por George Washington, cuando tenía aproximadamente 14 años, alrededor del año 1746, llamado “Rules of Civility” (“Las Reglas de la Civilidad”).

Son 110 reglas sobre cómo tratar a otros en lo que a relaciones sociales respecta, y más que nada, propicia el perfeccionamiento del autocontrol.

Casi 100 años después, nace en España, un conocido manual llamado “El Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Manuel Antonio Carreño”.

El mismo contiene consejos sobre cómo deben comportarse las personas en diferentes situaciones. Era común ver en países latinoamericanos, como Costa Rica, el manual en hogares y escuelas como guía del buen comportamiento y el buen actuar.

Más adelante, en otras partes del mundo hubo muchas personas, mujeres en su mayoría, que se dedicaron a escribir adaptaciones de los buenos modales, entre ellas, Emily Post en 1922, quien fue una de las precursoras en Estados Unidos de la Etiqueta.

Lo cierto es que hace muchísimo tiempo se conversan, se publican y se recomiendan formas de actuar que sean socialmente aceptadas.

Lo más importante que debe rescatarse aquí, es que la Etiqueta, al igual que nuestra sociedad, no es estática. Está en constante cambio y si se analiza bien, se trata siempre de consejos que propicien el respeto hacia los demás.

La Etiqueta nunca pasará de moda, lo que es importante es adaptarla a nuestros tiempos. Es por esto que ahora se habla de etiqueta a la hora de usar el celular, cuando hace 500 años se hablaba de cuantos dedos debíamos usar a la hora de comer con las manos.

Sin la Etiqueta, ni el cuidado de esos detalles que propician la cordialidad, los miembros de una sociedad perderían muy rápido el respeto y la paciencia hacia los demás, y esto, a su vez, podría desencadenar en otros comportamientos que es mejor evitar.

Practiquemos cortesía día a día; ya sabemos de adónde viene, ahora es nuestro turno de averiguar qué tan lejos nos puede llevar.

Andrea Acosta Feoli es consultora en etiqueta y protocolo graduada de Protocol School of Washington
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