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Costa Rica tardaría hasta siete años para insertarse en el mercado mundial de los insectos comestibles

La falta de regulación en Costa Rica unido a la poca disposición cultural por consumir productos a base de insectos…

Por Josué Alvarado

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Costa Rica tardaría hasta siete años para insertarse en el mercado mundial de los insectos comestibles
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La falta de regulación en Costa Rica unido a la poca disposición cultural por consumir productos a base de insectos atrasan la inserción del país en este mercado mundial.

Tanto es así que Costa Rica tardaría siete años para lograr las condiciones que le permitan competir con otros países, según un análisis hecho por la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).

Por ahora “es algo novedoso para el país”, explicó el analista económico de Procomer Enrique Ulloa a El Observador, quien presentó los resultados durante la segunda edición del evento Agrotransformación, en el Centro de Convenciones de Belén, en Heredia.

Ulloa señaló que por ahora hay “bastantes cuellos de botella” para entrar a competir en este mercado que para el 2020 se calculaba en un valor de $894 millones, pero que para el 2027 (dentro de cinco años) moverá $4.637 millones.

La radiografía de Costa Rica 

Un análisis hecho por la Universidad de Costa Rica (UCR) detectó que para el 2019 había siete empresas dedicadas a la crianza de insectos para consumo humano. Sin embargo, Procomer dice que este número es mucho mayor si se toman en cuenta las que no están debidamente inscritas.

Además, hay reporte de una empresa costarricense que exporta larvas de mosca soldado para consumo animal en Estados Unidos.

Ulloa explica que el país tiene algunas ventajas sobre otros países. Por ejemplo, el clima le permitiría producir durante todo el año debido a algunas condiciones como la humedad.

Otra de ellas es que Costa Rica tiene una muy buena imagen en materia de sostenibilidad, un tema muy relacionado con la producción y consumo de insectos.

Pero los retos son mucho mayores.

El analista económico de Procomer Enrique Ulloa presentó los resultados del estudio este jueves 31 de marzo (Josué Alvarado/El Observador)

La ruta que el país debe seguir 

El analista de Procomer, que sigue de cerca este tema, señaló que hay una serie de pasos que el país debe seguir si quiere aprovechar de este mercado creciente:

  • Mejorar la claridad regulatoria desde el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) y el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae)
  • Ampliar la importación de nuevas especies que se pueden traer al país para pie de cría (actualmente solo se aceptan tres especies)
  • Hacer estudios sobre la bioseguridad para evitar invasión o plagas
  • Impulsar la capacitación técnica que actualmente es muy baja en este tema
  • Disminuir la burocracia que deben atravesar los emprendedores

“Hay un entramado de instituciones que eventualmente hace que las personas digan: ‘prefiero tener mi granja chiquitita de grillos antes que ponerme a hacer toda la traba burocrática´”, explicó el analista de Procomer.

Ticos los prefieren procesados 

Una de las ventajas de los comestibles a base de insectos es que poseen mayores porcentajes de proteína, cuando se trata de consumo humano. Además, llega como una de las soluciones a la hambruna que se registra en algunos puntos del mundo.

Se pueden comer enteros con condimentos o rociados con dulce. También procesados en harinas para barritas, galletas u otros tipos de repostería. En otras partes del mundo también se usan como ingrediente de los alimentos para mascotas y aves.

Pero cuando de comer se trata, los costarricenses están reacios. Hasta el 2019 un 11% de los costarricenses estaba seguro de que no comería insectos ni enteros ni procesados.

Sin embargo, el porcentaje de personas que sí los comería aumenta cuando se cambian de enteros a procesados.

“En México, Brasil, y Perú tienen una cultura (de consumo de insectos). Como los chapulines en México o las hormigas culonas en Colombia. Aquí no hay una cultura arraigada de consumo de insectos y es uno de los grandes retos que tenemos”, dice Ulloa.

Según la investigación de la Escuela de Estadística de la UCR un 16,1% de los consultados en el estudio dijo que sí los comería enteros, pero la cifra sube a 31,4% cuando están en forma de harina. Los datos se pueden apreciar a continuación:

El investigador de Procomer considera que incluso pasados estos siete años la producción costarricense iría dirigida principalmente a otros países.