Sylvia Alvarado / Tomás Gómez
Claudina Navarrete, Iris Bonilla y Edson Gutiérrez todos los días hacen “milagros” para sobrevivir en Venezuela.
Ellos son tres costarricenses que diariamente lidian con la crisis y que para lograr su desesperado anhelo de regresar a Costa Rica, acudieron recientemente al consulado tico en Caracas.
Aunque el Canciller Manuel Ventura dijo hoy martes, luego del Consejo de Gobierno, que en ese país viven mil costarricenses; desde el 2 de mayo, Costa Rica no tiene ningún representante que los atienda.
Esto debido a que Danilo González, último encargado de negocios que Costa Rica tuvo en Venezuela, tuvo que abandonar el país tras el plazo de una semana que le impuso Nicolás Maduro.
“Estamos analizando las acciones a tomar”, dijo Ventura, tras aclarar que González había presentado un plan que la Cancillería no ha entrado a conocer.
Responsabilidad de protegerlos
De acuerdo a Javier Sancho, diplomático costarricense de amplia experiencia, mientras los embajadores tienen un rol político y de representación, los consulados tienen la responsabilidad de proteger los intereses del Estado que los envía y el de sus ciudadanos.
La Convención de Viena les ha asignado, entre otras responsabilidades, expedir pasaportes, realizar funciones notariales y de registro civil, así como realizar notificaciones.
“Los cónsules deben ser vigilantes de la situación de los nacionales en el otro país”, explica Sancho.
“La falta de un consulado es una amenaza no solo para los costarricenses residentes en el exterior sino para quienes van en condición de visitantes. No tener consulados expone a los ciudadanos de una forma muy peligrosa”, sentencia Sancho.
Sylvia Alvarado / Tomás Gómez
