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COVID-19: un virus mediano que no muta con facilidad y con baja posibilidad de reinfección (de lo que se conoce hasta ahora)

La enfermedad COVID-19 obligó al mundo científico a correr por respuestas. Ya son más de seis meses de investigación donde…

Por Elizabeth Rodríguez

Tiempo de Lectura: 5 minutos
COVID-19: un virus mediano que no muta con facilidad y con baja posibilidad de reinfección (de lo que se conoce hasta ahora)
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La enfermedad COVID-19 obligó al mundo científico a correr por respuestas. Ya son más de seis meses de investigación donde poco a poco se va esclareciendo el camino y dando paso a más descubrimientos y soluciones.

La ciencia tiene buenas noticias, que en la teoría son positivas pero  habrá que esperar unos cuantos meses más para tener respuestas más claras y sólidas.

Una de las incógnitas sobre este virus es sobre la inmunidad que puede producir y cuál es la posibilidad de tener una reinfección por COVID-19.

“El COVID-19 es un virus mediano, eso ya hace ver que cuando se replica va adicionando pedacitos de ADN y lo va haciendo más grande. Además tiene enzimas que corrigen errores de duplicación y es un virus que no muta con tantísima facilidad. Esto puede lograr que la respuesta inmune vaya a protegernos por un tiempo mayor”, explicó Gisela Herrera, especialista en medicina interna e infectología.

Esto conlleva a que la posibilidad de reinfección se vea disminuida o logre que el segundo contagio sea leve, si la primera vez no se obtuvo un nivel de inmunidad apropiado.

Los niveles de anticuerpos se pueden medir a través de pruebas serológicas, para las cuales el Ministerio de Salud otorgará el registro sanitario y la autorización para el ingreso y comercialización. El uso de las mismas se autorizó el pasado 28 de agosto.

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Investigación desde Costa Rica

Ana Morice, exviceministra de Salud, detalló en Costa Rica se están desarrollando varios protocolos para realizar encuestas serológicas, en conjunto con el Consejo Nacional de Investigación en Salud (Conis), y así poder comparar varios métodos de laboratorio.

“A como tenemos las pruebas de PCR para diagnosticar a las personas con el virus, también queremos realizar la medición de anticuerpos para la vigilancia. Este primer protocolo compara marcas y métodos para hacer un trabajo de mapeo que nos permita tener una estimación más aproximada del nivel de infección en Costa Rica”, agregó Morice.

El presidente ejecutivo de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Román Macaya, describió que nuestro país estudiará la inmunidad de los recuperados COVID-19, sobretodo para entender sus condiciones y su permanencia en el cuerpo.

La Agencia Costarricense de Investigaciones Biomédicas (ACIB) y la Fundación Inciensa (Funin), en Liberia, Guanacaste, serán los encargados de llevar a cabo este estudio.

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La inmunidad adquirida

El final de la espera por la producción de una vacuna está cada vez más cerca. Se estima que para finales de octubre se tengan resultados más claros y certeros sobre la evolución de una vacuna contra la COVID-19.

Las empresas farmacéuticas AstraZeneca y Moderna son quienes lideran la carrera.

“Solamente observando el comportamiento del virus, podremos saber cuánto tiempo va a durar la inmunidad natural. Esa nos dará la pauta para sacar cuántas dosis de vacuna aplicar y el intervalo de tiempo”, destacó Herrera.

Morice añadió que se debería priorizar la aplicación de la vacuna al personal de salud, así como a los profesionales que presenten mayor riesgo ocupacional, al estar muy expuestos al virus. También a las personas que presenten factores de riesgo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), explicó Morice, tiene procesos de pre-certificación con agencias reguladoras para poder realizar la documentación necesaria. Esto abarca trámites regulatorios que se requieren para poder adquirir la vacuna en nuestro país y aplicarla.

Por ahora, la CCSS resaltó que se han tenido acercamientos “muy incipientes” con las farmacéuticas que desarrollan la vacuna, en términos de orden de suministro a nivel mundial.

La Universidad de Maryland es uno de los sitios donde se empezó a aplicar la vacuna contra la COVID-19 en fase de ensayos clínicos. (Cortesía)

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Inmunidad de rebaño

El R0 es el número de reproducción de un virus. Se estima que la COVID-19 presenta un R0 de un 2,5 a un 3. Esto significa que una persona contagiada puede llegar a infectar un máximo de tres personas.

Si el portador del virus se topa con tres personas pero dos de ellas ya están inmunes (sea por vacuna o por contagio natural), entonces sólo va a infectar a una. A esto se le llama inmunidad de rebaño.

El ministro de Salud, Daniel Salas, ha resaltado que la inmunidad de rebaño sólo que logrará alcanzar cuando la vacuna ya esté disponible en el país. Sin embargo, varios estudios aseguran que el contacto entre las personas, así como el uso de mascarillas y el lavado de manos, son parte de la fórmula para combatir a este virus.

La teoría explica que el 60% de la población de un país deberá contagiarse para crear una inmunidad de rebaño y así lograr que la curva de contagios caiga, pero no se ha comprobado todavía.

“En Costa Rica, el porcentaje de inmunidad en Pavas puede que sea de un 40%, pero que en Santa Cruz sea de un 5%, esto genera una desigualdad entre las zonas urbanomarginales y las rurales”, definió Morice.

En julio, la CCSS realizó pruebas masivas en Alajuelita con el fin de encontrar el porcentaje de transmisión comunitaria en el cantón. (CCSS)

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Características del virus

La doctora Herrera detalló que se ha comprobado que, además de la respuesta inmunológica de las células B, se produce un estímulo en las células T, las cuales logran una respuesta mantenida en el tiempo que puede llegar a durar años (aunque todavía no podamos saber cuántos).

Las células T pueden mantenerse en la sangre durante años después de una infección, un tipo de memoria de largo plazo del sistema inmune, que le permiten organizar una respuesta más rápida y más efectiva cuando este queda expuesto a un viejo enemigo.

La inmunidad natural que se desarrolla de forma temprana y robusta, después de la infección del virus, neutraliza su actividad. Sin embargo, se puede presentar una reacción más tardía que invita a los anticuerpos a ser parte de una tormenta de citoquinas.

“Si el virus persiste un tiempo prolongado, produce lesiones adicionales llevando al virus a otros órganos formando antígenos anticuerpos, una respuesta inmune que más bien daña al cuerpo”, especificó Herrera.

Por otro lado, la doctora Morice agregó que un virus inteligente trata de ser contagioso para pasar de persona a persona y reproducirse, pero sobretodo evitar ser mortal porque si la persona fallece, el virus también.

“La letalidad del virus ha bajado, pero esto se podría deber a que hemos aprendido a manejar mejor los casos o que las personas con factores de riesgo se cuidan más. Pero cabe resaltar que el hecho de que los asintomáticos también puedan contagiar a otros, hace que sea un virus muy complejo de trazar”, confesó la exviceministra.

El síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS, por sus siglas en inglés), y el síndrome respiratorio agudo grave (SARS 1), son lo contrario a la COVID-19 ya que no son tan contagiosos pero su índice de letalidad es muy alto.

“El SARS 1, del 2002 al 2003 realizó tres mutaciones donde él mismo detuvo su transmisibilidad; el virus desapareció. Con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) no ha pasado, con COVID-19 tampoco esperamos que pase”, aseguró Morice.

Funcionario de salud del Hospital Jinyintan en Wuhan, cuando apareció la misteriosa enfermedad a inicios de enero del 2020. (AFP)

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