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¿Cuál es el órgano humano más potente en nuestra sexualidad?

Se ha hablado mucho de que los genitales tienen un poder incontrolable sobre las personas, se nos dice que cuando…

Por Margarita Murillo

Tiempo de Lectura: 3 minutos
¿Cuál es el órgano humano más potente en nuestra sexualidad?
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Se ha hablado mucho de que los genitales tienen un poder incontrolable sobre las personas, se nos dice que cuando estamos excitados no podemos o no somos capaces de tomar decisiones. 

Se nos  ha “educado” o pensamos que reaccionamos y respondemos con nuestros genitales ante los estímulos sexuales. Casi los idolatramos, hasta los pondríamos en un pedestal.

Construir la sexualidad implica ver, sentir, aspirar y soñar con nuevos espacios y formas de ser. La sexualidad la hemos genitalizado como si solo esa parte de nuestro cuerpo fuera la expresión de ésta.

Hemos llegado a un momento en nuestra historia en donde se hacen vitales los hábitos de alimentación, los derechos humanos y ¿qué vamos a hacer con nuestra sexualidad?, ¿Necesitamos educarla? ¿Quiénes somos? ¿Qué es esta fuerza de la que tanto hablamos y no hablamos?  Nos vuelca, nos confunde, nos inspira, nos hace sufrir, correr, llorar… 

Lo que no queremos ver

Los responsables de la salud pública fueron los primeros en abordarla, por aquello de las epidemias de las infecciones de transmisión sexual, los embarazos, los abusos; y se han abocado a controlar su expresión o sus ciclos.

Empero, nuestra sexualidad se escabulle y no es solo eso; eso es lo que vemos, pero ¿Qué hay de lo que aún no queremos ver? Una joven de 14, 15 o 17 años embarazada, rica o pobre, no es solo eso,¿Qué vacíos afectivos tiene? ¿Sufrió abuso en su infancia, cómo lo resolvió o lo sanó?. Y además, no es solo la muchacha embarazada.

¿Qué hay del muchacho o el adulto soltero o casado que también se embarazó? Por lo general lo ignoramos, ¿Cómo les enseñamos a nuestros hombres a asumir  su masculinidad? Que también es la masculinidad de las mujeres, entendida esta como la necesidad de desarrollarse, de surgir, de autonomía.  ¿Para qué criamos a nuestros hombres y mujeres? ¿Para edificar familias? o ¿Para dejar al “garete” sus actos?

Mientras a nuestras preguntas “sexuales” les demos respuestas genitales, solo habrán reacciones genitales y de acuerdo al desarrollo sexual (que será tema de otro artículo), cada uno de nosotros está en perfecto equilibrio y desarrollo armónico con el otro, hombres y mujeres, jóvenes y viejos. Empecemos a crecer, a integrar, a conocer.

Sexo = afecto (sentimientos), vinculo, apego. Amor, es expresión erótica, afectiva, es expresión espiritual.  ¿Y es eso ser soñador? ¿ O es ser humano? ¿Qué quiere usted para su vida y la de sus hijos/as?. ¿No cree que estamos todos en el mismo barco?. No solo educamos a nuestros hijos/as, nosotros los adultos también debemos educarnos, crecer y creer con ellos y ellas.

La expresión de nuestra parte erótica

Y de acuerdo a la respuesta de nuestra pregunta inicial, ¿Cuál es el órgano más potente? ¿Serán los genitales? ¿Nuestro corazón? Definitivamente, el órgano más potente es nuestra mente. Ahí está todo, está la expresión de nuestros sentimientos es decir lo afectivo, está la expresión de nuestra parte erótica, está la construcción de nuestros valores y nuestra espiritualidad.

Y nosotros los humanos en la expresión de nuestra sexualidad somos tres grandes manifestaciones integradas entre sí (corazón, cerebro y piel) y correlacionadas, es decir: las tres se manifiestan y deben ser consideradas cuando abordemos y eduquemos la sexualidad.

Primero debemos partir de que somos seres afectivos; necesitamos del afecto para vivir, por lo tanto, será por medio del afecto y la comprensión de lo que sentimos, así como, del manejo adecuado de los sentimientos la base de cualquier comunicación profunda entre humanos.

Dra. Margarita Murillo Gamboa
Fundación para la Promoción de la Salud.
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