Cuando la tecnología no es suficiente

Natalia C Alfaro para El Observador

Ustedes saben que yo soy una embajadora de la apropiación social del conocimiento tecnológico como una herramienta de desarrollo. Sin embargo hay momentos en que simple y sencillamente la tecnología NO es suficiente.

Para algunos emprendedores contar con plataformas digitales, redes sociales, servicios de mensajería instantánea, aplicaciones, páginas web, conectividad por fibra óptica; tener los últimos dispositivos para grabar y editar videos como un profesional para adaptarse; y manejar un modelo de negocio sustentable bajo esta “nueva realidad” no es suficiente.

Cuando inició la pandemia se inundaron todos los medios y redes sociales de contenido gratis a cambio de tener datos del usuario (lead magnets), a la vez que nacieron una gran cantidad de gurús con la pomada canaria para salir de la crisis. Ha sido tantísima información a un click que ahora yo me pregunto: ¿cómo cambiamos el estado mental en los consumidores para que ahora decidan pagar por un servicio que se han acostumbrado a recibir gratis? 

Vivir experiencias

Estuve conversando con los DJ’s nacionales de Jalamelule quienes el sábado anterior hicieron una fiesta de pago, transmitida por Zoom que llegó a 60 burbujas sociales. Además de mucha diversión en ese “sandungueo virtual” quisiera rescatar tres cosas para que tomemos nota y los apliquemos en nuestros negocios.

¿Qué hicieron? Generaron una experiencia para un público meta definido, no era sólo conectarse y escuchar música cuatro horas, porque para eso se pone YouTube o Spotify, sino que convirtieron ese sentimiento de muchos jóvenes de “ahh me muero por ir a bailar a la discoteca” por “quédese en casa y yo le tengo el sábado resuelto para que la pase súper bien” y de la forma más parecida a como lo hacía en los fines de semana. 

¿Cómo lo hicieron? Buscaron desde amigos hasta gerentes de marcas importantes y desarrollaron una estrategia para promocionar la venta de sus productos de forma conjunta. Además de anunciarse en diversos medios de comunicación y estar en redes, le enviaron a  influencers invitaciones y un kit de fiesta para tener mayor alcance. 

¿Qué valor dieron? Una historia para contar que inicie una tendencia de boca en boca. Los asistentes pudieron postear en sus redes sociales fotografías de una actividad diferente, conocieron a personas fuera de su burbuja, tomaron y bailaron en el “sandungueo” a como lo hacían en algún sábado de enero y pues bueno, todos en ese target están sedientos de esa “normalidad”.

¿Rentable?

Los DJ’s – Quani y Loki – me comentaban que el proyecto es muy joven como para saber qué tanto las personas se puedan adaptar y qué tanto están dispuestas a participar, para que puedan llegar a ser tan rentables como un evento presencial. Yo por mi parte pienso que los consumidores van a empezar a pagar por fiestas, capacitaciones, conferencias, clases y otros eventos virtuales en el momento que sepan distinguir entre “humo” y el verdadero conocimiento.

También el público valorará cuándo los colegas que presten servicios no sucumban a la tentación de rebajar descomunalmente sus precios, cuando el tiempo invertido es incluso mayor que la modalidad presencial. 

Sin embargo la historia no es tan próspera para algunos. Los números nos dicen que gracias a la pandemia el 60% de emprendedores en Costa Rica ha cerrado o disminuido. Se estima que en seis meses el 80% habrá muerto al ser negocios de subsistencia o necesidad que por más que apliquen toda la tecnología del mundo, su cadena de valor no es lo suficientemente robusta para ser parte del 20% que permanecerá.

Así que, si después de éste artículo ve que necesita reinventarse y replantearse la forma en la que está dirigiendo su negocio puede escribirme.

Natalia C. Alfaro cuenta con más de 7 años de experiencia gestionando proyectos en ciencia, tecnología e innovación alrededor del mundo

Es emprendedora y enseña a niños y adultos a pensar de forma creativa, futurista para que puedan construir una sociedad más próspera.

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