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Cuando tres jóvenes en Limón pintan sueños, no hay lluvia que pueda con ellos

Suellen Ramírez Méndez seguramente no imaginaba lo que vería, casi en sus narices, esa mañana de viernes al abrir la…

Por Ana María Parra A.

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Cuando tres jóvenes en Limón pintan sueños, no hay lluvia que pueda con ellos
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Suellen Ramírez Méndez seguramente no imaginaba lo que vería, casi en sus narices, esa mañana de viernes al abrir la puerta de su casa. Parecía que hacía poco había despertado, aún llevaba su pijama, y solo ella sabrá, el porqué cargaba un gato en los brazos.

Lo cierto es que, su cara lo decía todo: “¿qué es lo que está pasando aquí justo al frente de mi casa?” Es que ella abrió la puerta y se encontró con un grupo de gente que había tomado las paredes de la Escuela Rafael Yglesias, en Limón centro. Tenían escaleras, tizas, brochas, pinturas, cintas métricas…todo lo necesario para pintar en grande.

Sí, en la casi centenaria escuela -tiene 97 años de construida- y que registra una matrícula de 600 estudiantes, estaba pasando algo inusual: de la mano del reconocido pintor Adrián Gómez, tres jóvenes estudiantes de secundaria pintaban sus propios dibujos para armar un gran mural.

Eran los ganadores del concurso “Pintando por un sueño” impulsado por la Fundación Tejedores de Sueños. Ahí estaban entonces, Karina Vargas Torres del Liceo Nuevo de Limón (primer lugar); Gerson Castro James, del Colegio Técnico Profesional (segundo puesto) y Djorkaef Alfaro Gamboa, del Liceo Nuevo de Limón (tercer puesto) dejando una marca positiva.

Y como sus aspiraciones fue lo que plasmaron, el proyecto del mural lleva por nombre: “Pintando sueños”.

Dos días, dos luchas


Djorkaef Alfaro Gamboa, el pintor Adrián Meza y Gerson Castro James posan frente al autorretrato del primero, ya terminado.

Bajo la guía de Adrián Gómez, la faena empezó temprano el viernes. En ese mismo día convulso donde buena parte del país registraba bloqueos, marchas de estudiantes y de transportistas, ellos cuatro hacían arte.

Primero fueron las medidas, luego vinieron las tizas para enmarcar los recorridos que harían todos con brochas y pinceles. Cada joven tenía su dibujo, y cada uno tenía entonces una porción de la pared tan azul de la escuela.

Sobre escaleras, pintor y aprendices apresuraban el paso porque la lluvia en Limón ha estado insistente; majadera en hacerse notar con fuerza. Y esa mañana de viernes no fue la excepción; cayó agua del cielo obligando a buscar buen resguardo a ese equipo tan creativo.

Esta es la obra del pinto Adrián Gómez, quien guió a los jóvenes. El artista donó su trabajo y sus honorarios profesionales para esta causa.

Pero de repente. La lluvia les dio un respiro, un espacio corto que aprovecharon, así fuera enfundados en impermeables, para pintar hasta donde ella se los permitiera. El viernes no fue suficiente para terminar una obra de casi seis metros de largo.

Así que el sábado; padres de familia, gente de la comunidad, funcionarios de la Fundación Tejedores de Sueños, el pintor experimentado y sus aprendices regresaron al sitio para terminar de dejar ahí, sus sueños.

Pero hubo alguien a quien se le echó de menos; Karina Vargas no pudo llegar ese sábado. Vive en el barrio Liverpool y los bloqueos de los manifestantes le impidieron el paso. Pero la buena parte del dibujo que ella empezó con sus propias manos, fue terminado por sus compañeros.

Como un tributo a Karina Vargas,, su compañera que no pudo llegar a pintar,
Djorkaef Alfaro Gamboa y Gerson Castro James posan en el dibujo que creó ella.

Y llovió de vuelta ese sábado. Pero como si se tratara de un especial favor, cerca del mediodía salió el sol; en un tiempo suficiente como para que la gran obra diera punto final.

Una pintura más se sumó a las tres propuestas plásticas de estos jóvenes limonenses: una obra que Adrián Gómez hizo en sitio y que deja también su firma en lo que todos esperan sea: un mejor lugar donde poner la mirada cuando la esperanza falta.

En un lugar mejor

A sus 14 años de edad, Karina Vargas Torres, sueña en grande. Su dibujo era una ciudad desarrollada; una ciudad del primer mundo con rascacielos, grandes autopistas, antenas y demás.

“Yo lo que quiero es poder seguir en el colegio y llegar algún día a la universidad para poder ser una profesional; una persona que pueda ayudar a tener ciudades así para vivir mejor”, contó ella a El Observador.

Karina vive en el barrio Liverpool. Y ha contado con el apoyo de sus padres, tanto en el concurso como el día en que pudo participar del mural.

Escalera al cielo

Gerson Castro James, de tan solo 12 años, pintó una escalera que lo lleva a lo más alto de sus sueños, de sus metas. Cada peldaño representa ese descanso positivo donde se apoya, y se apoyará, para llegar todo cuan alto quiere llegar.

La familia, los valores, las metas y en el último, y el principal, parar él: Dios.

Gerson vive en el barrio Colares 1 y siempre le ha gustado dibujar, cuenta su madre Islee James. Así, Gerson parece ser de pocas palabras pero de mucho qué decir desde el dibujo.

“Yo lo motivé a que participara en este concurso. Como madre, yo valoro que él pueda distraerse con algo sano, con algo que lo pueda llevar por un mejor camino y no por el camino de las drogas o la delincuencia. Estoy orgullosa de él y de lo que ha podido lograr”, confesó Islee James quien sola se hace cargo de su hijo.

“Yo le digo a Gerson: ‘vea papi yo no tengo grandes riquezas para darle pero tengo amor y lo apoyo en lo que usted quiera para llegar ser una persona con futuro. Su única herramienta es el estudio'”.

El sueño de graduarse

Un autorretrato tan claro como el agua: el sueño de Djorkaef Alfaro Gamboa es poder graduarse. “Me pidieron que pintara mi motivación. Mi motivación es poder seguir en el colegio porque quiero, algún día sacar una carrera”, contó a El Observador , tiene 12 años de edad.

Pintar en una pared, que es abismalmente más grande que una hoja de papel, fue para Djorkaef un reto y a la vez, una diversión. Pero lo más relevante, y él lo tiene claro, fue haber puesto, con pintura y con su propia imagen, un granito de arena para un mejor Limón. “Fue como dejar una marca mía en esa escuela, y de eso me siento muy orgulloso”.

Djorkaef, que vive en el barrio San Juan, es afín a las artes. Ya había llevado clases de dibujo en la Casa de la Cultura de Limón, y también toca la trompeta y va aprendiendo a tocar el teclado sin profesor alguno. Aprende viendo tutoriales por Internet.

“Yo lo quiero, algún día, es llegar a ser ingeniero”. Así de claro, y directo, tiene Djorkaef ese futuro que quiere alcanzar.

Fotografías cortesía de la Fundación Tejedores de Sueños.

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