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Dark Matter: no solo entretiene sino que también invita a la reflexión y tiene resonancia

Dark Matter se mueve en una línea deliberada entre la ciencia-ficción de alto concepto, el drama introspectivo y la exploración obsesiva de la física cuántica.

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Dark Matter: no solo entretiene sino que también invita a la reflexión y tiene resonancia
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Popcorn506 para El Observador

En este rincón, ya hemos hablado de la calidad que tienen muchas de las producciones de Apple.

Esta plataforma, que no es tan prolífica ni popular como Netflix, Prime o Disney si que tiene un porcentaje de acierto bastante alto y conoce muy bien cómo satisfacer las necesidades de su público.

Dark Matter es todo un rompecabezas de ciencia ficción tal como “El problema de los tres cuerpos” de Netflix. Estas series deberían llevar una advertencia que aconsejara a los espectadores evitar toda distracción, ya que querrán dedicar toda su atención a este complejo y alucinante territorio.

Ambas series tienen su origen en novelas populares y, aunque Dark Matter no es tan ambiciosa como su prima metafísica, también se centra en un concepto que invita a la reflexión.

Dark Matter está protagonizada por Joel Edgerton, Jennifer Connelly y Alice Braga que nos lleva a un mundo sobre la superposición cuántica — (El gato de Schrödinger)–.

Aquí un científico ha descubierto el modo de viajar a universos paralelos y descubrir vidas y realidades alternativas. Pero no todo es tan deseable como podría parecer en un principio.

Un gran punto de partida…

Lo bueno de las películas y las series de ciencia ficción es que, por su género y sus reglas, se permiten planteamientos mucho más atrevidos o imaginativos.

En el nombre de la ciencia futura, casi todo es válido. Y, en este caso, nos encontramos ante un punto de partida genial, en el que Jason Dessen, un profesor de física termina siendo arrastrado a un mundo alternativo y tiene que descubrir cómo puede volver al que era su hogar, con su familia y sus circunstancias.

La clave está en una gran caja que ha construido su versión alternativa de ese mundo en el que se encuentra. Al entrar en esa caja, es posible acceder a multitud de mundos paralelos, cada uno con sus diferencias.

Pero, aunque esto es una ventana a grandes posibilidades, también es una ventana a enormes peligros, por lo que hay que tener mucho cuidado con las puertas que se abren. Y aquí se encuentra el punto de conflicto principal: Jason está abriendo demasiadas puertas.

Un desarrollo complicado del personaje, Joel Edgerton

A pesar de todos los puntos favorables que posee, Dark Matter se queda un poco encallada según avanza su trama. Y es que este tipo de historias, al igual que sucede con las que tratan sobre viajes en el tiempo, pueden resultar demasiado enrevesadas según se profundiza en ellas.

Para Edgerton es una oportunidad de asumir múltiples versiones del mismo personaje, cada una de ellas moldeada por la experiencia vivida y distinta.

Pero manteniéndose lo suficientemente cerca de su plantilla común como para resultar creíble: la historia no tiene tiempo para arquetipos perezosos de “bueno” o “malo”.

Sin embargo, al igual que la realidad cambia y se transforma, también lo hace la forma de la narrativa en general: los episodios pasan del estudio dramático de los personajes al misterio conspirativo, al thriller de venganza e incluso al eco ocasional de una serie episódica de ciencia ficción de los noventa.

Línea deliberada entre la ciencia-ficción

Dark Matter se mueve en una línea deliberada entre la ciencia-ficción de alto concepto, el drama introspectivo y la exploración obsesiva de la física cuántica.

Y aunque este equilibrio tonal funciona en gran medida, su marco a veces cruje bajo la tensión.

En algún punto, la serie requiere demasiada concentración para no terminar perdido, entre los distintos Jasons que van apareciendo y que hasta ese momento no se sabe de dónde han salido o qué es lo que pretenden.

Es cierto que tanta confusión hace que nos identifiquemos perfectamente con su pobre mujer, a la que nadie es capaz de explicarle de un modo convincente qué es lo que están viendo sus ojos.

Es aquí donde encontramos algunos huecos narrativos y de guion; pero que finalmente llegan a resolver y desarrollar la historia, permitiéndolos comprender mejor lo que está ocurriendo; no, sin dejándonos ese mal sabor de boca por algunas inconsistencias.

Pero aun así merece la pena

Es cierto que estos problemas durante momentos centrales de la temporada pueden disturbar ligeramente la experiencia.

Pero también es verdad que el conjunto de la serie permite disfrutar, sobre todo a aquellos a los que más les gusta el género y a los que quieren series que planteen dilemas morales, filosóficos o sociales.

Por supuesto, si ya damos por hecho que la calidad de los efectos técnicos es muy alta y que la historia es atractiva y original, solo nos queda fijarnos en el reparto.

Los tres nombres principales, que también son muy conocidos por el gran público, no solo le dan caché a la serie, sino que le aportan un nivel muy alto a la interpretación.

No obstante, no son los únicos, ya que hay otros nombres tal vez menos llamativos pero que, igualmente, mantienen el listón arriba, como Dayo Okeniyi, Jimmi Simpson y Oakes Fegley.

La Caja permanece, esperemos segunda temporada

Llama la atención que el creador del proyecto, Blake Crouch, haya alcanzado su gloria profesional como escritor y, precisamente, esta serie se basa en su best seller homónimo.

La novela de Crouch, de ritmo frenético, es lo bastante contundente como para ser devorada en una sola sesión larga, mientras que la serie reelabora la historia central en nueve episodios de casi una hora de duración.

Dark Matter habría perdido gran parte de su textura si se hubiera reducido a la película de dos horas que se planteó originalmente, esta adaptación a serie podría haberse beneficiado de un paquete más ajustado, tipo Mini-Serie, con uno o dos episodios menos.

Ahora bien, dado que el resultado ha sido bueno, esperamos que nos regalen una segunda temporada próximamente. Las posibilidades, como las de los mundos paralelos, vuelven a ser infinitas, aunque Blake Crouch aún no ha escrito esa segunda novela.

Popcorn506

 

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