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De la diversión al peligro mortal: basta con dar pocos pasos para quedar desprotegido en barrio La California

Este no es un viernes cualquiera en “La Cali”. Son cerca de las 10:00 p. m. y es evidente que…

Por Josué Alvarado

Tiempo de Lectura: 5 minutos
De la diversión al peligro mortal: basta con dar pocos pasos para quedar desprotegido en barrio La California
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Este no es un viernes cualquiera en “La Cali”. Son cerca de las 10:00 p. m. y es evidente que todavía no ha empezado la “vida nocturna”.

A estas alturas de la noche apenas calienta la música y llegan a los bares los más jóvenes o los que se tienen que devolver a sus casas temprano porque los deja el último bus o se les vence el permiso.

Un guarda de seguridad que trabaja en uno de los bares esquineros de este reconocido barrio dice que será hasta las 12:00 m.n. cuando “se arme” el ambiente. Ya se pueden ver algunos grupos de amigos, jóvenes en su mayoría,  a las afueras de los negocios, a la espera de que “se arme”.

Mientras tanto, es imposible no pensar en que, mientras este viernes volvió a arrancar la fiesta en este concurrido sector de entretenimiento en la capital, hace una semana atrás el joven de 19 años Marco Calzada también disfrutaba entre ese ambiente de algarabía antes de dejarlo, al caminar tan solo algunos metros y morir asesinado.

A las 10:00 p. m., hora a la que estuvo Marco Calzada en La California el pasado fin de semana, la fiesta apenas inicia. (Alonso Solano | El Observador).

Gran despliegue policial 

No era un viernes cualquiera, al menos no para los cuerpos policiales. Este primer fin de semana inmediato a la tragedia de Marco Calzada la atención se centraría en este espacio de entretenimiento y sus alrededores.

Agentes de Fuerza Pública, de la Policía Municipal y de la Policía de Tránsito se instalaron en las cercanías de todo el sector, incluidas las afueras del Cine Magaly. Los efectivos estaban en parejas y en menos de 100 metros se podían contar hasta 12 de ellos. De nuevo, a una hora a la que todavía no hay atisbos de multitud, a unas dos horas de que aquello se convierta en una especie de feria.

Pero además, el Concejo Municipal de San José aprobó semanas atrás cerrar el paso vehicular por 100 metros de La California y convertir la calle en un boulevard. Para entrar en él hay que pasar por un cordón de seguridad.

Entonces, un hombre o una mujer le van a pedir que levante los brazos. Le tocará unas tres o cuatro partes de su cuerpo tratando de encontrar droga o alguna arma. El chequeo  no dura más de cinco segundos con cada persona y al analizar la escena no se puede dejar de pensar en los miles de lugares que quedaron sin revisar en cada persona donde perfectamente se puede esconder cualquier sustancia u objeto.

El director de la Policía Municipal de San José, Marcelo Solano, explicó a El Observador que este intento por mejorar la seguridad de la zona finaliza en julio, luego analizarán si tiene lógica mantenerlo o hasta ampliarlo a otros sectores.

Al mismo tiempo reconoce un déficit de personal que llega a los 535 efectivos y cuya labor sería vigilar el cantón capital.

Durante dos meses hay un plan piloto para revisar a quienes entren a un sector de La California. (Juan Pablo Arias | El Observador)

El asesinato de Calzada provocó una reacción en distintos sectores. Jefes policiales deberán rendir cuentas en la Asamblea Legislativa, a pocos metros de donde ocurrió el crimen, mientras que algunos cuerpos  policiales empiezan a trazar estrategias para atender la gran cantidad de personas que visitan barrio La California.

Mientras tanto, el ministro de Seguridad, Jorge Torres, lanzó al aire la posibilidad de disminuir el horario de funcionamiento de los negocios, pues él tampoco puede asegurarle a la población que estará a salvo a esa hora, como sí a otra del día.

Es como si la seguridad cediera y le diera a la delincuencia un lapso del día para operar.

Comerciantes han reaccionado molestos contra Torres y le recuerdan que la seguridad no se resuelve cerrando negocios, limitando el comercio y a la población. Le piden hacer su trabajo, es decir, ofrecer seguridad ciudadana.

La luz y la seguridad disminuyen conforme se camine hacia las afueras de La California (Alonso Solano | El Observador).

Seguridad se esfuma

Pero el gran despliegue policial es evidente en las cercanías de los bares, donde hay luz, grupos de personas, ventas de comidas, alguno que otro baile en media calle y una variedad de negocios ofreciendo sus servicios.

Hace falta moverse algunos metros, hacia las afueras de este sector, para notar la disminución en la vigilancia policial.

Solo hace falta caminar unos pocos pasos y se encontrará con la oscuridad del Parque Nacional y la sombría fachada de la Estación del Atlántico. La misma falta de luz se encontrará si transita por Cuesta de Moras, hacia la Plaza de la Democracia.

De hecho, esta segunda ruta fue la opción de Marco Calzada, quien luego de atravesar las cercanías de la Asamblea Legislativa y cruzar la Avenida Segunda fue interceptado por sus asesinos. Lo agredieron de muerte y le robaron el celular para luego venderlo.

El viernes 24 de junio, una semana antes de la muerte de Calzada, asesinaron a otro joven, a Manfred Barberena, en las cercanías de las paradas de buses de Cuesta de Moras. El ataque ocurrió a 50 metros de donde este viernes había una pareja de policías evidentemente armados.

Caminando por las cercanías de estos barrios, que convocan a la juventud, a la celebración y al ocio se vuelve imposible no pensar en que hace apenas algunos días Marco Calzada era parte de este grupo de personas que, naturalmente, espera el fin de semana para compartir con sus amigos.

Ese viernes por la noche cualquiera de las personas que transitaba por la zona corría con el mismo riesgo del joven de 19 años al que le arrebataron la vida con arma blanca. Solo era necesario que estuvieran llegando a la fiesta y tuvieran que caminar desde el parqueo o desde las paradas de buses, hasta la zona de los negocios.

Esto los obligaría a pasar no solo por puntos sin policías o poco transcurridos. Hay muchas zonas oscuras y la infraestructura se convierte en un cómplice de los delincuentes. En el caso de Marco fue interceptado entre uno de los quioscos de ventas y los negocios. Casi una trampa.

Este viernes se exponían al mismo desenlace de Marco y Manfred cuando se despedían de la zona. Tarde o temprano. Con la fiesta en éxtasis o a tempranas horas, como lo hizo el adolescente.

Lo único necesario es avanzar unos pocos metros y quedar fuera del radar policial y de las pocas luces que iluminan los sitios públicos.

En medio de la oscuridad y la soledad, tal vez y alguna cámara de seguridad les esté viendo mientras transita por el centro de San José. A Marco lo grabaron 17 de ellas sin que esto cambiara el resultado fatal.