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Décadas de disputa legal concluyen en salida de Librería Lehmann de emblemático edificio

El antiguo y hermoso edificio en la Avenida Central que la Librería Lehmann ha ocupado durante los últimos 103 años,…

Por Marco Marín

Tiempo de Lectura: 6 minutos
Décadas de disputa legal concluyen en salida de Librería Lehmann de emblemático edificio
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El antiguo y hermoso edificio en la Avenida Central que la Librería Lehmann ha ocupado durante los últimos 103 años, entrará en el listado de propiedades para alquiler, luego de que sus históricos inquilinos pongan fin a su estancia el próximo 30 de setiembre.

La edificación se ubica entre calles 1 y 3 y fue construida entre 1916 y 1917 por la compañía – en ese entonces – Librería Lehmann Sauter, fundada y presidida por Antonio Lehmann Mer. Sin embargo su título de propiedad pasó al Hogar de Ancianos Carlos María Ulloa en 1951.

El traspaso dio pie a una disputa legal que inició en 1979, pero que se originó en 1933, se magnificó en 1946 – tras la II Guerra Mundial – y se arrastró hasta el presente.

“La gota que derramó el vaso ocurrió hace dos años”, explicó el actual presidente de la Librería, Antonio Lehmann Gutiérrez, a El Observador.

Disputa por deuda y procesos

La empresa tuvo dos sedes previas a establecerse en 1916 en la Avenida Central, entre calles 1 y 3. (Marco Marín/El Observador)

El empresario aceptó que mantiene una deuda de ¢32 millones con el Hogar Carlos María Ulloa, como forma de protesta por la falta de atención para el mantenimiento del inmueble, el cual fue declarado Patrimonio Histórico Arquitectónico y Cultural en el 2016.

Lisbeth Quesada, presidenta de la Junta Directiva del Hogar Carlos María Ulloa, aseguró que la Lehman no solicitó los permisos adecuados para cobrar los arreglos que tuvo que asumir.

La administradora del Hogar desde el 2009, Sonia Valerín, afirmó que las citas para gestionar estas diligencias se tramitan de forma expedita, algo que Lehmann Gutiérrez refutó de forma vehemente.

“En general sí, porque si es a nivel de Junta Directiva y es algo que se requiere urgentemente, se habla y se llama a los directores. No es algo que se limite ahí, a que vamos a tardar dos meses en darles respuesta”, dijo Valerín

“Mentiras. ¿Por qué razón? Cómo es posible que si esto (la inversión en la estructura) pasó a inicios de mayo, cuando comienzan las lluvias y me dicen: ‘vénganse a final de mes’, que es cuando la Junta Directiva se reúne”, replicó Lehmann Gutiérrez.

Llueve sobre mojado

La administración de El Hogar Carlos María Ulloa, ubicado en Guadalupe, es la encargada de velar por los bienes de esta institución. Entre ellos el edificio Lehmann. (Facebook)

El empresario asegura que en mayo del 2017, los efectos de un aguacero se magnificaron a causa del bloqueo de las tuberías de desagüe del techo, lo cual causó que el agua se acumulara y la estructura cediera. “Se abrió el techo, se cayó, se pudrió todo. Solo la restauración del techo fueron ¢82 millones, sin tomar en cuenta las pérdidas de inventario. ¿Usted ha visto un libro mojado? Es una pasta”, agregó.

Lehmann asegura que solicitó una reunión a la Junta para el día siguiente al incidente. Pero fue atendido hasta diciembre del 2018, y solamente tras detener el pago de alquiler y amenazar con una contrademanda.

Mientras tanto, Quesada, quien asumió la presidencia del Hogar en enero del 2019, aseguró que la administración pasada decidió no resarcir los gastos en los que incurrió la empresa en los arreglos. “Cómo es un asunto de Patrimonio Nacional y, cómo dice la ley, el inquilino tiene que pedir permiso sobre los arreglos. Para que ambas partes se pongan de acuerdo en lo que se va hacer. Ellos no hicieron ese procedimiento”, aseveró.

La jerarca también disputó la suma alegada por el empresario. “Parece que no son ¢80 millones, sino 57”, dijo. Añadió que la salida se debe a un tema contractual, que se da a partir del 2015 cuando se estipula una renta mensual de ¢5.535.000 mensuales.

Antonio Lehmann Gutiérrez, junto a sus familiares del mismo nombre y que velaron por la empresa a lo largo de los últimos 123 años. (Marco Marín/El Observador)

Sin embargo Lehmann Gutiérrez mantiene que la falta de un acuerdo a raíz del techo fue la última de muchas disputas entre ambas partes. Iniciaron en 1979, cuando surge el primer contrato de arrendamiento, y escalaron en el 2000 por el incremento de la renta, aceptó.

Larga historia y dilemas legales

Para 1985, el arrendamiento subió a ¢150 mil por mes, según el contrato mostrado por Lehmann Gutiérrez. (Marco Marín/El Observador)

De acuerdo con el empresario, a raíz de una disposición legal que existió en Costa Rica, durante la I y II Guerra y el periodo entre ambas, las personas de origen alemán no podía ser dueños de activos. La administración se vio obligada a traspasar los títulos a otras personas.

La empresa vendió – por un precio simbólico – las acciones a Antonio Peña Chavarría, médico de la familia Lehmann. Por otro lado traspasó la propiedad al sacerdote alemán, Enrique Kern, ambas personas de confianza. El objetivo era tener un control cruzado. “En diciembre de 1941, entra la guerra. y en 1942 salen los primeros alemanes de Costa Rica a los campos de concentración en los Estados Unidos. Son varias centenas de familias”, explicó Lehman.

Una de las primeras fotografías de la fachada del actual edificio y la cual data de la década de 1940. (Cortesía Lehmann)

“En 1941 él (Kern) mantiene el edificio y dos años después lo sacan de Costa Rica. En ese momento es donde comienza el problema. Él se la traspasa a una señora que se llama María Ramírez Sáenz. Cuando Kern vuelve de la guerra, en 1946, ella se lo devuelve a él. Paralelamente, entre ese año y 1948 la familia Lehmann hace su regreso a Costa Rica”, agregó.

Sin embargo Kern no podía devolver el inmueble a Lehmann Ringwald, abuelo del actual gerente. ¿La razón? Peña, a quien se le confiaron las acciones de las empresas, aceptó devolverlas, pero a un precio mucho más elevado del primer monto simbólico. “De traspasar el edificio, Peña lo podía reclamar”, detalló el empresario.

La familia alemana logró comprar las acciones en 1954 pero Kern falleció en 1951. Poco antes de su muerte, el sacerdote alemán volvió a dejar la propiedad a nombre de Ramírez Sáenz, quien está vez lo donó al también presbítero Carlos María Ulloa, fundador del Hogar de Ancianos que lleva su nombre.

Lehmann Gutiérrez asegura que entre 1951 y 1979, se le pagó a Ramírez un monto, por lo que la sorpresa fue “gigantesca” cuando surgió el primer contrato de arrendamiento, el cual era de ¢25.000 colones.

Actual propietario

Nueva entrada al establecimiento. (Cortesía Lehmann)

El Hogar Carlos María Ulloa, de 143 años de antigüedad y ubicado en Guadalupe, atiende a 220 adultos mayores. Según Valerín, manejan un presupuesto anual de ¢1.800 millones, con una planilla de 192 funcionarios.

“El lugar es muy grande, entonces, en términos de seguridad, mantenimiento y de todo lo que se necesita para atender a estas personas, el presupuesto es bien grandecito”, aseguró Quesada.

“En las ayudas que recibimos, de las agencias gubernamentales, nos cubre un 32% y la parte restante le corresponde a la institución con fondos propios. Como que nos sobre la plata, no nos sobra. Se oye como mucha, pero no para atender 220 adultos mayores”, añadió Valerín.

El centro tiene otros dos alquileres que ayudan con el ingreso de fondos. Uno de estos fue abandonado recientemente por el Ministerio de Hacienda.