Juan Pablo Arias
Cuando el Dr. Jekyll bebía la pócima se transformaba en el desagradable y malvado Mr. Hyde, un ser que sacaba lo peor de su personalidad. En esencia eran la misma persona, pero ahora diferente.
En pocas líneas esa es la sinopsis de la novela de Robert Louis Stevenson, ambientada en Londres y publicada por primera vez a finales del siglo XIX.
Durante semanas, ha sido la misma imagen que se ha dibujado alrededor del Impuesto al Valor Agregado, abreviado como “IVA”, que desde el 1º de julio pasado entró en vigor en todo el territorio costarricense.
El IVA también es una transformación. Comparte sus fundamentos con el Impuesto General de Ventas, cuya última definición se había dado en 1982, cuando la economía de Costa Rica era muy diferente.
En esencia son lo mismo, porque gravan el consumo, solo que ahora no se aplica solo sobre los bienes, sino que abarca también a los servicios: peluquería, odontología, mecánica, notariado, atención médica, diseño y educación optativa, entre una larga lista.
También impone una tarifa reducida del 1% a la canasta básica, pero que aplicará hasta julio del 2020.
De ahí que algunos pensaran que es tan malo como Mr. Hyde. Pero lo cierto es que el IVA lo que hace es ampliar la base para que el impuesto al consumo sea universal y pueda tener mejor trazabilidad, es decir, que permita luchar contra la evasión.
Con el cambio, Costa Rica logra modernizar el impuesto y equipararlo a lo que se aplica en el resto de Latinoamérica.
Para el Ministerio de Hacienda es una bocanada de aire. Le llevará ingresos frescos -tan necesarios para reducir el déficit fiscal- y calma las preocupaciones del FMI, la OCDE y las calificadoras de riesgo.
Arranque polémico
Para la mayoría de los bienes, como las compras en un comercio o la comida de un restaurante, el IVA se comporta exactamente igual que el antiguo Impuesto de ventas. No hay cambios, la tarifa general es la misma, de 13%.
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Pero la entrada en vigor del IVA logró un lugar en el pliego de reclamos de algunos grupos sindicales y durante la semana pasada se invocó al nuevo impuesto como excusa para bloquear calles y exigir otras peticiones.
Lo cierto es que ya no había vuelta atrás. Desde el 4 de diciembre del 2018, con la publicación de la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, el IVA ya era un hecho.
Y lo que sí se logró en este periodo es que los diputados aprobaran una moratoria de tres meses a las sanciones del nuevo impuesto. La idea es que las empresas y las personas tengan un tiempo prudencial para acomodarse a las nuevas reglas.
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La prórroga se aprobó gracias a la aplicación de una vía rápida: el proyecto de ley se presentó sólo dos semanas antes.
También hubo polémica el jueves de la semana pasada, cuando la Policía de Control Fiscal comenzó la ejecución de un programa de operativos anti-evasión en los centros comerciales del país. Lejos de una felicitación, el cuerpo policial recibió el calificativo de “inoportuno” por parte del Presidente de la República.
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Al final, la ministra de Hacienda, Rocío Aguilar, salió en defensa del operativo y explicó que no se trataba de una verificación del IVA, sino de un grupo más amplio de deberes tributarios.
También destacó el carácter de confidencialidad de las diligencias, por lo que evitó anotar un problema de coordinación con la Presidencia de la República.
Alivio para beneficiarios de 78 exoneraciones
Y para no perder protagonismo, el IVA también se coló entre los titulares del viernes, después que la Procuraduría General de la República le respondiera al Ministerio de Hacienda que antes de una derogatoria de 78 exenciones de manera tácita, lo mejor es una interpretación auténtica de la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas.
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Según Hacienda, algunas exenciones que en su momento se diseñaron para el Impuesto General de Ventas, quedaban obsoletas con la llegada del IVA. Pero la Procuraduría le llevó la contraria.
Esto fue motivo de celebración para todo el sector empresarial ligado al Turismo y a la industria de automóviles eléctricos, pues Tributación ya les había advertido que las exenciones acabarían.
El impacto del IVA
Según un análisis del Banco Central incorporado en el Programa Macroeconómico 2019-2020, la introducción del IVA tendría un bajo impacto en el nivel general de precios: alrededor de 1,1 puntos porcentuales en los cuatro primeros años de su implementación.
Para la Autoridad Monetaria, el efecto se concentraría entre julio de 2019 y junio de 2020. Y no prevé que haya efectos inflacionarios “de segunda ronda”, es decir, que provoque por sí mismo una ronda de incrementos.
Por esta y más razones, el IVA se convirtió en el personaje de la semana… y amenaza con aparecer en más encabezados a futuro. Pero al igual que le pasó al Dr. Jekyll, lo que no es probable es que vuelva a ser el mismo de antes.
