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El milagro costarricense: ¿Realidad o ficción?

Carlos Peña para El Observador Mientras cursé mis cursos de maestría, mis profesores extranjeros siempre mencionaban que les impresionaba cómo…

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El milagro costarricense: ¿Realidad o ficción?
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Carlos Peña para El Observador

Mientras cursé mis cursos de maestría, mis profesores extranjeros siempre mencionaban que les impresionaba cómo Costa Rica había logrado superar a sus vecinos latinoamericanos a pesar de ser un país en una posición geopolítica complicada, con una población muy pasiva a la hora de actuar y con una forma de ver las cosas “muy pura vida”.

Hace unos días escuché de nuevo esa frase, esta vez por parte del candidato presidencial José María Figueres, que Costa Rica podría volver a ser la luz que alumbraba en un entorno centroamericano a veces más deslumbrado que virtuoso. Dice el ahora candidato que Costa Rica podría volver a ser considerado un “milagro” como país si nos enfocamos en transformar el sistema educativo, productivo y logístico para enfocarnos en tecnología, inteligencia artificial y áreas de negocios de alto valor agregado.

Reflexionando sobre lo anterior considero que soñar es primordial para señalar un camino, pero sin mayores acciones podría solo ser ingenuidad.

Esta semana estuve de gira por el norte del país, en Aguas Zarcas capacité a más de 130 emprendedores en gestión de modelos de negocios efectivos para el 2022, muy enfocado en áreas de negocio de alto valor agregado, financieramente posibles y acordes al contexto local.

Considero, tomando en cuenta la idea de que Costa Rica podría ser un Singapur centroamericano, pero a la vez nuestra estructura productiva me pone a reflexionar por dónde gestar el camino y estas serían mis sugerencias:

  1. Sistema educativo basado en desarrollo de competencias: Vivimos en un entorno internacional altamente competitivo adonde es más importante enseñar el cómo obtener el conocimiento que el conocimiento mismo. Desde la escuela, colegio y universidades, especialmente estas últimas, mantienen sistemas inflexibles adaptados a una realidad que se volvió impráctica.
  2. Sistema financiero de apoyo a mercados emergentes: Seguimos con un sistema bancario arcaico programado a ser hipotequero.
  3. Marco normativo inflexible: Claramente es necesario enfocar la ley hacia el ciudadano, pero también obligar al empleado público a que ponga de su parte. Usualmente me topo con empelados públicos que en vez de facilitar el proceso solo lo entorpecen, a pesar de que la ley que les rige les permite actuar con holgura y flexibilidad, prefieren no hacerlo. Seguimos atados como país a un engañoso principio de legalidad que es más bien un principio de estorbo antes de generar bienestar.
  4. Pobre infraestructura digital: Urge un cambio sustancial en la velocidad de carga del internet ya que para subir contenido la velocidad del país sigue siendo baja, por otra parte la cobertura del internet y del mismo celular sigue siendo corta. En muchas partes del país seguimos teniendo un deficiente sistema de cobertura, al punto que en Bello Horizonte de Escazú adonde tengo un proyecto en ejecución me cuesta a veces recibir llamadas, algo inaceptable.
  5. Ambición social: Este podría ser el punto más complicado; a veces siento que como país nos mantenemos en la trampa del ingreso medio. El término de trampa del ingreso medio no es mío, es acuñado por el Banco Interamericano de Desarrollo en un informe de noviembre 2020 que habla, según sus autores, como la razón por la cual el país no avanza socialmente es una población satisfecha con lo que hay. En otras palabras, según el BID, Costa Rica no mejora porque no quiere; y no deja de tener razón. Costa Rica es un país rico en recursos, pero sencillamente no nos podemos poner de acuerdo.

En resumen, creo que el país es un gran destino para la inversión, pero sigue plagado de diferentes problemas estructurales basados en creencias limitantes mentales que la gente se las ha creído.

No espero que con la elección a las puertas el nuevo gobierno vaya a lograr concretar el milagro costarricense en pocas semanas, pero estoy seguro que siempre y cuando sea un cambio sustancial dado a personas con experiencias y un plan definido pronto pondremos al país a caminar de nuevo.

Urge pensar que ese milagro costarricense sí es posible, sí se dio una vez después del 48 y que gracias a esos cimientos hoy podemos soñar que podríamos, quizás, volver a hacer el milagro costarricense.

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