Desde la columna

El teatro de las vacunas

Por Ricardo Salas Bonilla Una imagen es un instrumento que comunica, no en vano se dice que una imagen vale…

Por Desde la Columna

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El teatro de las vacunas
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Por Ricardo Salas Bonilla

Una imagen es un instrumento que comunica, no en vano se dice que una imagen vale más que mil palabras. En la política la imagen vale el doble, la foto se utiliza para crear narrativas que calan más que la mejor arenga, ahí esta en el colectivo nacional don Pepe con el mazo golpeando el muro del Cuartel Bellavista, ahí esta Juan Santamaría con la tea, que a pesar de lo que la historia documente o diga sobre los pormenores reales sobre la abolición del ejercito o la quema del mesón en la batalla de Rivas, a pesar de los hechos, la imagen, la foto es lo que creemos. Con esto en mente, desde tiempos inmemoriales el político busca la foto, para que le vean, lo observen y le terminen concibiendo en el imaginario colectivo con una mezcla entre admiración y aceptación.

Georges Balandier en “ El poder en escenas. De la representación del poder al poder de la representación” ( Ediciones Paidós Ibérica, ISBN: 84-7509-997-1, titulo original “Le pouvoir sur scénes“) llama esto como teatrocracia, esa que se arma en escenas como la del arribo el 23 de diciembre de 2020 del avión de DHL que traía las primeras dosis de la vacuna Pfizer contra el COVID-19 a Costa Rica, en donde la apariencia de eficacia „funciona“ para la foto, pero en realidad es un andamiaje construido para falsear la realidad y sustituir los errores, es humo que pronto se disipará, como se disipó el suero equino, como se disipó la construcción y adquisición anticipada de respiradores para las unidades de cuidados intensivos.

No me malinterprete: es esperanzador que el 23 de diciembre de 2020 hayan llegado las primeras 4000 y pico dosis de vacuna Pfizer contra el COVID-19 a Costa Rica, ¡de verdad que si! Es algo remarcable, no cabe duda, pero que por trascendente, importante y esperanzador, merece ser dimensionado correctamente y entendido realistamente.

 

El mismo 23 de diciembre, al momento en que el avión de DHL todavía estaba en el aire, ya las reacciones en redes sociales y medios de comunicación eran muchas, y en sintonía con la época en la que vivimos; en la que no nos podemos poner de acuerdo ni siquiera en que no estamos de acuerdo, estas fueron o bien para sobredimensionar el hecho o bien para minimizarlo, para sacar algún provecho a la agenda ideológica, política o bien simplemente para el muy tico “choteo”, pero el hecho merece la pena ser analizado con detalle y cabeza fría.

Al recibir las primeras dosis de vacuna Pfizer, la CCSS no tenía ningún plan para una “campaña de vacunación COVID-19”, no tenía ni la logística para mandar  vacunas a zonas alejadas del valle central, ni tan siquiera los congeladores con la tecnología necesaria para mantener la vacuna. Lo que en efecto merece una severa crítica colectiva. Todo el proceso de vacunación en Costa Rica solo servirá para proteger al personal médico que actúa  en primera línea, al personal que brinda cuidado a ancianos y a estas personas de la tercera edad residente en hogares; solo un remante muy pequeño quedará para personas de riesgo fuera de esta población y nada más.

4000 dosis iniciales y luego 16 mil dosis (dosis dobles) semanales no son suficientes para anunciar una “campaña de vacunación”, primero por lo que implica la implementación de una campaña de vacunación y luego por las limitaciones de cantidad y plazos de recepción.

Anunciar como se hizo el inicio a pie de avión una “campaña de vacunación” es un acto de irresponsabilidad, que en efecto merece la crítica y protesta ante los efectos adversos que ese “espejismo” -para obtener popularidad- a la larga va a provocar en las expectativas de la población que relajará sus cuidados ante la enfermedad con la falsa “seguridad” de una próxima vacuna, asumiendo que en breve será vacunado, aunque no sea población objetivo dada su edad, situación geográfica o situación de riesgo y porque no hay una “campaña” real que llegue a el en el corto plazo.

Las autoridades han anunciado que adquirieron 3 millones de dosis ( siendo dosis dobles, esto es 1,5 millones de personas vacunadas) que estarán llegando en paquetes de aproximadamente 16 mil dosis dobles de forma semanal, esto, aunque importante y muy bueno, es otro tema que merece y acepta la crítica.

En una entrevista a la BBC, Andrew Badley, profesor de medicina molecular de la Clínica Mayo en Estados Unidos indicó, respecto a la vacuna que se había anunciado como viable: “cómo y cuándo volveremos a la normalidad está en la mente de todos, pero es muy seguro que para lograrlo haya que vacunar a cerca del 75% de la población mundial”. Estos son datos similares a los que maneja la Asociación de Vacunología en España (AEV), país que el 24 de noviembre aprobó su plan de vacunación contra la covid-19: “Con un 60-70% de vacunación se empieza a controlar al microorganismo y cortar la transmisión”, dice Amós García Rojas, presidente de la AEV.

 

Los números también coinciden con los porcentajes que la Organización Mundial de la Salud (OMS) que estima necesario para alcanzar la inmunidad de rebaño, es decir, una inmunidad colectiva mínima para frenar la enfermedad.  “Dada la alta transmisibilidad del SARS CoV-2, creemos que será necesario inmunizar entre el 60% y 70% de la población. Eso se consigue vacunando de forma segura”, dijo en conferencia la doctora Soumya Swaminathan, científica jefa en la OMS.

 

Con estas cifras, en países como México tendría que vacunar a 88 millones de personas, Colombia a 35 millones y en Perú 22 millones, por ejemplo.

 

En el caso de Costa Rica el último censo indica que la población del país es de poco más de 5 millones de personas (5.022.000),  3 millones de dosis solo alcanzarían para vacunar 1,5 millones de personas, es decir el 30% de la población. Además de esto, considerando que en entregas de lotes semanales, 3 millones de vacunas tardarán en llegar al país más de  90 semanas, que es a todas luces es un plazo impensable para una “campaña de vacunación”.

La vacuna en si es algo bueno para la humanidad, es un hito logrado en tiempo record por los investigadores científicos y producida a gran escala por las casa farmacéuticas de forma inédita, es sin duda algo bueno. Que Costa Rica esté participando en el proceso mundial entre los primeros es algo bueno,  pero es algo en el caso costarricense mediocremente ejecutado y vendido ahora mismo como algo que en realidad no es (campaña de vacunación) más por politiquería e imagen del gobierno, más para tapar fallos evidentes en el manejo de la pandemia, en cuanto a corrupción en las compras de equipos de protección, en cuanto improvisación en las medidas decretadas, en cuanto a equivocaciones de previsión del impacto futuro de las medidas, más que por ciencia o por lograr lo que se busca en cuanto a una cobertura amplia de inmunización.

 

Alegrarnos por lo bueno no justifica obviar lo malo; nada justifica elevar la mediocridad a niveles exagerados y no es incorrecto salir a señalar lo malo.

 

Al tico promedio nos gusta la narrativa de que somos “la Suiza centroamericana”. Nos gusta pensar que somos, ni más ni menos, el ombligo del mundo; mundo que no tiene ombligo, y que si lo tuviera está muy lejos de la Avenida Central de San José. Por ello el pasado 23 de diciembre no fue raro leer invenciones como “iniciamos vacunación incluso antes que al Unión Europea” o “ maravilla de nuestra CCSS ser de los primeros en el mundo con la vacuna gratis para todos”.

Y con esto en mente, sabiendo que a muchas personas en Costa Rica les gusta o necesitan creer y colocar sus esperanzas en algo o en alguien, la noche del 23 de diciembre, ahí, en la pista de aterrizaje estaban nuestros flamantes “lideres políticos” recibiendo la vacuna.

 

Don Carlos Alvarado, acuerpado por don Román Macaya y sus séquitos estaban dando “borrón y cuenta nueva” a los errores en el manejo de la pandemia y dando “un regalo de Navidad” amañado y falso, poniendo alfombra roja a dos tristes cajas de cartón, en un contenedor metálico, haciendo transmisión en vivo en redes sociales y posando para la foto.

 

Lo cual merece una fuerte crítica. Crítica a la que deberemos, sin duda, sumar una revisión y escrutinio detallado sobre los costos y sobreprecios que parece este montaje nos va a costar. Reportes preliminares hablan de una inversión de 70 millones de dólares para las vacunas e infraestructura; lo que en cálculos rápidos da un coste por vacuna superior a los $23,00 mientras que el costo en Europa se reporta en aproximadamente $12,00. Lo que, visto lo visto, con las compras de “emergencia” hechas por la CCSS de mascarillas a chatarreros o periodistas españolas, habrá que estar pendiente y seguir revisando con detalle.