Desde la Columna
Silvia Solano para El Observador
Se dice que a través de los libros y las historias que en ellos se encierran, se logran experimentar y sentir miles de vidas, conocer centenares de ciudades, de países, y de culturas, volviéndolos un recurso casi inagotable de expansión personal.
En el sendero de la lectura vamos descubriendo nuestras propias afinidades, por ejemplo, hacia una época, una región, una fantasía y hasta un tipo de prosa.
“El tiempo entre costuras”, es una novela de ficción escrita por la española María Dueñas, a quien tuve el privilegio de conocer en Costa Rica hace un tiempo. Ella irradiaba una calidez que me conectó de inmediato con sus libros.
La narración de esta novela está seccionada en cuatro partes para permitirnos ir apreciando el crecimiento de sus personajes. Además, está ambientada en un periodo entre guerras, y desarrollada en varias ciudades de España, Marruecos y Portugal.
La voz de Sira
Sira Quiroga inicialmente es percibida como frágil y superficial al expresar frases como:
“Sabía que iba a tumbar los andamios de más vidas que la mía, pero nada pude hacer por evitarlo”
También con frases como: “Me sentí incapaz de replicar, las palabras no llegaron a mi boca: como azúcar en el agua, se diluyeron en algún lugar incierto del cerebro”.
Inesperadamente, Sira hace uno de los primeros giros que le dio a su vida, con la valentía de quien parecía no temerle a los riesgos y lo refleja al decirnos:
“Supe que debía cortar con todo y lanzarme al vacío. Había llegado el momento de pasar la guadaña por mi pasado. De dejarlo al ras.”
Así, el personaje va mutando de una mujer veleta, sin un norte claro, a una que aprendió con las duras lecciones de la vida, a crecer personal y profesionalmente. Le saca el mayor partido para construirse nuevos presentes, junto a las personas que le eran importantes; logrando romper sus propias barreras mentales, convirtiéndose en una mujer valiente, valiosa y realizada.
La historia nos da un poquito de todo. Nos regala romances, entrañables relaciones de amistad entretejiendo nuevos personajes como Rosalinda, Marcus y Jamila. Y también duras experiencias cargadas de dolor.
Se disfruta de principio a fin porque es una lectura ligera pero con reveses, es cambiante, con giros interesantes y con relatos cargados de emociones que no permiten que el ritmo decaiga.
No es una novela pequeña, pero se puede ir disfrutando poco a poco sin perder el hilo del relato. Recomiendo leerla en unas vacaciones donde se puede alternar la lectura, con otras actividades que llenen el corazón.
Silvia Solano, Amante de la literatura, los viajes y las buenas historias. Blog: https://silabril.wordpress.com
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