Desde la columna

Elección directa de diputados y sistema parlamentario

por Desde la Columna
Observador CR

Por Antonio Alvarez Desanti.

De conformidad con los principios democráticos, la división de poderes y la teoría de frenos y contrapesos, el Poder Legislativo es el que tiene la más amplia representación popular, no en vano se le define como el “Primer Poder”, siguiendo esa lógica la elección de las y los diputados, debe ser ampliamente representativa de la voluntad de los electores.

Si analizamos el sistema de elección costarricense rápidamente concluimos que es todo lo contrario, el proceso se basa en listas provinciales que son elaboradas por los partidos y el votante debe conformarse con aceptarlas como vienen, sin tener derecho a poder escoger unos y no otros, sin opción de reordenar las posiciones de los candidatos y sin ningún derecho a veto.

Tengo muchos años de venir repitiendo que a los diputados los eligen menos de cien personas, que es como promedio la mayoría necesaria en una Asamblea Nacional partidaria para quedar electo candidato. Esto es así porque los primeros lugares de cada provincia de los cuatro o cinco partidos más grandes por ser nominados ya tienen su elección segura y lo que ocurre en febrero con las elecciones nacionales es una especie de ratificación.

Hay otras consecuencias negativas de este proceso, de las más lamentables es que muchos cantones pequeños prácticamente nunca llegan a tener representación legislativa, mientras que los grandes siempre tienen a varias personas electas, en al menos una ocasión la provincia de Puntarenas que cuenta con once cantones eligió de los seis diputados a cinco procedentes del cantón central.

Sin duda este sistema amerita cambios para que sea más representativo y para mi lo mejor es hacer la elección por distritos electorales para que se vote y elija nombre por nombre, con ello el votante va a conocer mejor a la persona por quien vota y esto obligará a los candidatos a tener una oferta electoral seria y a la vez a rendir cuentas del trabajo realizado a sus electores y se mejorará por mucho la representación política. Casualmente el Sistema Parlamentario es el que mejor se ajusta a esos fines.

Con lo que ha venido ocurriendo en el país, donde la fragmentación política es la regla, con Presidentes de la República, con fracciones legislativas de su partido que no alcanzan ni el veinte por ciento de representación legislativa, parece oportuno pasar del presidencialismo al parlamentarismo.

Pero sumado a lo anterior estamos viviendo otro fenómeno muy peligroso, que con la administración Chaves se ha marcado muchísimo y es que se inicia el gobierno sin un norte definido, se dirige el país por ocurrencias, sin una visión clara de donde queremos llegar, en síntesis: sin rumbo y sin equipos, por eso se dice hoy una cosa y mañana se hace otra (cancelar Fideicomiso BCR Ruta 1), lo que vale para una entidad no vale para otra (aumento salarial en el INS y la CCSS), renuncias al por mayor (Ministra Comunicación, Agricultura, Presidente de la CCSS, Vice de Agricultura).

El sistema parlamentario obliga a formar alianzas para tener una mayoría capaz de gobernar, pero para alcanzarla se debe llegar a un programa de gobierno, una hoja de ruta de la coalición y transparente de cara al país, sin secretismos. Quienes van al gobierno de diferentes partidos lo hacen con total respaldo político y no como ahora que es una decisión personal sin apoyo partidario, resultando en una representación en la mayoría de las veces políticamente débil.

Esta propuesta ya no aplica para la coyuntura actual, es de cara al futuro, pero hoy es el primer día del largo plazo por lo que debemos trabajarla con tiempo para poder implementarla, conscientes de que el obstáculo mayor es la configuración de los nuevos distritos electorales, dado que ahí cada partido y cada aspirante van a ponerse a buscar el mejor escenario para tener resultados favorables para sus aspiraciones.

Como lo he venido repitiendo, necesitamos menos política y más sentido común, por ello en el corto plazo solo nos queda constituir una oposición fuerte que sea capaz de presionar al gobierno por definiciones y por una hoja de ruta con visión de largo plazo.