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Emprendedores urgen abrazar la economía de la reputación

Por: José Pablo García Hace unos días, algunos emprendedores que recién inician su empresa, me consultaban sobre la reputación. En…

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Emprendedores urgen abrazar la economía de la reputación
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Por: José Pablo García

Hace unos días, algunos emprendedores que recién inician su empresa, me consultaban sobre la reputación. En específico sobre cuándo es recomendable iniciar a trabajar bajo este modelo de gestión del que tanto hablamos.

Esto porque la creencia para algunos es que se trata de algo exclusivo para las grandes empresas, marcas y organizaciones, pero nada más equivocado y lejos de la realidad.

Difícilmente emprendemos con un producto único en el mercado. En la mayoría de los casos, vamos a tener competencia y en algunos casos resistencia del propio entorno.

Aquí es cuando es clave iniciar un emprendimiento desde un modelo de gestión que brinde valor diferencial en el mercado.

Un mercado más exigente e inteligente

Hoy los consumidores son más exigentes e inteligentes, ya no se dejan convencer por una buena estrategia de mercadeo.

Sus decisiones de consumo no se fundamentan solo en la calidad del producto. Ellos van más allá, buscan compartir y confiar en las compañías que gestionen comportamientos responsables, medio ambientales y de cumplimiento.

Además, que tengan un propósito claro y definido, en el que el “para y por qué” se hace lo que se hace, sea más importante que únicamente el “qué” hacen.

Siempre es bueno pensar en el ejemplo del bosque para hablar del momento para iniciar a trabajar con un modelo de gestión como este.

Cuidado con la reputación

El mejor momento para tener un bosque es sembrarlo hace 20 años…. ¡Así es la reputación! El mejor momento para iniciar a construirla y cuidarla es desde el momento cuando decidimos emprender y construir una compañía, desde el día uno.

La reputación es un modelo de gestión que puede generar beneficios importantes al emprendedor. Y esta funge como una importante ventaja competitiva, ya que atrae nuevo capital financiero, incrementa el negocio y reduce los costos de transacción.

OBSERVE MÁS: ¿Son lo mismo reputación e imagen corporativa?

Pero también la reputación fomenta el desarrollo de nuevo talento, clave para el desarrollo de nuevos productos y estrategias de negocio.

Pero no solo eso: también es el mejor recurso para reducir la incertidumbre, facilita la toma de decisiones, así como la capacidad de autogeneración y de gestión.

Entonces, el verdadero valor de una buena reputación nos va a dar la capacidad de ganar una licencia social. ¿Para qué? Para operar en cualquier entorno y contexto, elemento indispensable para cualquier compañía, marca y organización, independientemente de su tamaño y mercado.

En el terreno digital

Pero hoy la reputación se juega también en una cancha digital. Y esta es la huella que va dejando la presencia digital de la compañía. Así sea con sus propios pasos o con pasos que otros usuarios y clientes den por ella.

OBSERVE MÁS: La reputación en un mundo digital

Porque a pesar de que no se tenga total presencia digital, probablemente ya la empresa aparezca en las conversaciones de la mayoría de los consumidores, o posibles consumidores, sean redes sociales, WhatsApp, etc.

Internet, potenciado por las redes sociales, democratizó las conversaciones y opiniones que se generan sobre las organizaciones en general.

En el mundo digital, lo que somos y hacemos, así como lo que no somos y no hacemos, está un clic de distancia para cualquier persona… desde cualquier rincón del mundo no hay escondites posibles.

Hay que generar confianza

Por ende, todo emprendimiento debe fundamentarse en primera instancia en la generación de confianza y gestión de la desconfianza. Lo anterior como pilar de la estrategia de negocio.

Se trata de un antídoto para la incertidumbre y miedo, rasgos predominantes en nuestro actual entorno VUCA+H (volátil, incierto, complejo, ambiguo, hipertransparente). Y esto es potenciado al máximo gracias al covid-19, y que vivimos todos los que formamos parte de una u otra forma del tejido empresarial.

Eso sí, para lograrlo urgimos construir sentimientos fuertes y duraderos en nuestros stakeholders. De esta forma se genera confianza que, a su vez, va a desarrollar actitudes positivas en los clientes/consumidores.

¿Cómo cuáles? Tales como la compra de productos o adquisición de servicios, impulso de nueva inversión e incremento de capital. También en la llegada de nuevo talento, recomendaciones desde la huella digital y el conocido boca a boca, etc.

No es fácil, pero se logra con paciencia

Iniciar un emprendimiento es difícil, requiere tiempo, resiliencia, paciencia y mucha dedicación. Por ello, no es recomendable centrar la estrategia solo en desarrollar un buen producto.

También es fundamental desarrollar un modelo de gestión que desde el inicio genere capital reputacional. Esto para ganar y mantener la licencia social para operar, y así garantizar su sostenibilidad futura.

Sus prácticas no solo deben ajustarse a la legalidad, sino que deben ajustarse a los valores sociales emergentes. Esta es la única manera de que el emprendimiento no se convierta en algo efímero o como popularmente decimos “flor de un día”, y sí en algo duradero y rentable en el tiempo.

Entonces: para que un emprendimiento y cualquier compañía sea sostenible en el tiempo, debe aprender a anticipar y entender lo que los nuevos consumidores exigen.

Vital: las prácticas éticas

Esto porque hoy requieren prácticas éticas y responsables en todos los ámbitos, sin importar el tamaño o nombre.

Cometer errores en estos aspectos es una sentencia de muerte para cualquier compañía, marca y organización que no entienda este nuevo “mantra corporativo”, como ya mencionaba en otro artículo.

Hoy la valoración sobre la percepción de la reputación de las empresas otorga a los ciudadanos un nuevo poder de influencia para reconfigurar el mundo en el que vivimos.

En conclusión, y como bien lo dicta Pau Solanilla en su libro La Republica de la Reputación: “Esta nueva realidad consolida la imparable emergencia de una nueva disciplina social: la economía de la reputación”.