Portada

Enfrentar una pandemia cuando se sueña con llegar al norte: migrantes sufren varados en la frontera

No sabemos cuándo se abrirá. Queremos seguir. (La Cruz, Guanacaste) El sol arrecia en la frontera norte costarricense, mientras la…

Por Manuel Sancho

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Enfrentar una pandemia cuando se sueña con llegar al norte: migrantes sufren varados en la frontera
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

No sabemos cuándo se abrirá. Queremos seguir.

Julian Thomas guarda esperanza pero sobre todo lamento. (Manuel Sancho/El Observador)

(La Cruz, Guanacaste) El sol arrecia en la frontera norte costarricense, mientras la lluvia amenaza en el horizonte gris. En Peñas Blancas una fila de furgones pinta la enésima crisis.

Pero a pocos kilómetros de La Cruz en Guanacaste, un fenómeno constante se complica más por la pandemia. Un grupo de haitianos se resguarda del sol debajo de un árbol, en las afueras del Centro de Atención Temporal de Migrantes (Catem). Tienen más de dos meses en suelo costarricense, angustiados ante la interrupción de su camino.

“Salud bien…no sabemos…pregunta al de seguridad”, pide inicialmente a El Observador uno de los migrantes extracontinentales. Desconocen o temen si pueden o deben hablar; qué podrían hacer; pero sobre todo las leyes de Costa Rica.

No conocemos las leyes. No sabemos“, lamenta un joven haitiano en fluido español. Es quien más habla sin decir su nombre. Un grupo pequeño pasa la aguja del Catem y se encamina a La Cruz. Realizan el recorrido bajo el sol para comprar comida, alguna prenda o sacar dinero, cuando tienen, según relatan.

No tenemos vida mejor aquí, no tienen…mis hijos no tienen vida. Aquí solo tener comida, cama, después nada”, lamenta Julian Thomas de 37 años en un español más básico. Salió de Haití junto a su pareja y sus mellizos de año y cinco meses.

Su isla natal fue saqueada y violada por España y Francia en la época colonial; arruinada por distintas dictaduras; intervenida por Estados Unidos; y (sobre)vive en crisis permanente desde el terremoto del 2010.

OBSERVE MÁS: Controversia en Guatemala por envío de deportados de EE.UU. en medio de pandemia

Tiempo y camino perdido

El Catem se ubica a pocos kilómetros de La Cruz. Es atendido por la Dirección de Migración y Extranjería. (Manuel Sancho/El Observador)

El Gobierno costarricense cerró fronteras a partir del 18 de marzo, con obvias consecuencias en la migración. Días después, se acumuló en Panamá un flujo migratorio de 2.600 extrarregionales.

En primera instancia ante la incapacidad de las autoridades panameñas por contenerlo, nuestro país los dejaría pasar. Luego se suspendió esa decisión para evitar aglomeraciones. A finales de marzo por la pandemia, Nicaragua también cerró sus puntos. El coronavirus golpea todo, incluida la migración.

Diana Padilla, gestora de los centros de aprehensión de la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME) y de los Catem, explica que en los primeros días de emergencia la población se mostró estresada pues quería continuar a toda costa.

Costó que comprendieran la situación. Se les estuvo explicando. Se les ponían noticias y ya ellos comprendieron. Vieron que no era algo de Costa Rica sino a nivel mundial“, dice. Pero la tensión crece y se acumula.

Ya no hay apoyo del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) y los oficiales de Migración buscan actividades recreativas. Pero es poco según los propios migrantes. “Es tiempo de su vida que están perdiendo. ‘A nosotros (la pandemia no nos limita), igual continuaríamos’, ellos dicen”, comenta Padilla.

OBSERVE MÁS: Costa Rica da marcha atrás y cierra puertas a migrantes extrarregionales varados en Panamá

Atención sanitaria y necesidades básicas

Por la pandemia, el país no recibe nuevos migrantes en ningún centro ni se permite ingresos en la frontera sur. Ya llevamos más de dos meses de rechazo.

Migración coordina con el Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), además de un contrato con la Cruz Roja, para manejar la parte sanitaria y desinfectar constantemente. Incluso según dijo Padilla, hubo dos casos sospechosos en el Catem Norte, con pruebas tomadas. Dieron negativo el 19 de marzo.

“No están en calidad de aprehendidos. Tienen libre tránsito. Pero se les ha instado a que permanezcan lo mayor posible dentro de las instalaciones. No tienen necesidad de salir porque tienen todas las necesidades básicas“, explica Padilla.

Migración solo les permite salir en grupos pequeños de cuatro. Entre ambas instalaciones se atienden casi 300 migrantes:

  • Catem Norte: 118 personas – 33 de ellos menores de edad
  • Catem Sur: 167 – 58 menores

OBSERVE MÁS: Migrantes atrapados en México viven «aterrorizados» ante amenaza de COVID-19

Riesgo de traficantes y necesidad de un estatus legal

En las carpas del Catem Norte se dan las necesidades básicas de higiene, alimentación y poder dormir. (Manuel Sancho/El Observador)

No es la primera vez que Costa Rica – un país de paso – vive presiones por la migración. En abril del 2016, se disparó un movimiento migratorio que llegó a más de 26.000 extrarregionales ese año (más que la población de La Cruz), de africanos, haitianos y cubanos, entre otras nacionalidades. La administración de Luis Guillermo Solís abrió el Catem en La Cruz ante la emergencia.

A mediados del 2018, el Centro también recibió nicaragüenses, luego del inicio de la más reciente crisis en el país vecino por la represión del régimen de Daniel Ortega. El Estado debe definir las políticas, pero ha buscado la asesoría de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

El jefe de Misión de la OIM de Costa Rica, Roeland de Wilde, señala que ya han apoyado con protocolos. Ante la irrupción de COVID-19, se realizaron acciones de comunicación y perifoneos en las zonas fronterizas como Upala.

Pero de Wilde priorizó la necesidad de dar un estatus legal básico a estos migrantes, para que puedan trabajar si existiese la oportunidad; acercarse a las autoridades; y conocer sus derechos, con miras a que no sean abusados por traficantes o tratantes.

“Es muy importante en tiempos de pandemia. Si un migrante siente que porque es irregular se tiene que esconder, esto puede traer muchas dificultades”, explicó el diplomático. También es vital realizar entrevistas y diagnósticos de las necesidades de los migrantes. Así se les puede comunicar sus opciones para entrar a un camino migratorio regular.

OBSERVE MÁS: Migración deportó a 6 nicaragüenses que permanecían en Centro de detención

De Wilde destaca el trabajo de los funcionarios ticos, pero reitera que la gestión de la población es compleja, y se suma el coronavirus y la barrera de idioma. Todo con el riesgo latente de organizaciones criminales que trafican a humanos.

La Dirección de Migración trabaja con traductores para el francés e idioma criollo (creole) que hablan los haitianos. Y la OIM mantiene proyectos por mejorar la infraestructura existente para los migrantes en las fronteras.

Pero mientras, Julian Thomas y decenas de migrantes más acumulan frustración en La Cruz de Guanacaste. “Sí espero poder llegar”, dice con fe cansada, pero consciente de que las fronteras humanas no se arrancan una a una, y en el aire una pandemia trunca sus vidas ya vulnerables.

OBSERVE MÁS: OIM dona a Costa Rica implementos de atención para evitar la propagación de COVID-19