Rodrigo Díaz
Francisco Soto para El Observador
Trabajar con las personas para mejorar la competitividad en las organizaciones genera resistencia en la mejora de sus competencias laborales. Pero lo que realmente es difícil de gestionar es el estrés, la frustración y el agotamiento que esto trae.
La pandemia como sus consecuencias económicas han obligado a muchas organizaciones a reinventarse y también su personal. El personal necesita ahora más que nunca fortaleza emocional para la gestión del estrés que produce esta reinvención continua y rápida para ser competitivos.
Por lo tanto las competencias laborales exigen tener resiliencia para gestionar la frustración que supone el momento en que se aprende algo y se tiene que olvidar, porque ha quedado obsoleto, sabiendo que no se puede parar.
Mejora de las competencias laborales
La mayoría de las organizaciones sigue formando a su personal con métodos del pasado, con capacitaciones generalizadas, enfocados en el rendimiento y sin enfocarse a las competencias laborales de cada individuo.
Lo cual genera efectos negativos en la cultura de la organización, debido a que el personal no se siente valorado por el aporte que da por sus aptitudes, experiencia y conocimiento.
Las organizaciones que desean competir tienen como prioridad implementar una cultura de autodesarrollo, que ayuden a mejorar las competencias laborales. Pero la misma resistencia de las personas es difícil de extenderla. En países donde se implementa la cultura del autodesarrollo los porcentajes de participación en estos procesos son inferiores al 30%.
¡No queremos aprender! ¿Nos tienen que obligar?
Las personas en general son curiosas y tienen una motivación para el autoaprendizaje tanto en su vida cotidiana como en su trabajo, pero hay tiempos y situaciones en los que se necesita tener la sensación de crisis y urgencia para tomar más en serio autodesarrollo en las competencias laborales.
Por la coyuntura que vivimos, las organizaciones deben ser más claras con su personal y ayudarlos a concientizar los riesgos que lleva no estar vigente en el conocimiento y la mejora de sus habilidades.
Además deben invertir con motivación extrínseca, mediante la creación de grupos de aprendizaje, de práctica, de gestión, de investigación, entre otros, que aporten valor tanto a nivel de conocimiento como motivacional.
Los responsables de dirigir al personal en las organizaciones deben comprender que establecer una cultura de autoaprendizaje de las competencias laborales ayudará a mejorar los resultados, a ser resiliente ante los cambios, innovador de forma continua, además de tener al personal motivado, pero lo más importante a un costo de inversión bajo y eficiente.
¿Las organizaciones en nuestro país están capacitadas para a diseñar ecosistemas de autoaprendizaje útiles, motivadores, divertidos y que enganchen y acompañen al personal en su aprendizaje para mejorar sus competencias laborales?
Rodrigo Díaz
