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Ética: ¿Hago lo que puedo, lo que debo o lo que quiero?

Raquel Artiñano para El Observador No todo lo que quiero puedo, no todo lo que puedo debo, ni todo lo…

Por Berlioth Herrera

Tiempo de Lectura: 2 minutos
Ética: ¿Hago lo que puedo, lo que debo o lo que quiero?
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Raquel Artiñano para El Observador

No todo lo que quiero puedo, no todo lo que puedo debo, ni todo lo que debo quiero. Probablemente encontremos un nivel de felicidad o paz si obtenemos congruencia entre lo que se debe y se puede. No obstante, encontramos muchos desvíos en el camino.

En mi experiencia, podría decir que en la vida empresarial se cumple este mismo paradigma. Los negocios son todo un arte, y conjugan la estética y la estrategia con la ética en su día a día. En opinión muy personal, en la medida que uno de esos ingredientes falte, los riesgos automáticamente se incrementan exponencialmente.

Con todos los escándalos de corrupción en los últimos años, se sigue abrazando la creencia de que si actuamos con ética no seremos competitivos, o no llegaremos a la facturación anual deseada, o al cumplimiento de los objetivos.

En ese escenario, no hay congruencia ¿Cierto? Sabemos nuestros objetivos, hacemos lo que podemos, pero ¿hacemos lo que se debe? ¿Está hecho de forma correcta?

En esta era de las personas, el comportamiento ético de individuos y empresas es un exigible, ya no es si “lo logré”, es “cómo lo logré”. Tener la certeza de que si lo hago como “debe ser” será sostenible en el tiempo, pero si lo logro “a como dé lugar” es muy factible que no sea sostenible, y no sólo ese objetivo, sino que se verá herida su reputación y con ella la relación con entidades bancarias, socios, clientes, colaboradores.

No es sostenible, en el tiempo, una empresa que está inmersa en el repudio por corrupción. El costo asociado a recuperarse, más esa censura social que raya en una completa cancelación o, como lo llamábamos en la escuela “ley de hielo” será el principio del fin. Súmele a todo eso, el hecho de que ese acto indebido que marcó su reputación estará casi que para siempre en internet y todo lo bueno que haga para retractarse y empezar de nuevo, será o muy caro o infructuoso.

Abrace la cultura de la ética en su organización. Mapee sus riesgos y gestione un sistema de compliance a su medida, con ello patrocinará el cambio en su organización, le dará más años de vida y así pondrá su granito de arena en contra de la corrupción.