Ambiente

¿Fue el 2020 un año de inflexión para las emisiones de CO2?

El 2020 fue, contra todo pronóstico, un año notable para el clima: las emisiones de gases de efecto invernadero registraron…

Por AFP

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¿Fue el 2020 un año de inflexión para las emisiones de CO2?
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El 2020 fue, contra todo pronóstico, un año notable para el clima: las emisiones de gases de efecto invernadero registraron una caída récord y la demanda de energías fósiles retrocedió.

Las medidas de confinamiento tomadas para luchar contra la pandemia del covid-19 habrán provocado una caída de 7% anual de las emisiones de CO2, según la ONU y el grupo Global Carbon Project.

La ONU calcula que habría que reducir las emisiones de 7,6% anual entre 2020 y 2030 para cumplir con el objetivo del Acuerdo de París de contener el calentamiento a +1,5 ºC y limitar las catástrofes climáticas.

Pero con la distribución masiva de varias vacunas contra el coronavirus en 2021 y la esperada reactivación económica, ¿2020 será una excepción o marcará una tendencia más duradera de caída de las emisiones de CO2?

“Me temo que si los gobiernos no adoptan medidas fuertes, esta caída de emisiones ser{a seguida por un repunte”, declara a la AFP el director de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol.

La actitud de China

Sin medidas “verdes” contempladas en los planes de recuperación económica, “volveremos al mismo punto en el que estábamos antes de la pandemia”, agrega.

La actitud de China, primer emisor de gases de efecto invernadero, será un “test importante”, según Birol.

“China fue el primer país que registró el coronavirus, el primero que decidió un confinamiento y que sufrió una ralentización de su economía”. Pero también fue “el primer país cuya economía se reactivó y hoy las emisiones son más importantes que antes de la crisis”, afirma el director de la AIE.

El proyecto Energy Policy Tracker que llevan a cabo 14 institutos de investigación calcula que los países del G20 prometieron en sus planes poscovid al menos 234.000 millones de dólares de dinero público en favor de las energías fósiles, frente a 151.000 millones para las energías limpias.

Según los cálculos de la ONU, la producción de petróleo, gas y carbón debería reducirse de 6% anual hasta 2030 para limitar el cambio climático a +1,5 ºC.

En cambio, los Estados prevén aumentar la producción de energías fósiles de 2% anual, pese a los bajos precios de las energías renovables.

Kingsmill Bond, de Carbon Tracker, espera que 2019 pasará a la historia como el año en que las emisiones de CO2 tocaron techo.

Pero para la climatóloga franco-canadiense Corinne Le Quéré se trata de un “escenario optimista”. “No es el más factible”, añade.

Subvenciones “ineficaces”

Las energías renovables son una alternativa a las fósiles, pero su auge se ve frenado por las subvenciones con las que cuentan las fuentes más contaminantes, como el petróleo y el gas.

Los países del G20 invierten unos $300.000 millones en ayudas “ineficaces” a las energías fósiles, según Fatih Birol.

El apoyo público procede “principalmente de los países emergentes, que crearon una competencia desleal con las energías limpias, distorsionando los mercados y provocando un uso ineficaz de las energías”, crítica.

2020 también será el año en que varios países, incluidos grandes emisores de CO2 como China y Japón, se comprometieron a alcanzar por primera vez la neutralidad carbono.

De cumplirse estos compromisos, el calentamiento se limitaría a +2,1 ºC, según el grupo Climate Action Tracker. Y aunque sería insuficiente respecto a los objetivos del Acuerdo de París, al menos mejoraría la trayectoria actual, de +3 ºC para 2100.

Para 2021, Corinne Le Quéré prevé un repunte de las emisiones, antes de que toquen techo o aumenten todavía durante algunos años, hasta que las inversiones limpias empiecen a surtir efecto.

En cualquier caso, el nivel de concentración de CO2 en la atmósfera seguirá siendo elevado.

“Es como una bañera”, ilustra Le Quéré. “La concentración es el nivel de agua en la bañera, mientras que las emisiones es lo que sale por el grifo”, explica.

“Desde hace un siglo, el grifo está abierto y va llenando la bañera, es decir, enviamos emisiones a la atmósfera, que aumentan el volumen de C02. Este año solo cerramos un poco el grifo, pero sigue habiendo emisiones y el nivel de la bañera continúa subiendo”, advierte.

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