Tomás Gómez
A un año de la pandemia son muchas las preguntas que quedan por responder pero a criterio de los expertos, la genética tiene una influencia importante sobre la manera en que las diversas poblaciones han respondido al covid-19.
La explicación data, literalmente, de hace milenios y responde a otras pandemias sobrevividas por la especie humana.
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En detalle: el cromosoma 12 guarda información de resistencia a otros males similares como el Virus del Nilo o la Hepatitis C.
Hoy, a más de 40.000 años de la desaparición de los neardentales, sus rastros en el ADN perduran pese a la evolución. Incluso podrían estar ayudando más de lo imaginado en la respuesta al coronavirus.
El cromosoma 12
La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicó esta semana la revisión más completa que se ha hecho en el tema.
El documento se titula “Una región genómica asociada con la protección contra COVID-19 grave se hereda de los neandertales” . Allí se analizan ajustes genéticos presentados de hace 1.000 a 20.000 años.
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Originalmente se había sugerido que parte de la carga genética heredada de los neardentales podía generar algunas complicaciones por covid-19. Sin embargo, la nueva revisión determinó que más bien son altamente eficientes para responder al virus.
La clave está en que a partir del cromosoma 12 se puede producir una enzima capaz de degradar el ARN, que es esencial para los virus. A su vez, la rección activa otros mecanismos antivirales en las céludas contaminadas.
Nuestros parientes, los neandertales
Si todos los humanos tenemos a los neandertales como ancestros, ¿por qué las reacciones al covid-19 son distintas?
Tras analizar la respuesta genética, los expertos pasaron a determinar su alcance geográfico.
Los datos en el caso americano demostraron una mayor evolución conforme se da un alejamiento de África, que se identifica como punto de partida de los neandertales y por tanto de los humanos.
A partir de las migraciones originales, los ancestros de los humanos debieron ir adaptándose a nuevas condiciones. Fue así como se generaron variantes regionales de sus genes que se manifiestan aún hoy, varios milenios después.
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Incluso al analizar las posibles evoluciones aparecen puntos de quiebre donde es posible que se estuvieran enfrentando crisis como la actual.
“Entre los genomas humanos antiguos en Eurasia occidental, la frecuencia del haplotipo protector puede haber aumentado entre 20.000 y 10.000 años atrás y nuevamente durante los últimos 1.000 años”, explica el estudio.
Con las migraciones intensificadas del último milenio, las combinaciones genéticas pudieron intensificarse pero su esencia se mantuvo pura. Los genes neandertales solo esperaban un estímulo para pronunciarse.
