Destacado

Guerra contra las drogas incide en destrucción de bosques centroamericanos

“El tráfico de drogas y, paradójicamente, los esfuerzos para frenarlo están impulsando rápidamente la deforestación en los bosques tropicales más…

Por Marco Marín

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Guerra contra las drogas incide en destrucción de bosques centroamericanos
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

“El tráfico de drogas y, paradójicamente, los esfuerzos para frenarlo están impulsando rápidamente la deforestación en los bosques tropicales más preciados de América Central”.

Es una de las principales conclusiones de tres estudios independientes, relacionados con el trasiego de cocaína a lo largo del istmo. Las investigaciones fueron presentados el pasado 8 de octubre durante la PreCOP 25, la reunión previa a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP25) que se llevó a cabo en nuestro país.

Los investigadores Jennifer Devine, de la Universidad de Texas Tech; David Wrathall, de la Universidad de Oregon y Bernardo Aguilar, de la Fundación Neotrópica, lideraron los estudios.

En síntesis, los trabajos revelan que las políticas impulsadas por los Estados Unidos para combatir el narcotráfico en la región han empujado a los traficantes a áreas forestales remotas. Esto ha provocado una situación que denominan “narcodeforestación”.

En entrevista con El Observador, Aguilar explicó que esto se define como, “una deforestación anómala. Se detecta a través de sistemas de medición geográficos. Se caracteriza por ser de gran escala y de gran rapidez. Son bloques extensos que demuestran inversión de capital importante”.

El experto agregó que uno de los trabajos se concentró en el impacto forestal y otro en la cuantificación económica de esos daños, causados por el narcotráfico. El tercero se enfocó en el impacto de la gobernanza local como posible solución del cambio climático.

OBSERVE MÁS: Cita climática en Costa Rica cierra con llamado a más acción contra calentamiento

Trilogía

Fuente: Neotrópica

Sobre el primero, explicó que se enfocó en cinco áreas que abarcan, al menos, el 40% de las zonas protegidas en todo el Corredor Biológico Mesoamericano.

Se enfocó, de forma particular, en la Mosquitia en Honduras, la región de Conservación de Osa en Costa Rica y la Reserva de la Biosfera Maya en Guatemala.

El estudio concluyó que, los narcotraficantes, buscan cada vez más paisajes remotos, a menudo en áreas protegidas, para garantizar rutas de tránsito físico para la cocaína. El análisis comprendió entre los años 2000 y 2010.

Aguilar explicó que esto se debe a que fue en el 2005, “cuando las rutas del narco cambiaron radicalmente y comenzaron a utilizar Centroamérica como pasillo”.

Según los cálculos, esto ha generado una pérdida directa de, al menos $214 millones en recursos naturales y culturales, en cada uno de esos años.

“Es lo que tenemos que estar pagando por sustituir los servicios ecosistémicos que no tenemos. Cuando usted corta árboles, pierde: fijación de carbono, agua, calidad de aire, paisaje y por ende turismo. Es una serie de cuestiones que da la naturaleza y afecta su vida”, aseguró.

Estudios adicionales, sumados a estos, han permitido confirmar que entre el 15% y el 30% de la deforestación anual en Guatemala, Honduras y Nicaragua, entre el 2000 y el 2014, fue a causa de esta situación.

OBSERVE MÁS: La PreCOP 25 convierte a Costa Rica en la capital mundial del debate sobre el clima

OBSERVE MÁS: Diputada propone usar dinamita para eliminar pistas narco

Narcodegradación

Aguilar enfatizó que, si bien Costa Rica fue uno de los países que se incluyó en el estudio, el problema en nuestro país es diferente en comparación con Honduras, Guatemala y Nicaragua.

“El tipo de daño que más se está dando en, Costa Rica, es lo que llamamos narco-degradación. No es una pérdida grande de cobertura boscosa, si no del establecimiento de pistas de aterrizaje, senderos o sitios de bodega, en áreas protegidas”, diferenció.

El problema es aún más relevante si se toma en consideración que el 20% de las divisas que ingresan al país es gracias al turismo y que el 80% de esta actividad depende de las áreas silvestres, aseguró.

El investigador añadió que, en Osa, se han registrado casos de amenazas a guardaparques y científicos. Desconocidos les “advierten” para que eviten ciertos sectores en sus recorridos.

“Por ejemplo, el hecho de tener cámaras trampa para tratar de ver la vida silvestre, lo tienen que dejar de hacer porque les dicen que saben donde estudian sus hijos, o cosas por el estilo”, añadió.

Recursos

La situación ha generado algo que alarma mucho tanto a Aguilar como a Devine y Wrathall.

“Las políticas militarizadas de los Estados Unidos han empujado el tráfico de drogas y el lavado de ganancias espectaculares, en espacios remotos y biodiversos. Estos amenazan tanto a los ecosistemas, como a las personas”, aseguró este último.

“El deseo de lavar grandes sumas de dinero, además de establecer un control físico sobre territorios clave, ha llevado a los narcotraficantes a expandirse rápidamente en industrias que contribuyen a estos dos objetivos”, agregó el profesor de Oregon.

Aguilar explicó que han notado como el narcotráfico, en Honduras y Guatemala, ha invertido en ganadería, palma africana y minería. También sucede con la pesca, situación que podría estar presente también en Costa Rica.

Posible solución

Así se ven las extensiones sujetas a la narco-deforestación. (Neotrópica)

Los estudios encontraron que los Parques Nacionales, son las zonas más frágiles y vulnerables. Mientras que en los lugares donde hay procesos de conservación participativa, así como presencia de comunidades indígenas, la incidencia es menor.

“Nuestros hallazgos sugieren que la mejor manera de abordar la deforestación, la violencia y la inseguridad alimentadas por las drogas en la región es invertir en la gestión comunitaria de la tierra”, explicó Devine.

La profesora de Texas Tech afirma que hay que invertir más en la gobernanza participativa en áreas protegidas. Esta es una estrategia clave para combatir el tráfico de drogas y el cambio climático simultáneamente.

Andrew Davis, investigador de la Fundación Prisma, explicó que, en Costa Rica, la situación no es grave, como en otros países.

Para él, un mayor apoyo a las comunidades y los pueblos indígenas representa “una opción inmediata, y la más eficiente”. No obstante reprochó que no pareciera estar en el radar de los gobiernos involucrados.

“Es una falencia importante, pero también es una gran oportunidad para que los países realmente aborden todas estas dinámicas simultáneamente. De esta forma combaten el narcotráfico y el cambio climático”, aseguró a este medio.

Davis explicó que su fundación viene trabajando de cerca con las poblaciones Cabécar y Bribri. Desde el 2014, comenzó la cooperación y la misma ha resultado en una comunicación efectiva sobre rutas utilizadas en estos territorios, agregó.

El experto destacó que existe un programa llamado “Pagos por Servicios Ambientales”, el cual tildó de “muy importante como modelo internacional. Esos territorios reciben una cantidad sustancial de fondos, cada año, para conservar sus bosques”.

Para el vocero, esto ha sido muy importante para mantener los niveles de organización en estos lugares, agregó.

Fuente: Minae