Avenida O

Hablar es mágico

Natalia Calderón Astorga para El Observador El lenguaje es un aprendizaje natural, que aparece gracias a aptitudes específicas y se…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 2 minutos
Hablar es mágico
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Natalia Calderón Astorga para El Observador

El lenguaje es un aprendizaje natural, que aparece gracias a aptitudes específicas y se desarrolla con la interrelación social. La comunicación por medio del lenguaje es la mayor proeza de la especie humana: el lenguaje nos permite abrazar una idea, compartir nuestros sentimientos, comentar acerca de nuestro mundo y entender el pensamiento de las personas. 

En todo el mundo los niños aprenden a hablar sin instrucciones precisas. ¿Cómo lo hacen? Resulta que naturaleza y estimulación externa están entretejidas y ejecutan una danza (unidas).  La mente de los niños está enriquecida con muchos recursos para el aprendizaje de la lengua. Los estudios señalan que los varones se atrasan respecto a las mujeres unos cuantos meses, después se nivelan muy pronto.

Algunos niños dicen sus primeras palabras alrededor de los diez meses, aunque la mayoría no lo hace hasta los 12 o 13 meses. Otros no hablan hasta que tienen 19 meses.


La primera palabra

Casi nunca pensamos en por qué la primera palabra es un momento tan mágico.   Consideremos lo que está detrás de la elaboración de la primera palabra.

Dentro del proceso de desarrollo del lenguaje infantil, la pronunciación  del “ta-ta”, “da-da” o “ga-ga” -que el bebé repite para alegría de sus padres, incluso sin que nadie les enseñe cómo hacerlo-, representa la manifestación de las raíces del desarrollo del lenguaje en los humanos, según concluyen expertos.

Esta mezcla de vocales y consonantes que el bebé emite de manera natural gracias a la coordinación de los movimientos de su boca y mandíbula, es común a la mayoría de las lenguas que se hablan en la actualidad alrededor del mundo, y representan, según investigadores de los orígenes del lenguaje, los primeros intentos de nuestros predecesores por crear una forma verbal  de comunicación.

El niño tiene que  destacar la palabra “pa pa” en medio de toda el habla que escucha diariamente; también debe distinguir en dónde empiezan y terminan los vocablos de las cascadas de palabras que derraman sobre él.  

El problema del niño en este momento es similar, a lo que sucede cuando un adulto viaja a otro país y no habla el respectivo idioma, pues reconocer frases en los torrentes de oraciones que le llegan por todos lados parece inútil.   

Las palabras que oye un turista no tienen comas ni están separadas por espacios; de hecho, pareciera que la gente habla con rapidez excesiva.   Con  toda esta situación, un niño aproximadamente de 11 meses resuelve este problema y encuentra la palabra “papá” y muchas otras. Discernir “papá” es solo una parte de la solución. El segundo obstáculo al que el niño se enfrenta es resolver qué significa papá.

Por último , el niño tiene que hallar el modo preciso de acomodar sus órganos articulatorios para pronunciar esa palabra.  Saber utilizar la boca es como tocar un instrumento complejo: si uno no toca el lugar preciso, pronuncia una palabra totalmente diferente.   Por tanto, para un niño el lenguaje  es como un trabalenguas, y antes de que articule esa primera palabra debe tener múltiples logros que le van preparando el terreno para lograrlo.

Natalia Calderón Astorga. Es especialista en Dificultades del Aprendizaje; entrenadora de Disciplina Positiva, terapeuta de Lenguaje y neuropsicopedagoga.

Temas: