Desde la Columna
Dra. Isabel Gamboa para El Observador
Hace unas pocas semanas publiqué en una red social un llamado para conocer el interés que las mujeres de carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) tendrían para apoyar una tesis del posgrado que dirijo.
En menos de una semana recibí más de 70 respuestas positivas de matemáticas, micólogas, químicas, biólogas, físicas, oceanógrafas físicas, ingenieras informáticas y un largo etcétera.
Lean bien estas especialidades
Entre las especialidades de quienes me escribieron estaban: ecología microbiana, neuropsiquiatría, virología, genética molecular, astrofísica, gestión del riesgo de tsunamis, modelos de animales de laboratorio e interacciones entre humanos- cocodrilos.
También había especialistas en protozoarios parásitos del ser humano y exovesículas, bioluminiscencia, biología molecular, biotecnología marina, biología evolutiva del desarrollo, proteómica, conservación de felinos silvestres y biocombustibles.
Y si no es suficiente también me escribieron mujeres con estudios en anatomía vegetal, micropaleontología, enfoque en radiolarios, genética humana, ecotoxicología, leucemias agudas, neurofisiología, genómica funcional y comparativa.
Sí, igual que usted que me lee en este momento, tuve que buscar algunos de esos expertises para saber qué significaban.
Esta es solo una pequeña muestra de que las mujeres estamos aquí, en todas partes, pese a todo.
Lamentables comentarios machistas
En el caso de las mujeres con carreras STEM, los obstáculos que han tenido que vencer para poder ingresar a ellas, el acoso al que se vieron sometidas durante su estudio y lo que viven aún hoy día en el ejercicio de su profesión, debería de llenarnos de vergüenza.
Son comunes los testimonios de profesionales y estudiantes acerca de los comentarios que les hacen profesores y compañeros de clase.
Algunos de estos comentarios fueron: “su cerebro es el de una secretaria”, “usted no necesita pensar si puede abrir las piernas”, “le doy medio semestre antes de que se de cuenta que las mujeres no están hechas para estas carreras”, “lástima cuerpo”… Sin hablar de aquellos actos en los que aterrizan dichas palabras.
Y cuando, en contra de todo eso, estas mujeres lo logran, entonces son ignoradas de los eventos y sus nombres se leen solo si se trata de una actividad que hable de las mujeres, es decir, como una especificidad, nunca como universal.
Circula el rumor de que el problema es que quienes organizan eventos llenos de hombres buscaron y no encontraron mujeres para invitar, como si se tratara de la Mujer Invisible, del universo Marvel.
Así que, estas científicas en tecnología, ingeniería y matemáticas tendrán ahora otra tarea: la de inventar la fórmula contra la invisibilidad femenina.
Desde la Columna
