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Kinkára: la experiencia del glamping

Muchas veces nos preguntamos sobre las opciones existentes para paseos con niños. La playa siempre es un destino popular, pero…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 7 minutos
Kinkára: la experiencia del glamping
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Muchas veces nos preguntamos sobre las opciones existentes para paseos con niños. La playa siempre es un destino popular, pero para aquellos que buscan una opción diferente, con experiencias distintas y hasta educativas, está Kinkára. 

Kinkára es un nuevo hotel estilo glamping, ubicado en Santa Elena de Pérez Zeledón, a sólo tres horas de San José. El glamping es la unión de glamour y camping en una sola palabra para así resumir esta nueva y lujosa forma de hospedaje.

Desde la entrada a la propiedad, de más de 300 hectáreas, comienza la experiencia. El ingreso está en alto y desde ahí se puede ver el “campamento” alrededor de un jardín orgánico en forma de mandala. “¡Wow!”, decimos en voz alta. ¡Eso no se ve todos los días!

La vista de Kinkára desde lo lejos,y lo alto. Una bonita imagen para refrescar la mirada. (Foto cortesía de Kinkara)

Somos recibidos en la zona principal llamada Casa Bulú. Ahí está el área de la cocina, la mesa principal y la sala de estar con una linda y amplia terraza con vistas divinas hacia Pérez Zeledón.

No hay recepción, y pareciera que no hace falta, dado el ambiente familiar y no “tradicional de hotel” que tratan de impregnar. De hecho, la comida es también estilo familiar, servida tres veces al día y a la misma hora.

Todos los huéspedes comemos juntos el menú sorpresa del chef Kuntal, de la India y quien fue traído específicamente de Londres para crear el centro gastronómico de Kinkára: comida saludable, gluten free con opciones veganas y bajo la mentalidad local de farm to table.

Saliendo de Casa Bulú camino a las tiendas de campaña pasamos por el fire pit o área de fogata, donde los chicos ya están planeando con el staff del hotel el cocinar malvaviscos en la noche.

Las tiendas de campaña son realmente: divinas, y se convierten en una experiencia única para los chicos de hoy, dado que pocos han tenido la oportunidad de acampar.

Es una combinación perfecta entre la experiencia de estar en una tienda de campaña con los lujos mínimos necesarios para poder pasar una buena noche para quienes no somos tan aventureros.

En este caso los niños decidieron irse todos a una tiendas y dejarnos a los adultos en otra. Parece el plan perfecto.

Las camas son muy cómodas, con sábanas para las noches calientes y edredón para las frías.

Las tiendas no tienen electricidad pero el hotel ha pensado en todo: la iluminación interna son luces pequeñas como las series que se colocan en el árbol de Navidad, sólo que cargadas con panel solar.

¿Y para el iPad, el celular, los audífonos y todos los aparatos tecnológicos que llevamos? No hay de qué preocuparse. Cada cama tiene una batería externa que dura muchísimas horas y puede cargar todo. Si es necesario, se pueden pedir más y con gusto las traen. ¡Mejor, imposible!

Los chicos no pueden más de la emoción y están ya desesperados por empezar a recorrer y caminarlo todo. Y ojalá poder hacer todas las actividades “¡ya!”, ¡por dicha las opciones sobran!

El Río Hermosa recorre la propiedad y es el primer destino. Caminamos por senderos de más o menos dos kilómetros hasta llegar a la poza.

Muchos de nosotros vivimos la experiencia de ríos durante nuestra infancia. Los niños de ahora, por distintas razones, no siempre han tenido esa opción. Es lindo verlos disfrutar en la poza, con agua helada pero pura y limpia; subirse en las piedras y volverse a tirar. Agua cristalina, una rica corriente y rodeados de naturaleza… eso es algo que no se tiene todos los días.

Una visita guiada por la Ingeniera Agrónoma Melina pone la nota educativa al paseo. Nos llevan a un recorrido que empieza en la huerta del hotel, los niños -y he de reconocer que yo también- aprendemos de plantas y hasta nos dan para probar algunas de ellas. Los chicos las prueban ¡y les encantan!

Claro está que las comen porque no es mamá ni papá quienes se las ofrecen… y ahora, ¡resulta que los chicos son fanáticos de las plantas y las diversas hojas de lechuga!

Quedan tan motivados con la explicación que terminamos comprando varias de ellas para llevar a casa y plantarlas en nuestra huerta. ¿Quién iba a decir?

El tour continúa por la parte de semillas donde les muestran el inventario existente, y hasta les permiten jugar con las que están ya secas. ¡Si en la escuela me hubiesen enseñado así, probablemente, mis notas habrían sido diferentes!

Ver el inventario de semillas es toda una grata experiencia. (Foto cortesía de Kinkára)

Kinkára cuenta además con su propio aserradero donde hacen sus muebles, pero además tienen la opción de vender al público. Los niños prueban la nueva creación: una mecedora ergonómica. ¡Dos para llevar por favor!

Seguimos el recorrido por el área de las gallinas y los estanques con truchas donde la mañana siguiente los chicos podrán ir con Andrés, el capataz, a alimentarlas.

Vemos además los patos volar desde algún lugar y aterrizar en el estanque. Seguro fueron los nísperos que “apearon” del árbol y decidieron tirar al estanque. 

Terminamos recogiendo huevos de gallina y de codorniz que serán utilizados en el menú de la cena, que será cocinado por el excelente equipo culinario de chef Kuntal y ahora sus nuevos sous chefs: los niños.

¡Ahora resulta que les gusta la cocina! En casa no se sirven ni el agua, pero en Kinkára están listos para competir en “Máster Chef”.

La recolección de huevos de codorniz puede resultar una interesante acción.

La experiencia de Kinkára cuenta con opciones para cada edad. Mientas los chicos cocinaban, las mamás pudimos disfrutar de la tarde con champaña y buen vino. Hablando, en ocasiones trabajando y con uno que otro selfie para las redes sociales. La Internet es tan buena que es como estar en la ciudad.

La comida es, sin lugar a dudas, espectacular. Algunos podrán pensar que un hotel de glamping estilo retreat tendrá comida tan saludable que probablemente es una lechuga que no sabe a nada, pero esta cocina es la excepción.

Además de ser muy creativa la presentación, los platillos son deliciosos. Tan ricos que hasta los niños quedaron felices y repitieron.

De desayuno: granola, frutas, panqueques y pan, ambos de banano, y hasta pinto con huevo envuelto en hoja para tamal. Almuerzos y cenas ensaladas deliciosas; burritos de kale, tacos de pescado y pollos con verduras en salsas exquisitas.

Realmente un manjar, y toda una experiencia: sentados todos en la misma mesa, pasándonos comida, refrescos, salsas y demás.

Para quienes buscan actividades de wellness existe un salón de yoga, sweat lodge y opciones para hacer retiros o actividades de team building. Durante nuestra visita compartimos con una empresa que trajo a su equipo de trabajo para hacer actividades de bonding, montañismo y yoga. 

La experiencia fue realmente única. Tres días y dos noches de glamping, en un hotel con muchas actividades para realizar; donde los niños pueden realmente ser niños: correr libremente por el área, sudar, tirarse, ensuciarse, mojarse, divertirse y aprender; mientras los adultos podemos descansar, contemplar, meditar, dormir, comer rico y tomar una que otra copita de vino.

Kinkara es un hotel administrado por Cayuga Collection. Ofrece tarifas especiales para turistas nacionales y para grupos.
www.kinkara.com
Facebook: kinkaracr
Instagram: @kinkaracr