Destacado

La Lechuza Poás Brewing: El regalo que ayudó a fermentar un negocio de cerveza artesanal

En el 2014, Marvin Rodríguez recibió de parte de sus hijos un regalo por el día del padre que cambió…

Por Marco Marín

Tiempo de Lectura: 5 minutos
La Lechuza Poás Brewing: El regalo que ayudó a fermentar un negocio de cerveza artesanal
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

En el 2014, Marvin Rodríguez recibió de parte de sus hijos un regalo por el día del padre que cambió su destino. Al empresario, dedicado en aquel momento a la exportación de flores, le obsequiaron un cupo en un curso para hacer cerveza artesanal; acudió con su hijo.

Cinco años después, Marvin y su hijo, del mismo nombre, han emprendido juntos cada paso de la compañía La Lechuza Brewery.

En ese tiempo, y con una inversión inicial cercana a los $20.000, este dúo familiar ha colocado su cerveza en diversas provincias; acaban de inaugurar su primer pub y se alistan para llevar a cabo su primera exportación.

En un mercado que podría parecer saturado, el ingenio de los Rodríguez para reinventarse ha sido clave para mantenerse vigentes en un sector donde: “todos los meses nacen y mueren al menos diez microcervecerías” y el cual ya cuenta con actores principales, según afirmó Marvín; el padre.

De esta forma han desarrollado bebidas fermentadas a base de arándanos, mangos y hasta aguacate. También han tenido que buscar nuevas formas de distribución, lo cual a la postre resultó en la fundación del primer restaurante de la marca, el cual esperan expandir en los próximos dos años.

De fea a “riquisimísima”

Rodríguez explicó que durante el curso aprendieron las bases para poder hacer el producto. Al final de la actividad, embotellaron una muestra de una mezcla que el profesor ya tenía lista para que los participantes pudieran llevar a casa.

A pesar de que siguieron las instrucciones, el cofundador de La Lechuza aseguró que, tras una semana de espera, degustaron la bebida. ¿El resultado? “Horrible. Lamentablemente, estaba feísima”. En ese momento, los Rodríguez se convencieron de que podían hacer algo mejor.

Padre e hijo se arrollaron las mangas, compraron los insumos necesarios y se dieron a la tarea de hacer una segunda prueba.

¿Cómo quedó? “¡Diay! Salió riquísima. Pero no buena, lo que sigue a buena: una cerveza riquisimísima. Dijimos: ‘vamos bien y ahora hay que hacer más cerveza para recuperar los gastos’. Ese fue el inicio”, aseguró el empresario.

Marvin Rodríguez, hijo y padre (izquierda a derecha), se sientan todas las semanas a pensar en nuevos sabores para ofrecer en su pub, ubicado en San Pedro de Poás. (cortesía La Lechuza)

Inspirados por ese éxitos, el clan se dio a la tarea de producir más para, al menos, recuperar un poco de los gastos. Así comenzaron a producir dos cajas, de 24 unidades cada una y para consumo personal, como fiestas familiares y reuniones con amistades.

No obstante, San Pedro de Poás es un pueblo pequeño, y el delicioso secreto de los Rodríguez no tardó mucho en correr de boca en boca. Un conocido de los Rodríguez les recriminó que no le habían informado al respecto.

Ese fue el primer cliente de la familia. Poco después, otra amistad que era dueña de un bar, les hizo el mismo reclamo por lo que sintieron la obligación de acomodarlo.

Con este segundo cliente, ya los Rodríguez comenzaron a “cocinar” tres veces por semana; y ello, aunado a un proceso engorroso de limpieza, los motivó a comprar equipo más grande y que permitiera producir más cerveza, en una “sentada”.

A las personas que no les gusta la cerveza amarga pueden optar por una Silver o una de maracuyá. Para los amantes de las maltas, la Red y la IPA son las recomendaciones de la casa. (Marco Marín/El Observador)

Más cerveza

De esta forma pasaron de producir 40 litros a una capacidad de casi mil litros, con dos ollas de 487 litros cada una. Sin embargo, a mayor producción había una necesidad de mano de obra o más maquinaria.

Al mismo tiempo emprendieron el proceso de inscribir la marca en el Registro Nacional, así como obtener los permisos del Ministerio de Salud y la municipalidad local.

Luego de mejorar su rendimiento, padre e hijo se encontraron con la necesidad de tener que embotellar y etiquetar más botellas. Por las siguientes tres semanas, toda la familia Rodríguez se dedicó a prestar una mano. Esto, por lo tedioso de la labor, no llegó al mes.

De esta forma, padre e hijo invirtieron en más máquinas lo cual, en el último lustro, les ha permitido incrementar su producción a entre 1.000 y 2.400 botellas, por semana, según sea la necesidad.

Poco a poco, la inversión se terminó de fermentar y el dúo comenzó a recibir llamadas de diferentes bares en Alajuela, Heredia y San José. Eventualmente, la expansión continuó y, recientemente, los buscó una pizzería de Talamanca para ofrecer su producto.

Como mercadeo, La Lechuza ha optado por la venta de artículos con la marca, como por ejemplo: camisas, gorras y vasos cerveceros. (Marco Marín/El Observador)

Obstáculos artesanales

No obstante, esta incursión en terrenos ya “tomados” por otros actores del sector comenzó a generar obstáculos para La Lechuza. A pesar de la creciente expansión, los Rodríguez tenían problemas para vender su producto en el mismo pueblo.

“A veces, por cuestiones de mercadeo de otras empresas, es muy difícil ingresar uno con su marca a un bar que ya está posicionado con las cervezas nacionales. Esas limitantes nos impedía incursionar en el barrio. Entonces decidimos abrir un pub”, afirmó el padre.

El pub no solo les permite ofrecer algo nuevo al consumidor sino que también se garantizan un punto de distribución único y propio. El local abre los viernes, sábados y domingos. Entre sus amenidades, se ofrecen cervezas que no son embotelladas y música en vivo, cada mes.

Acá, los comensales pueden degustar creaciones a base de arándanos, moras y hasta aguacate, según Rodríguez.

“Lo bonito es que el negocio va creciendo, lo difícil es sostenerlo. Hay que reinvertir la ganancia. Esto para crecer, crecer y crecer. Usted no puede parar, porque si lo hace se estanca y si eso pasa está muerto. Todos los días hay que traer algo nuevo”, agregó.

Ahora, los Rodríguez ponen su mira en los próximos pasos. El padre afirmó que esperan comenzar el proceso de exportación en unos tres meses.

Agregó que solo faltan un par de detalles, pero que ya tienen a un cliente en Florida que cuenta con una cadena de bares que quiere vender latas de “La Lechuza”.

El cambio de presentación se debe a que, de esta forma, pueden pasteurizar el producto y que dure más tiempo. Por otro lado, apuntan a expandir sus puntos de distribución propios con la apertura de nuevos pubs.

“A nosotros nos gusta volar alto. Vamos a exportar, primero. Después abrir franquicias. Pensamos en la playa, en el centro de San José. Nuestro plan es a dos o tres años. Vamos con calma. Primero nos afianzamos acá y después vamos a abarcar”, sentenció.

El Pub abrió hace cuatro meses y es para toda la familia. En cuanto a comida, la recomendación son las costillas. “Tenemos un cliente que viene desde San Carlos”, aseguró el padre. La clave, el hueso se debe desprender de la carne, para poder salir de la cocina. (Marco Marín/El Observador)