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La nueva profesión: Innovador

Innovar es la actividad más importante para una empresa hoy en día. En un mundo cambiante y en evolución constante…

Por Desde la Columna

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La nueva profesión: Innovador
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Innovar es la actividad más importante para una empresa hoy en día. En un mundo cambiante y en evolución constante no se puede negar la necesidad de generar mejoras y novedades de forma continua.

Por otro lado innovar es lento, caro e incierto. ¿Cuánto dinero se gasta en proyectos que no llevan a nada? Muchos empresarios conocen a este monstruo que se transforma de muchas maneras y que traga recursos a más no poder; un monstruo incómodo, irreverente y poco agradecido, un monstruo listo para sesgarnos, embaucarnos y enamorarnos; este monstruo se llama innovación.

Estas transformaciones del monstruo suceden debido a un elemento fundamental: la cultura de la empresa. Una empresa puede estar perfectamente estructurada, tener recursos tecnológicos y humanos de calidad mundial, procesos acordes con su modelo de negocio, voluntad y visión para generar innovación, sin embargo no va a lograr resultados satisfactorios si su cultura no está alineada con las metodologías que la innovación requiere para florecer.

Los que no están familiarizados con las dinámicas de comunicación y decisión dentro de las empresas, pensarán que si no se logra innovar, es cuestión de cambiar la cultura. Sin embargo la realidad nos enseña que la cultura es casi inmutable y para lograr avances se requiere de un esfuerzo humano muy grande, de mucho tiempo y sobre todo liderazgo; Kodak y Blackberry son ejemplos famosos de fracaso generado por una falta de cambio de cultura.

Llegado a este punto ustedes se preguntarán si todo está perdido: si una empresa no logra innovar por su cultura ¿esta destinada a no progresar y más bien retroceder? Antes de adentrarnos a responder esta pregunta, analicemos primeramente cuál es el proceso  que genera innovación dentro de una empresa.

Todo arranca con el nacimiento de una nueva idea que se produce desde lo íntimo de una persona, a partir de la observación de un problema, de una necesidad de mercado o simplemente de una nueva forma de poder generar valor. Richard Ogle, en su libro “Smart World” enfoca claramente estos procesos  explicando que una idea nace de la combinación de imaginación, intuición y perspicacia personal. Una persona con una idea nueva puede compartirla dentro de un grupo para validarla, descartarla, ampliarla, compararla, mejorarla y manipularla  y es aquí donde comienza el proceso “social” entre varias personas que transformarán esta idea inicial en un proceso creativo de “algo que antes no existía.”

Posteriormente la estructura interna de la empresa, sus métricas, su cultura, su nivel de comunicación, su capacidad financiera y finalmente su disposición al riesgo permitirá que estas ideas creativas avancen hacia una concretización; una vez que esto suceda podremos hablar que la empresa ha logrado introducir innovación en su operación..

El largo camino desde generar una idea hasta lograr un producto o servicio innovador no sucede por si solo. Desde hace tiempo se han desarrollado varias metodologías para generar innovación, entre ellas la más famosa es el Design Thinking que, enfocándose en las necesidades del cliente, llega a proponerle lo más  conveniente y oportuno.

Esto se logra aplicando varias herramientas específicas, siguiendo un camino preciso. Otra metodología muy famosa es el CPS (Creative Problem Solver) que utiliza un proceso estructurado que analiza y aclara la situación, genera posibles ideas que lleven a la construcción de una solución que pueda implementarse.

Recientemente se ha adicionado a estas metodologías la nueva familia de normas ISO 56000 , nacida para orientar la construcción de un sistema capaz de generar innovación de forma continua, de la misma manera como la ISO 9000 ha logrado consolidar en las últimas décadas una cultura de calidad dentro de las empresas.

Una vez explicado el proceso, volvamos a la pregunta sobre la dificultad de generar innovación cuando la cultura de la empresa “no ayuda”. Es justamente aquí donde aparece la figura del “profesional en Innovación”. Las metodología arriba mencionadas utilizan procesos precisos en los cuales la participación de los involucrados es fundamental, sin embargo esta participación no es natural y casi nunca espontanea.

A veces, simples envidias o intereses personales pueden llevar un proyecto al fracaso,  a veces falta aquel empuje motivador que permita lograr los resultados esperados. Una persona que logre superar estas dificultades y amalgamar todos los elementos y que también pueda “circular”  por toda la empresa logrando acuerdos y apoyos, previendo problemas y conflictos, manejándose desde los altos niveles hasta la funciones más básicas, sin duda alguna logrará llevar la bandera de la innovación. Si miramos dentro del “job description” de esta persona profesional, vemos que no debe ser necesariamente la más preparada técnicamente.

Las competencias necesarias para cumplir con la tarea de “profesional en innovación” son múltiples e interrelacionadas, la más importante es sin duda el liderazgo: la innovación difícilmente florece con imposiciones y obligaciones, la facilidad de inspirar a todos los actores del proceso es clave para crear un flujo natural de ideas que logren ser capturadas y elaboradas.

Cabe destacar dentro de las habilidades requeridas la facilidad de comunicación, un elevada perspicacia y una atención continua hacia la visión de la empresa, así como hacia los detalles aparentemente sin importancia permiten que la persona logre energizar todo el sistema y obtener resultados consistentes y continuos a lo largo del tiempo. Así mismo, los valores personales cobran vital importancia: la ética y el respeto hacia los demás permiten alcanzar la autoridad moral necesaria para este cargo.

No es fácil indicar un camino preciso para desarrollarse como profesional en innovación, sin embargo muchas de las habilidades y metodologías arriba mencionadas se pueden entrenar y aplicar para lograr una carrera exitosa. Hoy en día muchas universidades ofrecen cursos y especializaciones en estos temas y  una persona con la debida motivación puede crecer mucho dentro de una empresa hasta llegar al puesto de CIO (Chief Innovation Officer).

Para una junta directiva o un departamento de recursos humanos no será difícil identificar los perfiles más apropiados para esta posición profesional; si la limitación actual para lograr innovación es justamente la cultura de la empresa,  la mejor forma de comenzar a cambiarla será por medio de un “profesional en Innovación”.

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