Desde la columna

La vida no espera (gran parte de ella pasa por nuestras redes, pero es más que eso)

La misión de Liberty no es ser el “pero” que impida oler el café, la lluvia, o cantar desde el alma la canción que más le mueva.

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 3 minutos
La vida no espera (gran parte de ella pasa por nuestras redes, pero es más que eso)
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Marianella Cordero, Associate Communications Manager de Liberty

La vida no espera” dice la nueva campaña de Liberty. Puede parecer extraño que seamos nosotros quienes le recordemos a la gente que está bien dejar de lado el celular. Y más al ser proveedores de señal móvil, internet y TV digital.

Algunas personas me han dicho “qué bonito mensaje, qué curioso que lo digan ustedes”. Y sí, justo por ser una operadora de telecomunicaciones me alegra que fuéramos nosotros los que propiciáramos el tema.

Como periodista soy la primera que ama la idea de la conectividad 24/7. Saber o contar qué pasa cuando sea, dónde sea, y tener en la yema de los dedos el mundo, eso es fascinante.

Me encanta la posibilidad infinita que nos da la tecnología de vivir casi en la omnipresencia, y poder evacuar prácticamente cualquier duda –grande o pequeña– con solo un par de clics.

Soy como aquel personaje de Mafalda, la tremenda Susanita, que un día dijo: “Mi problema de comunicación es no poder incomunicarme”. ¡Y eso que ella no vivía en esta era de información ultrainstantánea, inmediatez y simultaneidad!

Saber filtrar

Lo que Susanita no sabía es que también existe el riesgo de no saber filtrar esta abrumadora ola de datos y estímulos, tan rápida y arrolladora como deslumbrante.

No saber filtrar tanta información o dosificar las horas en línea puede ser muy peligroso. Mafalda sabía cuándo apagar la radio para ir con sus amigos. Nosotros deberíamos saber cuándo hacerlo también y cuándo dejar a un lado el teléfono.

Mi teléfono semanalmente me informa de cuántas horas pantalla consumí. Por supuesto, dependiendo del volumen de trabajo, estudio o interacciones sociales ese porcentaje sube o baja. Últimamente, más consciente de que la vida no espera, ese porcentaje ha tendido a bajar.

Me propuse estar más “online” con la vida que con el móvil. Y me rinde tanto el tiempo, ¡tanto! No hice foto del momento, pero el domingo me senté en una cafetería josefina a tomarme un café al lado de la ventana.

Comenzó a llover, y pasó algo sublime: se mezclaron el aroma del café con el de la tierra mojada. Pude haber tomado una foto y contarlo, pero dejé el teléfono en la cartera, seguí aspirando el petricor y conscientemente me dije: “dejalo así, vivilo. Qué rico”.

En 2023 estuve en el concierto de mi artista preferido. Sí, grabé una canción completa que a veces me gusta volver a ver en video. Pero el resto de esa noche fue cantar, gritar y aplaudir sin tener en la mano el teléfono. Lo viví primero, lo recordaré siempre. Pero eso de grabar todo para subirlo porque sí, sin haberlo disfrutado con todos los sentidos antes, eso no.

Momentos irrepetibles

Saber que la vida no espera es saber cuándo aprovechar ese momento irrepetible. A veces sí, da un gusto enorme compartirlo en línea, y a veces dejárselo para uno lo hace más recordable. Porque si no, se convierte en un montón de fotos o videos que se suben a la nube, pero no quedan en la piel.

La misión de Liberty no es ser el “pero” que impida oler el café, la lluvia, o cantar desde el alma la canción que más le mueva.

Es darle la certeza al cliente de que cuando más lo amerite podrá compartir eso, y que la red estará ahí –robusta, segura y confiable– para que, en el momento de conectarse a su clase desde casa, enviar el Sinpe que urge o haga la videollamada sorpresa que cruce el océano, lo hará sin problema.

La  semana  pasada todos vimos en redes miles de fotos y videos de auroras boreales y australes. ¡Qué maravilla, envidio a los que en otras latitudes lo vivieron!

Espero que la foto fuera lo último en que pensaron, que antes de tomarla y subirla lo disfrutaran boquiabiertos… es más, si no subieron la foto, no importa.

Que la foto no sustituyera lo irrepetible: el dónde, con quién vieron esa belleza, el viento en sus cara y ese espectro colorido imposible en el cielo, por encima de sus cabezas… la foto, genial. Pero la vida, mejor.

De eso se trata de una conectividad sana, que respalde y responda por lo urgente sin perdernos la vida. Sí, mi café con lluvia pudo haber sido un story, pero decidí convertirlo en un recuerdo mío, una anécdota tal vez insignificante, pero mía.

De eso se trata nuestra campaña. De poner a un lado el móvil, y vivir como Mafalda que nunca se perdió una tarde de juego en el parque.

Ahí estaban sus afectos más cercanos. ¿Cómo iba a perderse a sus amiguitos, por quedarse oyendo las noticias? Jamás. La vida no espera.