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Yaxún Víquez para El Observador
Todos los días en consulta me encuentro con una realidad muy fuerte: los seres humanos somos en muchos casos nuestros ”verdugos” más fuertes.
Tendemos a juzgarnos y criticarnos, no con la intención de mejora precisamente. Lo hacemos muchas veces desde espacios que generan dolor y culpa. Y terminamos creyendo que somos merecedores de castigos de vida por no considerarnos “suficiente”.
Damos permiso a esa voz interna que se convierte en un “juez castigador”.
Ese diálogo interno
Si ponemos atención, nos daremos cuenta que cuando no nos sentimos bien emocionalmente es porque escuchamos nuestro diálogo interno.
Y lo hacemos desde un espacio poco consciente, donde impera la necesidad de comparación con otros. O lo hacemos desde el enojo, por no poder tener el control y que las cosas no salgan como esperamos.
¿Cómo nos vamos a sentir bien si escuchamos que nunca lo vamos a lograr? o ¿qué es muy difícil, y que nunca se van a fijar en nosotros?
Siga estos consejos
Algo que funciona muy bien es permitir escuchar las mismas palabras que nos dicen esa voz interna.
Si lo que le vamos a cambiar la voz, sugiero ponerle voz de algún personaje que para usted resulte divertido, una voz extremadamente cómica.
Con cualquiera de las dos, sin importar lo que nos estemos diciendo, el efecto será muy diferente. Pruébelo.
Otra manera es cambiar en positivo utilizando primero: “Y si…” Siguiendo los ejemplos del párrafo anterior, puede decir: “Y si a partir de ahora lo puedo lograr,” ¿y si encuentro la forma de hacer fácil lo difícil? y ¿si esta persona se fija en lo bueno que hay en mí?
Haga este ejercicio constantemente y verá cómo se sentirá mejor.
¿Qué tal si se da cuenta de la posibilidad de hacerlo desde otro lugar? Desde uno que no implique el juzgarse en negativo.
Soy creyente de que existe la posibilidad de cuestionar nuestros patrones, nuestra forma de hacer las cosas con el objetivo de mejorar cada día.
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