Desde la columna

Las verdades sobre el formato de UNAFUT

por Desde la Columna
Observador CR

Por Juan Carlos Rojas, presidente del Deportivo Saprissa

Todos los años se hace un gran debate público en medios y redes sobre el formato del torneo nacional de fútbol de UNAFUT. A veces esa discusión se exacerba cuando un equipo y su afición se sienten perjudicados, o cuando sale un DT quejándose de la cantidad de partidos.

Pero más allá de fanatismos, la realidad es que es un tema que sí merece de mucho análisis y apropiado debate. Para que eso se dé, es fundamental entender correctamente el contexto y razonamiento detrás del formato actual.

Empiezo diciendo:

En otras palabras, el formato aquí no es un “invento”: hay razones importantes por lo cual existe en su forma actual. Tiene muchas cosas positivas, lo quieran reconocer o no. Pero sí está claro que hay un tema particular en donde formato falla, y eso hay que cambiarlo. Ahora entramos en eso.

Hay que entender que unos de los temas que hace muy complejo la elaboración del formato es la dificultad de balancear y satisfacer los diversos intereses que juegan aquí, tanto deportivos como comerciales-económicos. Hay diversos grupos interesados a quien hay que buscar satisfacer o al menos comprender, incluyendo clubes, jugadores, cuerpos técnicos, selecciones nacionales, afición y televisoras. Estas partes interesadas en muchas ocasiones buscan objetivos diferentes y encontrados. La elaboración de un formato que satisfaga a todos es prácticamente imposible, y por supuesto, al no ser una fórmula matemática, al análisis termina teniendo un grado importante de subjetividad.

Para ordenar esta discusión, quisiera poner sobre la mesa 3 preguntas clave que nos debemos hacer:

  1. ¿Qué factores positivos hacen que los clubes hayan aprobado el formato actual? Esto para no traerse debajo de manera irresponsable estructuras que tienen una razón clara de ser.
  2. ¿Qué es lo que verdaderamente está fallando de este formato? Se especula mucho y se habla mucha paja sobre lo que está mal; se requiere análisis objetivo y claro para llegarle al trasfondo real del asunto.
  3. ¿Cómo hacer para abordar esas falencias sin crear otras más profundas? Suele suceder que alguien cree que la solución es sencilla, pero no se analiza las consecuencias no deseadas de una decisión. Mejoremos lo que hay que mejorar, pero sin crear problemas mayores.

Antes de entrar en las preguntas clave, quiero dar un muy breve resumen de cómo llegamos aquí:

Quisiera también abordar de frente algunos mitos que se manifiestan con ligereza en algunos medios y redes:

Volviendo entonces a las preguntas que nos planteamos:

  1. ¿Qué factores positivos hacen que presidentes hayan aprobado el formato actual?

Hay una lógica detrás de cada uno de los ejes del formato, sea que la compartamos o no:

  1. Fases Finales: Como lo expliqué con datos al inicio, las fases finales son el “alma” de las competencias deportivas y, por ende, insustituibles.
  2. Torneos Cortos (con Dos Campeones Anuales): En 2007 se toma la decisión de independizar los torneos y pasar a dos campeones anuales con el fin de “democratizar” más la posibilidad de ser campeón. Algunos dirían que el título se devaluó, y puede que tengan razón. Lo que sí es cierto es que desde 1964 y hasta 2007 (43 años), sólo un equipo fuera de Saprissa, LDA y Herediano había logrado el título (Puntarenas en 1986). Desde ese momento a hoy (14 años), 4 equipos “no-tradicionales” alzaron la copa: Liberia, Brujas, Pérez y San Carlos. Se logró el objetivo de muchos de los presidentes en aquel momento.
  3. 4 Clasificados: Como mencioné, en 2011 se pasó de 6 a 4 clasificados. En ese momento se tomó la decisión porque sentíamos que 6 eran muchos: que el 50% de los equipos clasifiquen claramente devalúa la fase regular. El cambio fue un acierto: la clasificación de solo 4 equipos (33%) ha dado para una férrea y competitiva lucha por esos pocos cupos, valorizando más la competencia de la fase regular y subiendo sustancialmente el interés (medido en ratings y taquillas) de fase regular del torneo nacional.
  4. Gran Final: En torneos cortos y previo a incluir la gran final, menos del 35% de los primeros lugares terminaban campeones, y se escuchaba de jugadores y directores técnicos decir que “el liderazgo no era importante”. Ante ver una fase regular “competitiva” en la clasificación pero “devaluada” para efectos del liderazgo, en 2016 se incluye un gran “premio” al líder de fase regular: la clasificación a una gran final en caso de no ganar la fase final. Se sumó con esto un enorme elemento de “justicia deportiva”. Y, además, una serie de gran final muy emocionante, atractiva y rentable para el fútbol. Considero que esto ha sido un gran acierto.
  5. Estructura de Fase Regular: El torneo nacional es a dos vueltas todos contra todos, un solo grupo. En dos ocasiones (2020 por “necesidad” y en 2009 no sé por qué) se hicieron dos grupos para fase regular. Es una estructura sencilla, pareja y lógica.
  6. Descenso: Nuestro torneo tiene un descendido anual, de manera directa. La mayoría de las ligas de la región cercana tienen solo un descendido, aunque en Europa son 3 descendidos con ligas de 20 equipos en promedio. En el pasado, hace muchos años, hubo el famoso “repechaje” (penúltimo lugar juega serie directa contra 2do lugar de ascenso, para definir un cupo en primera). Esto es algo que se puede considerar, puesto que le agrega más competencia e interés en la parte baja de la tabla.
  7. # Equipos: Punto “álgido este”. Desde 1990 ha habido 12 equipos en la Primera División (salvo un torneo en 2011 que hubo 11 a raíz de la desinscripción forzada de Barrio México). El número de equipos ha sido un tema fuerte de debate: algunos defendiendo el por qué se debe reducir (poca rentabilidad del fútbol se diluye entre más equipos de la cuenta, sin afición ni infraestructura; menos equipos concentraría calidad, mejoraría nivel, aumentaría rentabilidad y desarrollaría el fútbol con un mejor y más competitivo producto), otros el por qué se debe mantener, y otros más abogando por el incremento a 14 equipos (más oportunidad para jugadores lo cual incide en mejor desarrollo de la industria). Cualquier cambio requiere una serie de modificaciones estructurales en la UNAFUT, la FEDEFUT y LIASCE, con lo cual es políticamente complejo hacer el cambio. De hecho, en 2020 se aprobó unánimemente por parte de los 12 presidentes un cambio a 10 equipos, pero luego la mayoría echó para atrás.

 

  1. ¿Qué es lo que verdaderamente está fallando del formato actual?

El formato hace para un torneo relativamente competitivo, que premia la regularidad, emocionante en la clasificación y emocionantísimo en las fases finales. Pero fríamente analizando el tema de formato, y habiendo abordado los diversos “mitos” alrededor del mismo, mi opinión es que la problemática trascendental es el alto número de jornadas que arroja: 56 por año.  En Europa, por ejemplo, el torneo de liga es de 38 jornadas, aunque a esto hay que sumarle los torneos de Copa (que en Costa Rica no se juega en este momento) para estar en hasta 42-44 jornadas. Este alto número de partidos deja poco espacio para preparación semanal, para Selección, para realizar un torneo de Copa, para competencias internacionales y para recuperación.

  1. ¿Cómo hacer para abordar esas falencias sin crear otras más profundas?

Si definimos que el problema principal es reducir jornadas, lograrlo no es tan fácil sin sacrificar otros temas importantes que hacen el formato atractivo en los demás ejes. ¿Cuáles son las posibles palancas para reducir jornadas?:

Como ven, no hay una “varita mágica” ni una “gran solución” a esto. Cada ajuste causa un desajuste. Pero en mi opinión partimos ya de un formato mucho más sólido de como muchos lo quieren hacer ver. En Costa Rica hemos aprendido de los errores de otras ligas, hemos incorporado mejores prácticas, y la mayoría de los componentes cumplen sus objetivos. Para dar el siguiente paso se requerirá de mucho análisis de las implicaciones del cambio y de gran maniobra política.