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Más causas, menos caudillos

Carlos Peña para El Observador Siendo que estamos en época electoral y pareciera ser que tendremos inclusive más opciones de…

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Más causas, menos caudillos
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Carlos Peña para El Observador

Siendo que estamos en época electoral y pareciera ser que tendremos inclusive más opciones de candidatos presidenciales que en 2018 hago un llamado a cada persona a revisar con detalle la propuesta política, equipos de trabajo y perfil ideológico de cada partido y candidato.

En muchas ocasiones, y siendo un país políticamente inmaduro, los partidos son cascarones vacíos de ideología y que resurgen como instituciones únicamente para procesos electorales. Los partidos que parecieran tener una ideología más definida son el Partido Liberación Nacional (socialdemocracia) y partido Unidad Social Cristiana (socialcristianismo); ¿Pero son sus acciones consecuentes con dichas ideologías?

En países más maduros, políticamente hablando, los partidos políticos tienen una vida política continua, participan de discusiones nacionales y son entes de apoyo a sus fracciones legislativas. En el caso de España, los partidos políticos participan de polos ideológicos para la preparación de perfiles políticos, apoyo y análisis de política pública y un sinfín de participaciones sociales.

Volviendo a Costa Rica he encontrado que en varios partidos un caudillismo mesiánico que hace caso omiso (o al menos parcial) a las voces del electorado nacional.

Los electores tienen tantas opciones actualmente que pueden darse el lujo de exigir propuestas políticas conforme a su realidad. Que se amolden a sus intereses y sus anhelos para la construcción de lo que debería ser Costa Rica.

La oferta electoral es muy amplia. Se estima que serán 14 o más candidatos políticos a la presidencia a nivel nacional, esto además de partidos provinciales con candidatos a diputados; unos más populistas que otros, pero realmente endulzando el oído del elector. Le dicen que podrán atender todas las necesidades y deseos de cada elector, aunque no existan recursos humanos ni financieros en muchas ocasiones para cumplir dichos discursos.

En Costa Rica hace varias elecciones el votante escoge lo que quiere para sí, lo que desea que Costa Rica sea y no lo que una oferta programática le brinda. El elector, entiendo, ve las ideologías políticas como rígidas y poco útiles.

El partido político que no ponga en el centro de su oferta política al elector está condenado a fracasar. Las ideologías políticas (libertarismo, socialdemocracia, socialcristiano, socialismo, tercera vía, etc.) son nociones que han trascendido. Ahora se busca ofertas políticas más apegadas a cumplir con anhelos y sueños del elector.

Es por lo anterior que insisto que una fórmula para ganar es la persecución de una causa. Las causas tangibles, claras y alcanzables son la forma de presentar una propuesta realmente valiosa para el elector.

Lo anterior debe de ir acompañado de un grupo de interlocutores validados porque el acceso a la información es inmediata. Hoy en día entonces se puede investigar con precesión quien es quien. Además, al tener tantas opciones políticas, el elector se ha vuelto hipersensible a vetar cualquier líder político que tenga siquiera un lunar en su carrera.

Además, las acciones hablan más que las palabras. Los discursos pueden estar llenos de eufemismos a la democracia, la equidad, la igualdad y la erradicación de la pobreza. Si no existe una causa unificadora en conjunto a un grupo de interlocutores validados por nichos sociales, entonces no calará el discurso y por ende se perderá la elección.

El caudillismo tiene el problema de generar alto nivel de entusiasmo por parte del grupo cercano al caudillo; pero nubla la visión para para poner en el centro del discurso político al elector.

El caudillismo parte de la idea que el caudillo y su grupo saben lo que debe hacerse y omiten escuchar al elector que tiene el poder de decidir qué quiere. Es a la inversa: el elector recibe lo que le dan y debe apegarse a eso; cuando la realidad de estos tiempos es que quien tiene el poder de decisión es el individuo.

Tal cual como si fuera un modelo de negocio, un discurso político, debe de atender en su complejidad al elector.

Desde hace varios años vengo creando una teoría: en Costa Rica existen alrededor de 580 tipos de elector; tomando en cuenta la atomización de intereses, regiones y perfiles. Con suficientes recursos se podría estudiar a estos perfiles y generar cápsulas informativas a cada uno de ellos con el fin de satisfacer sus necesidades y deseos.

Los partidos políticos tienen como fin ganar elecciones, existen con dicho fin. Es por ello que, como cualquier empresa, deben atender a su público con la implementación de alguna ideología política y cumplir así sus objetivos políticos, que son ganar la elección e implementar políticas públicas.

Es por lo anterior que partidos políticos no tradicionales han podido generar un impacto tan profundo en la mente del elector nacional, llegando a desplazar a partidos tradicionales. Recordemos que, en especial, la elección del 2018 giró en torno a una causa y nada más: el matrimonio igualitario. No fue alrededor de caudillos.

Los partidos tradicionales actualmente son dirigidos por personas con perfiles conocidos, pero; ¿bastará con eso para ganar una elección? En los pasados días he venido reflexionando que estos partidos deben de contestar a la pregunta de; ¿qué represento? Y responderla, no con algún recuerdo del pasado, sino con una causa tangible y accesible para pensar en una Costa Rica futurista que sea sencilla de explicar.

Los partidos políticos deben contar con personas que hayan “hecho algo” en el mundo fuera de la política. Que sean personas con causas claras y causas percibidas como justas por el elector. Hoy en día se trabaja con influenciadores y no con publicidad. El impacto de una causa justa acompañada de interlocutores validados es la receta para el éxito electoral.