Desde la Columna
Patricia Graber, directora de Personas en Liberty Costa Rica
Soy Patricia. Soy ingeniera, mujer, chilena, amante del buceo, de la vida al aire libre, de los animales y más que todo amante de trabajar con personas.
Mientras pensaba cómo presentarme en esta columna se me ocurrieron varias características de mí que no mencioné: que soy joven, que soy agnóstica, que mis padres están separados, que mi hermana tiene discapacidad cognitiva y que soy heterosexual.
Que no haya nombrado estas características en primera instancia no significa que no me definan, porque sí lo hacen.
Pero también hablan de una realidad social: cada una de ellas tiene oculto un prejuicio –sin importar si es positivo o negativo – el cual las personas tendemos a asociar, como un intento de acercar a los otros a nuestra realidad y que vean la vida con nuestros lentes.
Una persona íntegra no está definida por su orientación sexual
He tenido la oportunidad de vivir en 5 países, y algo que he aprendido con cada una de esas experiencias, es que no hay una persona igual a la otra.
Y lo que alguna vez pensé como una realidad absoluta, se vuelve subjetivo dependiendo del contexto y de la cultura en la que uno está.
A partir de esto, comencé a cuestionarme qué es realmente lo correcto y lo incorrecto, qué me hará ser una mejor persona, hija, esposa, profesional, colega y, eventualmente, una mejor líder.
La conclusión a la que he llegado es que una persona íntegra no está definida por su orientación sexual, nacionalidad o creencias, sino por sus valores y sus acciones en una sociedad.
En esta línea, dentro de mi carrera profesional, he intentado impulsar un contexto abierto y seguro para que todo quien que tenga ganas de trabajar, de desarrollarse y de salir adelante, pueda hacerlo sin miedo a ser juzgado.
Esto lo partí desarrollando a través de mi rol en consultoría por varios años. Y llevando una visión de diversidad e inclusión a diferentes industrias como la minería, la industria financiera, construcción y consumo masivo.
Sin embargo, donde más he tenido oportunidad de generar impacto es, sin duda, la industria de telecomunicaciones.
Una cultura abierta
En Liberty he tenido la fortuna de encontrar una cultura abierta para recibir a todo tipo de personas y donde, además, se impulsa la diversidad y el reconocimiento basado en méritos.
Lo bonito es que no solo llegué a esta cultura, sino que desde mi rol como líder en Recursos Humanos he podido apoyar en su desarrollo impulsando iniciativas que contribuyan a la diversidad e inclusión.
Como organización, hemos podido crear e impulsar programas que han sido disruptivos tanto para Liberty como para la industria de telecomunicaciones.
Tales como:
- Licencia parental para hombres y mujeres que incluye la adopción para parejas del mismo género
- Creación de grupos de apoyo para minorías
- Procesos de reclutamiento que protegen la equidad de género, y más importante que todo, compartimos momentos que importan.
Promover encuentros personales de discusión para compartir vivencias, historias y valores es lo que más nos ha ayudado a generar una comunidad de colaboradores que es más comprensiva, que busca entender la diversidad y aceptar a todos por igual.
Este tipo de instancias son las que más nos han hecho aprender sobre diversidad e inclusión dentro y fuera de nuestra organización.
Este es solo un granito de arena para aportar a una sociedad más diversa y justa. Pero sigue siendo importante que cada uno de nosotros ayude en este camino desde su lugar: ya sea en casa con la familia, en nuestro trabajo, con nuestros amigos e incluso con desconocidos.
Los invito a que se unan en esta búsqueda de mayor apertura para promover la diversidad e inclusión desde cada lugar, y así, crear una mejor sociedad para todos los que están aquí y los que están por venir.
Desde la Columna
