Avenida O

Mujer de treinta y tantos, soltera, alma libre y mamá perruna en cuarentena

Teresa de la O para El Observador La verdad es que no tengo ni idea de cuánto tiempo llevo sin salir…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 4 minutos
Mujer de treinta y tantos, soltera, alma libre y mamá perruna en cuarentena
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Teresa de la O para El Observador

La verdad es que no tengo ni idea de cuánto tiempo llevo sin salir de la casa… ¿30 días? Bueno, sí he salido pero para lo básico: supermercado y pasear a Ramón, mi perro.Pero de algo si tengo idea y es la aventura que conlleva ser una mujer soltera, alma libre y mamá perruna primeriza encerrada en medio de una pandemia.

Comencemos por el principio, permítanme presentarme. Soy una mujer de treinta y tantos, soltera en una sociedad que aún se preocupa porque el tren no es que me dejó, es que ni paró por aquí.

Soy una mujer independiente y empoderada en un país en el que hasta para las mismas mujeres puedo resultar intimidante; chineada, chineadora y amante de las princesas de Disney…

¿Me ayudan a explicarle esto a las mujeres feministas, a los hombres machistas y a cualquier otro esquema extremista?

Personalmente ya me rendí de las mujeres y sus envidias, de los hombres y sus inseguridades; va a sonar un poquito trillado, pero si mi alma es libre y mi ser es empoderado, ahora me enfoco en aceptar que probablemente vine a romper esquemas, a recibir la admiración de las mujeres que viven lo mismo que yo o que desearían poder ser así.

Y aceptar el amor de un hombre que me va abrir la puerta del carro, disfrutar de una cenita cocinada por mí y disfrutar viéndome ir por la vida siendo lo que yo elija ser.

Ahora sí, retomemos, ¿cómo hace un alma libre para estar hace 1 mes prácticamente encerrada o, más bien, limitada en su rutina del día a día?

Definamos “alma libre”, porque en mi vida significa comprar una entrada para irme a ver una película sola, sentarme con mi tarro grande de palomitas mixtas, gaseosa y disfrutarlo tanto o más que si hubiera ido acompañada.

Significa comprarme un tiquete de avión y realizar un viaje mágico completamente sola; significa agarrar el carro e irme para la playa a visitar amigos o sola; significa decidir vivir sola y sentarme a comer con una mesa hermosa decorada para mí (no entiendo por qué sacan sus trastes bonitos solo para las visitas).

Significa estar ahorita sentada con una taza con cereal y leche condensada, musiquita de fondo y una copa de prosecco abriendo mi alma y escribiéndoles esto.

La “cuarentena” (lo pongo entre comillas porque no tenemos idea cuantos días vamos a estar encerrados) me recibió con un ser maravilloso, con mi perro.

Ramón (#adoptdontshop ¡chas’gracias!) vino a enseñarme que una mujer independiente y empoderada también puede ser vulnerable y, sobre todo, demostrar que lo es.

Me ayuda a mantener una rutina, levantarme temprano para sacarlo porque en donde vivimos no hay patio, pensar en cómo cuidarlo con el tema del covid-19 (no muchachas, los animalitos no transmiten el virus, pero ante la posibilidad de que ellos se contagien entonces mejor cuidémoslos), me hace creer que no hablo sola, sino que ahora le hablo a alguien más, aunque no me responda, sino que solo se me queda viendo con cara de ¿por qué sos así? y se me acurruca.

Y no, no he terminado ningún libro, no me he sentado a terminar mi proyecto de graduación de maestría, no me he matado limpiando la refrigeradora.

Pero ¿sabés que sí he hecho? He bajado las revoluciones, he disfrutado el sonido de los árboles y notado como los pajaritos se escuchan más, he regado mis plantas sintiendo que la que florezco soy yo, he disfrutado las cocinadas mientras veo Netflix o hago video llamada con mis amigos.

He sentido más (paz, felicidad y también tristeza y frustración), me he permitido ver cómo mi físico va transformándose al cambiar rutinas de gimnasio por las de casa, he sentido más tolerancia por mis viejos al haber reaccionado sabiendo que no estoy lista para perderlos, me he hecho mil mascarillas, me he olvidado del brasier y los tacones, le he dado descanso a mi piel al no maquillarme, he sido más yo y menos lo que la sociedad espera de mí.

¿Y los hombres? A ver… entendámonos

A ver niñas, repitamos todas juntas: el tóxico no va a cambiar por una pandemia, solo tiene más tiempo para seguir con sus conductas destructivas, ellos no son amor en tiempos de coronavirus, ellos son tan enfermizos como el mismísimo covid-19.

¿El fijo?, no reina, tampoco son épocas para verlo, solo para mantenerlo seguro ahí, post covid-19 se retoma.

¿La desesperación por una pareja?, ¡nononono, reprendamos ese sentimiento en cuarentena y para siempre. Tomá este tiempo para realmente parar, respirar, pensar, escribir, darte cuenta quién y cómo sos, qué estás dispuesta o no a tolerar.

¿Ya sabés qué soñás, qué deseás cumplir, por qué querés una pareja, para qué querés alguien a tu lado?

Somos dos trenes que se cruzan en una misma estación, no es un tren que pasa y se queda o te deja. Esa estación tiene un lugar, un momento, una hora y una fecha, la cual no es hoy y eso está perfecto.

Seguí caminando, besando al que querás (¿sapos? No, no son sapos, son el que elegimos en ese momento), construyendo para vos, aceptando lo que querés ser y dejando de lado lo que la sociedad quiere que seás, aprendiendo a recibir sin dejar de dar, a vivir la fortuna del hoy.

Esta reflexión y sentido de la vida son el resultado de este primer mes en cuarentena.