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Napoleón: una obra con mucho empaque y con una fuerza visual tremenda

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Observador CR

Popcorn506 para El Observador

Históricamente, la figura de Napoleón ha sido enorme. Su relevancia y su influencia, así como el mito sobre su personalidad y su liderazgo, han provocado millones de palabras a su alrededor y, por supuesto, también obras de arte.

Napoleón y el cine

En cambio, en lo que se refiere al cine, los atrevimientos no han sido tantos. Tal vez temerosos por abordar una figura de tal calibre, apenas recordamos obras que retratan sus mayores hazañas.

La más famosa en la gran pantalla fue la maravillosa apuesta de Abel Gance, todavía en la era del cine mudo, hace ya casi cien años. Casi cuatro horas magníficas de cine que todavía es capaz de asombrar a los que no la conocen.

Napoleón

 

Otra opción más actual podría ser la propuesta soviética de Bondarchuck con la película Waterloo y también conocido fue el acercamiento que hizo Stanley Kubrick y que, finalmente, quedó en nada.

Una lástima que nos hayamos perdido lo que, probablemente, habría sido el proyecto más ambicioso del genio.

Exigencia desde todos los ámbitos 

Desde que se conoció que Ridley Scott sería el encargado de atacar este proyecto contemporáneo, todo se convirtió en exigencia.

Una exigencia propia del director, que, acostumbrado a acometer grandes producciones en los últimos años, seguramente sería el que más demandaría de sí mismo.

Obviamente, cuando hablamos de algo así de grande, las exigencias también estarían puestas desde el punto de vista financiero. Pero, aquí lo que nos interesa son las que nosotros planteamos, que son las artísticas. Con toda la curiosidad y los deseos de que el Napoleón de Ridley Scott sea el peliculón que corresponde.

Napoleón

El acierto del reparto y las batallas

 Para encarnar a Napoleón, el elegido ha sido Joaquin Phoenix, uno de los máximos exponentes de su generación y uno de los mejores intérpretes en la actualidad.

Para algunos sobreactuado, aquí también, pero para nosotros con una altura excepcional como actor. Tanto él como Vanessa Kirby consiguen deslumbrar y sus trabajos van a ser recordados durante mucho tiempo.

Napoleón

 

La capacidad de Scott a la hora de dirigir escenas que encarnan conflictos bélicos no ha de sorprender a nadie. De hecho, tampoco su gusto por las escenas crudas, sangrientas y muy explícitas.

Lo más reciente fue su maravillosa El último duelo, en la que nos supo mantener a todos en máximos de tensión por la capacidad de suspense y de tensión en la lucha. Pero qué decir de lo que fue capaz de hacer en Gladiator, con tantos momentos brillantes en el campo de batalla.

¿Y el rigor histórico?

 Por este lado están llegando gran parte de las críticas, sobre todo de autores intelectuales, escritores o historiadores. Falla el rigor histórico. Sí, ¿y qué?

Es una película, lo importante no es ser fiel a la realidad, sino que la historia funcione en un guión y en su equivalente en imágenes. Probablemente no exista ninguna película histórica que sea completamente fiel a la realidad, porque el lenguaje de la vida misma no es el que funciona en la pantalla.

Siempre hay que añadir más o menos dosis de ficción o de adaptación, y nuestra visión en este punto es defender la intervención de Scott y del guionista David Scarpa.

Napoleón

Lo que sí nos hizo falta 

La tendencia actual nos lleva a encontrarnos con películas que alcanzan o superan las tres horas de un modo mucho más frecuente que hace unos años.

En este caso, son algo más de dos horas y media las que nos regala Scott, pero se quedan cortas. Y no lo decimos porque nos guste tanto la película que queramos más.

Si no porque lo más evidente aquí es que ha habido cortes que provocan saltos en la narración y que impiden una fluidez plena en el conjunto de la película.

Napoleón

Con lo que tenemos delante nos podemos ilusionar con que una próxima versión extendida o el que puedan llamar montaje del director sí alcance una redondez que no podemos otorgar de momento.

Napoleón es una gran película, una obra con mucho empaque y con una fuerza visual tremenda. Pero las exigencias que llegan desde arriba amputan unas obras que, probablemente, serían mejores y menos rentables. Y ya se sabe de qué se trata este juego.

Lo primero no es el arte, es el dinero. Pero también nos llegará el arte, tarde o temprano.

Popcorn506