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Nivel de vida vs calidad de vida

Rodrigo Sánchez, profesor en Lead University El escritor español, Jordi Sierra, dice que tiene una pequeña vida diariamente en su…

Por Desde la Columna

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Nivel de vida vs calidad de vida
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Rodrigo Sánchez, profesor en Lead University

El escritor español, Jordi Sierra, dice que tiene una pequeña vida diariamente en su día de 24 horas, y enfocado en eso solamente, hace todos los esfuerzos porque cada instante de esa pequeña vida sea la mejor siempre, momento a momento; eso es vivir en el presente, eso es estar presente.

Claro que la felicidad existe, de no ser así, no la buscaría el humano desde siempre, pero además es medible, es una manifestación subjetiva de cómo yo me siento con mi propósito de vida; por lo tanto, se deriva que es muy relevante que exista un propósito de vida, un hilo conductual, una hoja de ruta que nos guie diariamente.

En esta sociedad del hiperconsumismo, nuestros esfuerzos diarios van orientados a hacer jornadas laborales interminables y tan estresantes que nos quitan la salud, por escalar en nuestro nivel de vida. Lo más cuestionable es que suele ser sin un propósito de vida claro, más que el de la satisfacción inmediata, la “felicidad instantánea”, sin una hoja de ruta.

El nivel de vida y la calidad de vida no son lo mismo; nivel de vida es lo que logramos obtener con un millón de dólares; o si tenemos lo necesario para vivir dignamente o si no tenemos ni siquiera lo básico; eso nos da un X nivel de vida, ahora bien, si no tenemos ni siquiera lo básico para sufragar las necesidades más elementales, de seguro nuestra percepción de calidad de vida será sumamente baja.

En la pirámide de necesidades de Maslow, las primeras tres de la base son las mínimas necesarias básicas, las que todos aspiramos a cubrir, como la fisiológica, la seguridad y la afiliación; son esas necesidades tan elementales para la vida, que evidentemente si no logramos cubrirlas adecuadamente nuestra calidad de vida percibida será bastante baja.

Calidad de vida es si estamos disfrutando de manera más duradera, menos hedónica, menos lúdica, lo que tenemos. El hedonismo que es el placer de los sentidos, por sí mismo, es parte de esos momentos que nos deparan bienestar, el punto es que la vida no puede girar solo alrededor del hedonismo porque es muy pasajero ese bienestar. Disfrutar lo que poseo, y no estar añorando lo que no poseo y deseo, esto me causa estrés y hasta depresión. Podemos confundir ese deseo enfermizo por lo que no tengo como si fuera un propósito de vida, pero del todo no lo es, ya que estamos trasladando nuestra felicidad siempre al futuro y no el poder vivirla en el presente como justamente debe ser.

Se trata de un disfrute más duradero porque ciertamente si nos pegamos la lotería y nos ganamos ese millón de dólares, o lo heredamos, nos hará sentir un gran placer, pero sumamente pasajero, y está más que medido en cientos de estudios, sobre todo cuando se obtiene sin esfuerzo alguno; esa riqueza de sorpresa suele traer placer de corta duración, mientras que, si se forjan logros a través de los sueños, (propósito) y del esfuerzo, esa satisfacción es mucho más duradera en el tiempo.

La percepción de una calidad de vida, (felicidad), más duradera pasa por ejecutar acciones más acordes con nuestra naturaleza como el altruismo, la generosidad, la colaboración, y no tanto por el hedonismo y la felicidad instantánea.

Si nuestro nivel de vida, medido en una escala de 1 a 10, donde 10 es máximo, y mi calificación es de 10 y mi percepción vivencial es de 2, esa gran brecha entre nuestro nivel de vida y la realidad percibida en calidad de vida, significa que a pesar de un muy alto nivel de vida otorgado por el dinero normalmente, la calidad de vida vivencial es muy baja, por lo tanto, nuestra felicidad percibida será baja.

En cuanto más se logre acortar esa brecha entre el nivel de vida y la calidad de vida, es seguro que sentiremos un mayor bienestar, una vida buena más estable, ya que nivel de vida y calidad de vida estarán en la misma valoración.

Y es que esto es muy relevante, en la forma de vida acelerada, de hiperconsumismo y donde abunda el hiperindividualismo, genera expectativas muy altas, deseos de llegar a poseer cada vez más objetos y diversiones, y eso estará ampliando cada vez más la brecha entre nivel de vida y calidad de vida.

Esta contracultura a nuestra naturaleza nos lleva a un estado de mayor soledad, aunque vivamos rodeados de una gran masa de gente. En Inglaterra existe un Ministerio de la Soledad, evidencia clara de que éstas expectativas de la vida actual nos están llevando a tener una gran brecha entre nivel de vida en muchos casos no real sino deseado por las sobre expectativas y la calidad de vida. Una persona adulta que vive sola, está probado que vive hasta diez años menos, por la necesidad imperiosa del ser humano de la convivencia social, la vida en tribus, ese es nuestro legado evolutivo.

Crear expectativas en función de un propósito claro de vida no es un problema, al contrario, esa hoja de ruta es muy necesaria para marcar un norte en la vida, ya que sería desastroso levantarse todos los días a ver qué sucede en la vida.

Viviríamos como un espectador. Lo que no es sano es crear sobre expectativas, que podrían estar muy lejanas de nuestras posibilidades, sobre todo si no se marcan en una línea de tiempo posible; debe haber acompañamiento entre el tamaño de los sueños y la preparación para su logro; piensa en grande decía un conocido empresario, es absolutamente correcto, soñar es una forma de crear futuro, pero hay ocasiones en que esos sueños se convierten en pesadillas, ya que no hacemos el esfuerzo de la perseverancia y la preparación en el conocimiento necesario para buscar esos sueños, esas expectativas; entonces creamos una gran brecha entre esas expectativas desbordadas y nuestra calidad de vida, lo que nos aleja cada vez más de la felicidad.

Al final el tema no es la cantidad de dinero que poseamos, sino la satisfacción duradera que ese dinero genere y que se traslade a esa calidad de vida, que la brecha entre nivel de vida y calidad de vida sea lo más pequeña posible.

En ocasiones perdemos esa perspectiva, los bienes materiales que da el dinero en abundancia suelen ser alucinantes, y cada vez queremos más dinero para obtener más bienes y diversión, pero igualmente está muy estudiado el tema, de que esa abundancia material amplia la brecha en cuanto a la percepción de nuestra calidad de vida.

Hay evidencias documentadas en estudios serios de que personas con mucho menos dinero que otros, logran tener una mayor y mucho mejor percepción de su calidad de vida, cierran esa brecha entre ambos y bien acceden de manera más duradera a una vida buena de verdad.

En otros artículos me he referido a la vida buena y algunas formas de lograrla, todos podemos lograrla sin renunciar a los sueños, con empeño, lucidez, preparación y una vida presente consciente con un foco en un sueño posible y retador como hoja de ruta.

Atrévase a ser feliz.