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Bogotá: un bello destino y un viaje inolvidable

Organizar este viaje de chicas no fue fácil. Ponernos de acuerdo en la fecha correcta para viajar, trabajo, escuela de…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 6 minutos
Bogotá: un bello destino y un viaje inolvidable
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Organizar este viaje de chicas no fue fácil. Ponernos de acuerdo en la fecha correcta para viajar, trabajo, escuela de los niños, viajes de las parejas y actividades familiares previamente organizadas eran ya, de por sí, un gran obstáculo.

Una vez definida la fecha había que escoger los días correctos: fin de semana, y sacrificar tiempo con la familia, entre semana y sacrificar horas laborales; o ambos.

Y definimos: nos vamos de jueves a lunes.

Ahora el destino. ¿Playa? ¿De compras? ¿Spa y yoga? ¿Viaje para conocer? ¿Viaje culinario? Miami, muy trillado; Nueva York, muy frío; San Francisco, dos vuelos y entonces menos días para disfrutar. Las Vegas, muy caro en esta época…  ¿Bogotá? Ninguna conoce; a un vuelo de distancia y conocido como un destino barato… ¡Nos vamos para Bogotá!

Aterrizamos en el Aeropuerto El Dorado, famoso por las serie de Nat Geo: “Alerta Aeropuerto”. He de confesar que caminándolo veía a todo lado con un poco de morbo, buscando las cámaras y a los posibles trasgresores. Habría sido una aventura iniciar el paseo siendo testigo de algo así… ¡pero seguro ese día no estaban filmando!

Algunas personas nos insistieron en contratar un taxi privado para recogernos del aeropuerto. Nosotras pensábamos que Uber era la mejor opción, pero parece que no está tan “desarrollado” en la zona entonces nos aconsejaron no hacerlo.

Hicimos caso y el amable taxista David estaba afuera esperándonos para llevarnos al hotel NH Collection Bogotá Andino Royal, ubicado en la Zona T,y con muy buen precio y cerca de todo.

De compras

La tarde estaba fresca, decidimos salir a caminar un poco por la ciudad y “de casualidad” nos topamos con el primero de muchos malls, el Andino.

Locura por todas las tiendas de vestido de baño. Sin mentir: no quedó tienda sin visitar, modelo sin probar y ya sin espacio en la maleta. Además de divinos, de calidad y baratos, nos informaron que a la salida del país nos devuelven el impuesto. ¡Imagínense!

En un radio de 500 metros hay tres centros comerciales: Andino, El Retiro y Atlantis; además de las múltiples tiendas. Sin mencionar los precios en ropa en general y la belleza de zapatos y carteras. ¡Esto es el paraíso!

Osaka: la delicia

Para la cena de la primera noche decidimos seguir los consejos de @Foodtinerary y fuimos a Osaka (OSK Perú -Cocina Nikkei), que además quedaba a una cuadra de nuestro hotel.

No existen palabras para describir la delicia que es este restaurante. He probado comida en los 5 continentes, en todo tipo de restaurantes y nunca algo como Osaka.

Iniciamos la aventura culinaria con un trago fuera de serie: Pisco sour en ice cubes de vino tinto, servido en la mesa a modo de espectáculo. El perfecto inicio de una envidiable historia de Instagram que dejará antojados a todos nuestros seguidores.

Mariscos al fuego salteados en mantequilla, togarashi y limón. Tataki de atún sellado a la brasa, salsa cítrica oriental, togarashi y negi. Hotate Nikkei tiradito de conchas de abanico, shoyu, kion, wasabi y ají limo, el pulpo al carbón sobre puré de yuca, el sushi de langostinos, panka ribs

Cada platillo más rico que el anterior, todos para compartir y combinado con el pisco. Una experiencia única.

Monserrate y otras bellezas

Al día siguiente decidimos subir al famoso Cerro Monserrate a 3.152 metros donde se ubica la capilla dedicada a la Virgen Morena de Montserrate y el santuario del Señor Caído de Monserrate.

Luego de una larga fila, logramos subir por el teleférico y disfrutar de las impresionantes vistas de Bogotá. De ahí es fácil caminar hasta la famosa Candelaria, barrio pintoresco de calles pequeñas y tiendas de artesanías locales.

La Plaza Bolívar es el epicentro político y religioso, rodeado por el Capitolio Nacional (Congreso), Palacio Liévano (Alcaldía Mayor de Bogotá), la Catedral, la Capilla del Sagrario y el Palacio Arzobispal.

Aquí también se encuentran el Museo de Oro y el Museo Botero. Importantísimo probar los Buñuelos de Botero. ¡Definitivamente no te puedes comer sólo uno!

Andrés carne de res y rumba

Esa noche tomamos un Uber y nos fuimos a Chía, a 20 kilómetros de Bogotá, y donde se encuentra el restaurante más popular e icónico de todo Colombia: Andrés Carne de Res.

Es un restaurante imposible de describir con palabras. Hay que visitarlo. No sólo por su tamaño y la gran cantidad de gente que lo visita, (algunos medios reportan que reciben 10,000 personas de jueves a domingo) sino por la decoración tan loca, el menú tan variado (una revista de decenas de páginas), la cantidad de meseros, la gente bailando, la música sonando…

Es algo nunca visto, una experiencia única para “rumbear” y para comer lo más típico de Colombia. No se puede venir a este bello país sin visitar este restaurante único en el mundo.

El bar de Carlos Vives

Si algo tienen los colombianos es su simpatía y su capacidad para rumbear, por eso, la fiesta debía continuar y otro destino obligado fue Gaira Café Cumbia House, propiedad de Carlos Vives y su hermano Guillermo.

Cuenta la historia que el bar es la casa donde ellos crecieron, y que actualmente su madre es parte del equipo de cocina. El nombre viene de bahía de Gaira en Santa Marta a Bogotá de donde ellos son nativos.

Desde que llegamos se escucha la música, los gritos y el vallenato. Nos costó pasar entre la gran cantidad de gente hasta que llegamos al salón principal donde está la tarima y el escenario, está el grupo oficial del restaurante tocando canciones de moda.

De repente se da un anuncio inesperado: “Carlos Vives está en casa”, y así, sin saberlo, sin esperarlo y sin creerlo, estamos en el bar de Carlos Vives escuchando en vivo a Carlos Vives. Ni el calor del lugar, ni la gran cantidad de gente, ni el bullicio, pudieron con ese espectáculo, improvisado y mágico. Una noche digna de recordar.

La Catedral de Sal

Para terminar nuestro recorrido por Bogotá, nos fuimos al pueblo de Zipaquirá donde se encuentra la Catedral de Sal a 180 metros de profundidad, construida en el interior de las minas de sal.

Una experiencia única y algo nunca antes visto. Se inicia por un viacrusis desde la puerta de ingreso al túnel de 384 metros de largo y 13 metros de altura, pasando por pequeños altares que conducen hasta la cúpula que alberga el altar mayor (120 metros de largo y 22 de alto) y la cruz más grande tallada en roca salina en el mundo. Una verdadera maravilla arquitectónica.

Para rematar esta visita, nos hicimos un masaje espectacular en el spa de sal dentro de la mina. Otra experiencia única que nos aporta este maravilloso país.

El viaje de regreso a Bogotá fue también toda una experiencia. Pedimos Uber y tuvimos la suerte de ser las clientas del primer día del colaborador.

Por los casi 40 kilómetros de regreso le enseñamos a usar la plataforma, el Waze y Google Maps para poder regresar rápido y a salvo a nuestro hotel, por que además, el señor no era de la zona.

Lunes 10 de la mañana. Estamos haciendo el check out en el hotel, tristes de dejar esta bella ciudad pero felices por todas las experiencias vividas, la deliciosa comida, los buenos vinos y todas las compras que hicimos.

Pocos destinos pueden ofrecer tanta variedad de cosas por hacer, tan únicas y maravillosas a la vez. Luego de hacer el engorroso trámite para que nos devuelvan los impuestos de venta pagados, nos montamos al avión haciendo planes para nuestro próximo destino de chicas.