Berlioth Herrera
En un mundo acechado por el COVID-19 los ventiladores se volvieron uno de los objetos más preciados y perseguidos.
Acceder a un ventilador, significa hoy, la diferencia entre la vida y la muerte para miles y miles de personas en todo el planeta.
Es por ello que las autoridades de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) “no escatiman” esfuerzos, según las palabras de su presidente ejecutivo, Román Macaya, para buscar este equipo médico.
Sin embargo, no es una tarea sencilla ya que, desde los países más poderosos hasta los más pobres y pequeños, están tras este instrumento.
“Por eso es que hemos estado buscando ventiladores, donde hayan”, dijo Macaya.
Actualmente, la CCSS tiene 555 ventiladores en todo el país y 92 pediátricos. Además, hicieron una compra de 311 adicionales que van a ingresar , entre la siguiente semana y junio próximo.
Los respiradores que se compraron, se colocarán, advirtió Macaya, en los centros hospitalarios que tengan capacidad de usarlos, es decir, que tengan camas de cuidados intensivos y especialistas capaces de entubar a las personas, cuando es necesario.
“Para la tranquilidad relativa de la población, queremos decirles, que si nosotros tenemos que trasladar a un paciente de una zona alejada a un centro como el CENARE que está dedicado 100% a pacientes de COVID-19, o a un hospital nacional (…) que tenga más capacidad de cuidados intensivos, lo vamos a hacer, tenemos equipos para hacerlo”dijo Macaya.
En el país hay 227 camas de Cuidados Intensivos que se distribuyen en 13 hospitales. Del total, el hospital México, el Calderón Guardia y el San Juan de Dios tienen 134 camas y el Hospital Nacional de Niños 27. Las restantes se distribuyen de la siguiente manera”
- Hospital San Rafael de Alajuela, con 6 camas.
- San Vicente de Heredia, con 8 camas.
- Max Peralta de Cartago, con 24 camas.
- Hospital de San Carlos, con 4 camas.
- Monseñor Sanabria en Puntarenas, con 6 camas.
- Enrique Baltodano en Liberia, también con otras 6 camas.
- Hospital de La Anexión en Nicoya, con 3 camas.
- Tony Facio de Limón, con 5 camas.
- Escalante Pradilla de Pérez Zeledón, con 4 camas.
Costa Rica tiene una población de 5.111.238 habitantes (proyección a junio 2020) según los datos del Instituto de Estadística y Censos (INEC). A este domingo, el país reporta 314 personas infectadas con el nuevo coronavirus, de las cuáles 13 están hospitalizadas y 6 en una Unidad de Cuidados Intensivos.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el COVID-19 obliga a hospitalizar a alrededor de uno de cada cinco infectados.
Una de las cosas que llama la atención, y así lo hicieron ver las autoridades de salud, es que en el país el virus está provocando afectación importante en adultos jóvenes.
Pese a que los datos mundiales señalaban que la enfermedad es muy peligrosa para adultos mayores o personas con padecimientos previos, Rodrigo Marín, del Ministerio de Salud, enfatizó que no se puede comparar el comportamiento del virus en China con su comportamiento en Costa Rica.
Y una vez más, las autoridades insistieron en que, si la curva de crecimiento es muy alta, los hospitales no van a dar abasto, por eso la importancia de medidas higiénicas como el lavado de manos, la distancia social de al menos 1,8 metros entre personas y quedarse en casa.
Barajan opciones
Ante la alta demanda de ventiladores en todo el mundo, Macaya dijo que están valorando varias opciones..
Explicó que ya hay un grupo, donde figuran la Universidad de Costa Rica (UCR), el Instituto Tecnológico de Costa Rica, INCAE y empresas de dispositivos médicos instaladas en el país, que se organizó para “tratar de producir ventiladores localmente”.
Según dijo, la intención es “aportar un diseño tecnológico”que pueda ser reproducido.
Otra alternativa que están explorando es que la “industria de dispositivos médicos se sume a este esfuerzo”. Hay posibilidades de que algo de esto avance, hay que aprovechar el capital que existe en Costa Rica”, acotó el Presidente de la CCSS.
Los laboratorios de la UCR ya produjeron un prototipo que fue diseñado por expertos en física e ingeniería y está inspirado en las experiencias de España, donde se debieron construir instrumentos similares contra el tiempo por el avance de la enfermedad.
Para cumplir su objetivo, el modelo de la UCR automatiza los respiradores tipo ambú, que requieren de la acción humana para funcionar.
