Tomás Gómez
Hay administraciones en las que el Ministerio de Salud pasa con un bajo perfil, limitado a sus decisiones técnicas y las campañas de vacunación de turno, pero la actual no sería una de ellas.
Las oficinas de esa institución, localizadas junto al Hospital San Juan de Dios son hoy el cuartel desde donde se lucha contra el coronavirus COVID-19, una enfermedad surgida en China cuatro meses atrás y que puso de rodillas al mundo.
Los temores y rumores de la llegada del virus al país se concretaron dos semanas atrás y se convirtieron casi en el único tema de conversación.
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Enfrentarse a su amenaza ha conllevado cambiar el estilo de vida, parar la fiesta y hasta cerrar las fronteras, decisiones que han pasado por el doctor Daniel Salas, máximo jerarca del ministerio desde hace 16 meses.
En la coyuntura actual, la cara de Salas ya se hace familiar cuando a medio día realiza las conferencias de prensa en que anuncia el número de contagios, da las instrucciones para prevenir la enfermedad y hasta regaña a quienes insisten en no quedarse en la casa.
El experto que se hizo jefe
Antes de ocupar la máxima silla del ente donde trabaja desde hace más de una década, Salas pasó por casi todos los puestos que lo prepararon para el desafío que hoy encara.
Trabajó en comunidad dirigiendo las áreas de salud de Ciudad Quesada y Aguas Zarcas y en las oficinas centrales como coordinador del Programa de Inmunizaciones, de la Vigilancia de Enfermedades Inmunoprevenibles y de la Vigilancia de Intoxicación por Plaguicidas.
También dirigió la Vigilancia de Enfermedades No Transmisibles, estuvo vinculado con los CEN-CINAI y laboró en el mercadeo de la salud.
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En el 2016 asumió la dirección de Vigilancia de la Salud, cargo que ostentó hasta el 29 de noviembre del 2018, cuando sin tener militancia o trayectoria política fue llamado al Gabinete de “Unidad Nacional” para liderar las políticas de salud pública.
El médico, que además es especialista en gerencia de proyectos, máster en Salud Pública y experto en Epidemiología, pasó de ser un experto del Ministerio a liderar la institución de la que ahora está pendiente el país.
Las otras polémicas
Junto a carteras como Hacienda y Educación, Salud ha recibido los focos de la atención y la polémica en lo que va del Gobierno.
Sus riendas las tuvo originalmente Giselle Amador, quien permaneció en el cargo por un semestre y quien denunció haber sido sacada por presión de las tabacaleras, aunque el Gobierno siempre alegó que fue ella quien renunció por motivos de salud.
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Llegó entonces el doctor Salas a quien le tocó ser la cara de otra polémica decisión.
A la promesa de campaña de Carlos Alvarado de firmar la norma técnica para el aborto terapéutica se le acababa el tiempo y recayó en él liderar la redacción del texto, postergado por los políticos durante casi 50 años.
No hubo evento donde no se le preguntara por la norma, sus alcances y polémicas, pero con su estilo sereno el ministro logró llevar el proceso con un hermetismo tal que la normativa permaneció en la confidencialidad hasta el 12 de diciembre anterior, cuando finalmente fue aprobada.
“Necesito que reaccionen”
Daniel Salas fue el encargado de anunciar los primeros casos sospechosos de COVID-19 en Costa Rica.
Dos mujeres que venían de Italia y Túnez presentaron los síntomas y aunque sus exámenes dieron negativos en la misma jornada se anunció el primer positivo en una turista estadounidense.
A partir de ahí, nuevos casos vinieron apareciendo hasta cerrar esta semana con 134, además de dos fallecidos y dos recuperados.
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Sin decorar los pronósticos, Salas ha sido enfático en que habrá más contagios y más muertes, pero que para no empeorar el panorama es necesario prevenir un crecimiento exponencial, lo cual pasa por el distanciamiento social.
Así lo dijo desde un inicio y lo reiteró cuando aparecieron las imágenes de playas y bares abarrotados en medio de la pandemia. Su regaño y su advertencia son ya uno de los mensajes más simbólicos del duro momento que enfrenta el país:
