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El cerebro del niño

Por Natalia Calderón para El Observador Tres cerebros en uno. Un dato útil para los padres es conocer cómo funciona…

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El cerebro del niño
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Por Natalia Calderón para El Observador

Tres cerebros en uno. Un dato útil para los padres es conocer cómo funciona el cerebro humano, que ha evolucionado tanto, hasta ser la obra más compleja de la creación.

Durante estos miles de años, el cerebro ha ido creando estructuras que le han permitido encontrar alimento, evitar peligros y resolver problemas. Nos permite diferenciar entre unas estructuras más antiguas y otras más modernas.

Una metáfora que ayuda a comprender las distintas etapas y estructuras que configuran el cerebro humano es la que avala Daniel Siegel, señalando que contamos con tres cerebros en uno solo. Así, lo trabajamos en el modelo de Disciplina Positiva.

Cerebro reptiliano, cerebro emocional y cerebro racional

El cerebro reptiliano es el más antiguo y primitivo y se encuentra en la parte inferior.  Es el que nos permite luchar por nuestra supervivencia. Maneja la respiración, el latido del corazón, los estados de alerta, la sensación de hambre.

El cerebro emocional basa su funcionamiento en la capacidad de distinguir emociones. Se activa para evitar sensaciones desagradables (peligros, amenazas y situaciones de miedo) y para buscar y perseguir (alimentarnos, estar seguros).

El más evolucionado es el cerebro racional o superior. Nos permite tener conciencia de nosotros mismos, comunicarnos, razonar, ponernos en el lugar del otro o tomar decisiones basadas en un pensamiento más lógico.

En los niños los cerebros reptiliano y emocional llevan la pauta. Así se mantiene hasta el año de vida.

A partir del primer año, la parte emocional del cerebro convive con la reptiliana. Los padres debemos usar diversas estrategias para dialogar tanto con los instintos más primitivos del niño como con sus necesidades emocionales de amor y seguridad. En este nivel, los límites, la empatía y el afecto son las estrategias útiles.

Alrededor del tercer año, el cerebro racional cobra protagonismo. Es capaz de controlar sus instintos básicos y de dejarse guiar por su razón, su intuición y su voluntad. Necesita grandes dosis de afecto y comprensión. Cuando está cansado, con sueño o hambre, su cerebro reptiliano toma control de su comportamiento.

Los padres deben ser capaces de establecer diálogo con cada una de las partes del cerebro, en el momento en que estas llevan la voz cantante. Tener en cuenta estos tres niveles de procesamiento cerebral puede ser de gran utilidad para ayudar al niño a contenerse.