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Gricket House: un superalimento a base de grillos

Su formación académica no tiene relación alguna con la tecnología de alimentos; no obstante, gracias a un curso complementario en…

Por Marco Marín

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Gricket House: un superalimento a base de grillos
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Su formación académica no tiene relación alguna con la tecnología de alimentos; no obstante, gracias a un curso complementario en la carrera de contaduría, Andrés Muñoz (21 años) y su socia, Mónica Solano (22 años), encontraron en los grillos un producto que “vale oro”.

Así describió Solano, quien es diseñadora de publicidad, el potencial que Muñoz le vio al insecto durante una excursión de la clase “Fundamentos de la Biología”. En ese viaje, el futuro contador conoció a un biólogo que explicó los valores nutricionales de estos “bichos”.

“Tiene los nueve aminoácidos esenciales. Tiene más proteína que la carne roja y que el pollo. Tiene Omega 3 y 6. Además, es alto en magnesio, zinc y tiene más potasio que el banano”, explicó Solano, quien fue en una segunda visita.

Con el potencial de este “superalimento”, una inversión inicial de ¢40.000 y la urgencia de tener que salvar un curso universitario, Muñoz y Solano arrancaron con Gricket House, una compañía que elabora y vende barras de proteína a base de harina de grillo.

En tres años esta empresa pasó de ser un emprendimiento universitario a estar en 35 puntos de ventas, comenzar negociaciones con cadenas de supermercados y contar con una hoja de ruta para exportación, de la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer).

Superalimento: oro puro

Pero ¿qué es un superalimento?. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y otros expertos en nutrición, lo definen como un alimento con un valor nutricional muy denso.

Por ejemplo, además de los beneficios ya mencionados, estos insectos en particular tienen un alto porcentaje de vitamina B12 y tres veces más hierro que la espinaca. Esto sin sumar la sostenibilidad con que se producen, agregó Solano.

Los grillos utilizados son de la especie Acheta Domesticus y son cultivados por la misma empresa. “Eso es muy importante, porque nos preguntan si los recolectamos del campo y no es así”, al tiempo que añadió que el proceso es completamente indoloro.

Una vez que llega el momento de cosechar el grillo, que debe de tener entre cuatro y seis semanas para estar en su punto, estos se someten a bajas temperaturas y entran en una etapa que se llama diapausa.

Esto es una especie de letargo del insecto, durante el cual se adormece. Una vez que los insectos salen de las bajas temperaturas, se hierven para quitar cualquier patógeno, se deshidratan y se pulverizan para hacer la harina.

Actualmente, las barras se ofrecen con cuatro sabores diferentes que son: chocolate amargo, chocolate blanco con macadamias, mantequilla de maní y piña colada.

La materia prima es cosechada por la empresa. Se utilizan grillos de entre cuatro a seis semanas de edad. (cortesía Gricket House)

Acelerado inicio y en auge

La compañía tuvo un comienzo acelerado gracias a la carrera de diseño publicitario de Mónica Solano. Dos semanas antes de presentar el proyecto final de una clase, que consistía en elaborar una publicidad para el producto de una microempresa, el emprendimiento escogido les canceló.

“Le dije a Andrés que teníamos eso para desarrollar un producto e ir a la exposición. Nos pusimos a hacer pruebas y nos dimos cuenta que la mayoría de las personas tienen en sus meriendas una barra de cereal.

“Es fácil de consumir y producir. Además le podemos agregar todos los nutrientes. Hicimos pruebas y así elaboramos la primera barra, que fue de mantequilla de maní”, explicó Solano.

Con la aprobación del curso, y un producto con excelente potencial, los fundadores de Gricket House decidieron perfeccionar la receta. Para ello, realizaron más pruebas y, eventualmente, buscaron la ayuda de una ingeniera en alimentos.

Para arrancar el negocio contaron con el aporte de unos amigos que les dieron su inversión inicial para comprar los ingredientes. Con eso elaboraron las primeras barras, las cuales lograron vender por completo.

“Después de eso, se empezó a mantener solo. Entonces todo era reinvertir. Uno, los primeros años, tiene que darse cuenta que hay que esforzarse más en ese tema y ser sumamente ordenados”, dijo Solano.

Al principio, los universitarios apostaron por invertir en la marca. El registro de la misma fue el primer paso. Una vez que tenían ese respaldo y una distribución que comenzaba a ganar adeptos buscaron conseguir todos los permisos necesarios.

“Nos ha costado bastante el tema de los permisos, especialmente porque cuesta alquilar un local y no se podía adquirir un registro sanitario, sin tener un local de producción con patente”, explicó Solano.

Este proceso los atrasó un año y diez meses, según cálculos de la cofundadora, pero ya están en el trayecto final. “La harina de grillo sí tiene registro sanitario. Ahorita lo que estamos tramitando es el de las barritas”, añadió.

Para los socios, la publicidad de boca en boca y el posicionamiento en redes sociales ha sido fundamental para tener un impacto tan inmediato. Sin embargo, el potencial de su producto les ha ganado reconocimientos y el apoyo de diversos entes.

Monica Solano (izq) y Andrés Muñoz (der), confundadores de Gricket House . (cortesía Gricket House)

Solano explicó que Gricket House se encuentra, actualmente en la Agencia Universitaria para la Gestión del Emprendimiento (AUGE), una incubadora de negocios de la Fundación de la Universidad de Costa Rica.

Su trabajo también les ha granjeado varios premios en competencias tanto a nivel nacional como internacional. Recientemente, ganaron el Reto de Innovación Solá, en Guatemala. Este concurso es auspiciado por la empresa Unilever y resultó en un premio de ¢9.5 millones en capital semilla.

Además, el pasado jueves obtuvieron el primer lugar en el concurso De.Mentes de la empresa TDMas. Con este dinero, Solano aseguró que lo invertirán en la expansión del área de producción.

Actualmente, Gricket House elabora de 2.000 a 2.500 barritas por mes. Su precio es de ¢1.500 y se vende en gimnasios y “boxes” de crossfit, así como en mercados orgánicos.

Eso sí: pronto planean ingresar en supermercados ya que están en reuniones con cadenas de abastecedores, que quieren vender su innovador producto.

La comida del futuro

La cofundadora destacó que ya cuentan con una ruta para exportar con Procomer, la cual está en la etapa inicial de buscar posibles mercados.

“Nos han dicho que hay mucho mercado afuera. Que países como Alemania y Holanda están hablando sobre el tema. Además, ya hay varios países que hacen esto, por ejemplo México.

“Los insectos son el alimento del futuro. Nos estamos quedando sin espacio para la ganadería regular. No decimos nosotros, sino organizaciones como la FAO, que nos incitan a comer insectos por estos temas”.

Solano insta a las personas que no se atreven a probar la harina de grillo, que lo hagan por un tema de sostenibilidad, al tiempo que pide más apoyo para la innovación en el país.

“Hay que estar totalmente abiertos, porque no sabemos a qué vamos a llegar. No hay que criticar tanto el concepto de innovación en Costa Rica. Debemos apoyarnos los unos a los otros y ¿por qué no probar un insecto?”, sentenció.