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¿Por qué la inmunidad de rebaño en Costa Rica no sería factible hasta que se halle una vacuna?

Un término quizás poco extendido es el de la inmunidad de rebaño, el mismo del que habló el ministro de…

Por Sergio Arce

Tiempo de Lectura: 3 minutos
¿Por qué la inmunidad de rebaño en Costa Rica no sería factible hasta que se halle una vacuna?
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Un término quizás poco extendido es el de la inmunidad de rebaño, el mismo del que habló el ministro de Salud, Daniel Salas, la tarde del miércoles en la habitual conferencia de prensa en la que ofrece el reporte epidemiológico del coronavirus en el país.

El jerarca aseguró que “pensar en inmunidad de rebaño (en Costa Rica) no es factible” hasta tanto no haya una vacuna disponible contra la COVID-19, que hasta la fecha ha afectado a 1.461 personas y cobrado la vida de 12 personas, las últimas dos ocurrieron en los últimos días.

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¿Pero de qué trata esta inmunidad de rebaño? Se trata de un fenómeno que muestra cómo decrece la transmisión de cualquier enfermedad después de que una buena parte de la población la logró superar. Esto es como “gestionar el contagio” para que la población logre inmunidad.

Es decir “quienes están en riesgo de la infección pueden estar protegidos gracias a que están rodeados de personas que son resistentes a la enfermedad”, informó BBC Mundo en un amplio reportaje que, en marzo pasado, recogió duras críticas que científicos británicos externaron a la política del gobierno de Boris Johnson de no adoptar prontas medidas sanitarias ante el avance de la pandemia. En Reino Unido hay más de 290.000 casos y poco más de 41.000 decesos.

Esta estrategia de la inmunidad de rebaño fue la que adoptó Suecia, al no cerrar los restaurantes, bares, gimnasios y tiendas así como guarderías y colegios para los menores de 16 años. Solo prohibió reuniones de más de 50 personas y promovió el distanciamiento social. Pero el costo ha sido alto: cerca de 47.000 casos positivos y 4.795 muertos.

Panorama en Costa Rica

El ministro Salas no cree que, por ahora, exponer a la población costarricense a esta estrategia sea la más conveniente en estos momentos ante la falta de una vacuna que permita una mayor apertura de actividades sociales y económicas.

Más aún cuando Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social realizan rastreos diarios para evitar que la enfermedad se expanda y, de esta manera, cruce el umbral de la transmisión comunitaria (cuando no hay posibilidad de establecer los nexos epidemiológicos).

El titular adelantó que su cartera está próxima a adquirir pruebas para aplicarlas en zonas donde ya hubo brotes, de modo tal que las autoridades puedan establecer el nivel de inmunidad de esa población ante la exposición a la enfermedad.

Por ejemplo, en Suecia solo el 7,3% de los residentes de la capital, Estocolmo, desarrollaron anticuerpos para combatir la COVID-19 en virtud de dicha exposición. Expertos internacionales aseguran que es necesario entre un 70 y un 90% para crear la inmunidad de rebaño.

Precisamente sobre esta línea se refirió el infectólogo Jorge Chaverri, del hospital Calderón Guardia, quien aseguró que dicha inmunidad “sería viable” siempre y cuando “alcance a un mayor número de personas”.

Sin embargo, el especialista reconoció que una afectación masiva podría generar un nivel de estrés no deseado en los servicios de salud, en especial si la población resulta contagiada en un periodo muy corto.

Por eso Chaverri insistió en la importancia de seguir y cumplir las recomendaciones dadas por Salud en cuanto al distanciamiento social, el aseo personal, la protección a la hora de salir -en caso de que sea estrictamente necesario- y la interacción con las burbujas sociales.

¿Y la vacuna?

Salas no cree que esta llegue en el corto plazo, aunque reconoció que diferentes laboratorios internacionales trabajan a marcha forzada para tenerla.

Por ejemplo, el grupo farmacéutico británico AstraZeneca afirmó que espera resultados en setiembre próximo sobre la eficacia de la vacuna contra el coronavirus en la que trabaja de la mano de la Universidad de Oxford.

La Universidad de Oxford, cuyo proyecto está financiado por el gobierno británico, se asoció con esta empresa farmacéutica para fabricar y distribuir en todo el mundo la vacuna que está desarrollando.

Los ensayos clínicos con humanos comenzaron a finales de abril en el Reino Unido y deben hacerlo este mes en Brasil, que es ahora “el epicentro de la epidemia”, aseguraron los representantes de la empresa. Para ganar tiempo, se decidió no esperar a los resultados antes de comenzar la producción.

Por su parte, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió que una futura vacuna sea considerada un “bien público mundial”.

“Una vacuna contra la COVID-19 debe ser vista como un bien público mundial, una vacuna para el pueblo”, afirmó el portugués en un mensaje de vídeo en el que afirmo que muchos líderes mundiales se han declarado a favor.