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Nicaragua destituye a su ministra de Salud en medio de inacción del Gobierno con el coronavirus

Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, destituyeron a su ministra de Salud, Carolina Dávila, en momentos de creciente…

Por AFP

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Nicaragua destituye a su ministra de Salud en medio de inacción del Gobierno con el coronavirus
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Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, destituyeron a su ministra de Salud, Carolina Dávila, en momentos de creciente malestar con el Gobierno por la falta acciones contundentes contra la pandemia del coronavirus.

Dávila Murillo fue removida del puesto ocho meses después de haberlo asumido, luego de que la antecesora Sonia Castro fuera sancionada por Estados Unidos por violaciones a los derechos humanos.

Su puesto es ocupado ahora por Martha Reyes, quien trabajaba como directora de Prevención de Enfermedades del Ministerio de Salud. Dávila, al igual que Castro, pasa a ser ahora asesora de la pareja presidencial en temas sanitarios de Managua.

Entretanto, en las calles crece el enojo ante la desidia gubernamental con la atención de la enfermedad, que en ese país ya cobró una víctima mortal.

“No hacen nada, no dicen nada, eso da temor y mucha gente por eso no sale a las calles”, comentó a la AFP Arnulfo Balladares, un cobrador de autobús capitalino de 65 años.

La mayoría de la población se ha refugiado en sus casas con algunas reservas de comida y no dejan a sus hijos ir a clases desde que el gobierno anunciara el 18 de marzo el primero de 12 contagios de coronavirus.

“La gente tiene miedo de salir por temor a la pandemia; el gobierno no ha tomado medidas”, se queja Juan Montoya, un taxista de 72 años que trabaja porque su pensión de 200 dólares no le alcanza para cubrir sus gastos.

Las calles lucen con poca gente, las taxis y autobuses que antes circulaban atiborrados pasan casi vacíos y la afluencia en los comercios es mínima.

El ambiente es desolador pese a que el Gobierno no ha decretado cuarentena y mantiene sus fronteras abiertas. Ni siquiera ha suspendido la liga de fútbol, como se ha hecho en casi todo el mundo.

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El Gobierno asegura que solo ha confirmado varios casos de COVID-19, pero la gente “no cree” esa versión, dice Balladares.

“Dicen que todo está bien, pero eso es mentira”. Tratan de crear “una falsa realidad de que no pasa nada”, se queja Juan Pontes, de 48 años, quien salió para hacer mandados porque su familia está “en cuarentena por decisión propia”.

La empresa privada y los sectores civiles han exhortado a la población a quedarse en casa para evitar un contagio masivo, en contraposición con el Ejecutivo y sus seguidores, que solamente instan a reforzar la higiene y a no crear “alarmas innecesarias”.

Geraldine Cano, una ama de casa de 48 años, está en el grupo del 57% de la población preocupado por contraer el virus.

“Mucha gente anda como si no pasara nada”, explica Cano mientras hace las compras. “En Italia pasó eso, no se tomaron a tiempo” precauciones, añadió.

Por otro lado están las personas que no han podido recluirse. “Estamos a la voluntad de Dios”, dice una trabajadora de 40 años que recoge desechos en las calles a bordo de una carreta tirada por un caballo viejo y que gana unos siete dólares al día para alimentar a su hija.

Como ella, miles de nicaragüenses dependen de esos pequeños ingresos diarios, en un país donde 70% de la población activa sobrevive con trabajos informales y casi al 30% está en la pobreza, según datos independientes.

“Estamos entre la espada y la pared”, dice Antonio Mendoza, despachador de una tienda de celulares y padre de dos niños.

El gobierno no ha dispuesto asistencias especiales para sectores vulnerables, ni ha respondido a la petición de los empresarios de evitar cortes de servicios públicos durante la crisis.