Desde la columna

Paremos esta fiesta ya

Según los datos de la Caja, a junio del 2019, cotizan 1.551.000 trabajadores de los 2,2 millones de ocupados, es decir, un 30% no realiza ningún aporte al seguro de pensiones.

Por Desde la Columna

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Paremos esta fiesta ya
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Por Gerardo Corrales

Según los datos de la Caja, a junio del 2019, cotizan 1.551.000 trabajadores de los 2,2 millones de ocupados, es decir, un 30% no realiza ningún aporte al seguro de pensiones.

De este total, en las entidades públicas de electricidad, gas y agua ( ICE; CNFL; AyA, etc. ) un grupo privilegiado de 16.500 personas, sin mayor razón o justificación, reporta en promedio un salario mensual de ¢1.081.000. En el resto de la Administración Pública y Defensa, 134 mil individuos, igual sin justificación, reportan un salario promedio mensual de ¢1.064.000.

Finalmente, en los bancos del Estado, trabajan 19.000 individuos, con un salario promedio mensual de ¢1.061.000. Mientras tanto, el promedio de salarios en la totalidad del sector privado es de ¢554.000.

Dentro de ese total, en industria es de ¢608.000, comercio ¢477.000, construcción ¢400.000 , turismo ¢377.000, agricultura ¢336.000 y empleadas domésticas ¢196.000.

Cotizan a la Caja por parte del sector privado, más de 1,3 millones de trabajadores.

Pregunta: ¿Cuál es la justificación para que una minoría del 11% de los salarios reportados a la Caja tenga una remuneración, que con respecto al promedio del sector privado, es dos veces superior? ¿Será que la productividad de dicho sector supera en dos veces la productividad de los trabajadores del sector privado?

Obvio que no, se explica por los más de 130 pluses y beneficios de convenciones colectivas que Albino, médicos, maestros, profesores universitarios, funcionarios de la Caja, quieren defender a capa y espada, saliéndose de la regla fiscal, en detrimento de la mayoría de la población, que según ellos, debemos seguir pagando impuestos para pagar sus privilegios injustificados.

Los números no mienten, no sigamos comiendo cuento y exijamos la Ley de Empleo Público y la Reforma Estatal, así como el respeto de la regla fiscal para parar, de una vez por todas, esta fiesta que es la causa de todos nuestros problemas económicos actuales.

Como lo dijo claramente, Monseñor Salazar, Obispo de Tilarán, en su homilía del 02 de agosto, “no se pueden defender derechos de minorías, ignorando los derechos de las mayorías.”